El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Cae la primera tele autonómica
Como si la catastrófica gestión de Canal 9, la tele autonómica de Valencia, fuera responsabilidad de una tribu marciana que un día descendió del cielo y habitó entre nosotros, los responsables de la Generalitat Valenciana se la han cargado de un manotazo alegando que es económicamente insostenible. Sus números, desde luego, no invitan a pensar que fuera creada para ser rentable algún día: despilfarro sin disimulo, enchufismo, corrupción? Como tampoco su filosofía como canal exclusivamente al servicio del poder, es decir, al servicio exclusivo de quienes la crearon, la ensoleraron, la hicieron ruinosa, la saquearon a manos llenas y ahora la cierran alegando con un desparpajo insultante que les puede su obligación de mantener escuelas y hospitales. Unos sinvergüenzas. Claro que en estos momentos de solidaridad con los periodistas afectados por el cierre es necesario recordarles que no lucharon lo suficiente durante estas décadas de descaro para exigir que se respetara su trabajo y para prever que esa burbuja de totalitarismo mediático pudiera reventarles a todos en la cara. Es, no lo olvidemos, una de las obsesiones del PP: cerrar las televisiones autonómicas para regresar al discurso centralista y único servido desde Televisión Española, otro descarado ejemplo de manipulación y de nefasta gestión de un medio público. Ya ha salido de inmediato el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, a anunciar que él hará lo mismo si los sindicatos hacen “inviable” la cadena pública autonómica, Telemadrid, abofeteando de manera inadmisible el rostro de los millones de ciudadanos que han visto en ese medio la marca totalitaria de la casa. Pronto harán lo propio los muchachos y muchachas del PP canario, que con la misma demagogia dirán que Televisión Canaria es un dispendio económico que no nos podemos permitir aquí con un 33% de paro. Se pasarán por el arco del triunfo que la canaria es la única autonómica que no se sale de su presupuesto, y que de los 32 millones que tiene cada año, 18 los gestiona una empresa privada en un modelo que ?listos y liberales que son- debieron aplicar antes en otros lugares para salvar al menos los muebles. Con el cierre de estas cadenas perderán las autonomías, que verán lejana la información y el entretenimiento que les estructura. Se perderán miles de puestos de trabajo y se hundirá la industria audiovisual que vivía a su cobijo. No sobran las autonómicas, como tampoco sobra Televisión Española (puestos a aplicar la misma doctrina que ellos utilizan). Lo que sobran son políticos sin vergüenza.
Como si la catastrófica gestión de Canal 9, la tele autonómica de Valencia, fuera responsabilidad de una tribu marciana que un día descendió del cielo y habitó entre nosotros, los responsables de la Generalitat Valenciana se la han cargado de un manotazo alegando que es económicamente insostenible. Sus números, desde luego, no invitan a pensar que fuera creada para ser rentable algún día: despilfarro sin disimulo, enchufismo, corrupción? Como tampoco su filosofía como canal exclusivamente al servicio del poder, es decir, al servicio exclusivo de quienes la crearon, la ensoleraron, la hicieron ruinosa, la saquearon a manos llenas y ahora la cierran alegando con un desparpajo insultante que les puede su obligación de mantener escuelas y hospitales. Unos sinvergüenzas. Claro que en estos momentos de solidaridad con los periodistas afectados por el cierre es necesario recordarles que no lucharon lo suficiente durante estas décadas de descaro para exigir que se respetara su trabajo y para prever que esa burbuja de totalitarismo mediático pudiera reventarles a todos en la cara. Es, no lo olvidemos, una de las obsesiones del PP: cerrar las televisiones autonómicas para regresar al discurso centralista y único servido desde Televisión Española, otro descarado ejemplo de manipulación y de nefasta gestión de un medio público. Ya ha salido de inmediato el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, a anunciar que él hará lo mismo si los sindicatos hacen “inviable” la cadena pública autonómica, Telemadrid, abofeteando de manera inadmisible el rostro de los millones de ciudadanos que han visto en ese medio la marca totalitaria de la casa. Pronto harán lo propio los muchachos y muchachas del PP canario, que con la misma demagogia dirán que Televisión Canaria es un dispendio económico que no nos podemos permitir aquí con un 33% de paro. Se pasarán por el arco del triunfo que la canaria es la única autonómica que no se sale de su presupuesto, y que de los 32 millones que tiene cada año, 18 los gestiona una empresa privada en un modelo que ?listos y liberales que son- debieron aplicar antes en otros lugares para salvar al menos los muebles. Con el cierre de estas cadenas perderán las autonomías, que verán lejana la información y el entretenimiento que les estructura. Se perderán miles de puestos de trabajo y se hundirá la industria audiovisual que vivía a su cobijo. No sobran las autonómicas, como tampoco sobra Televisión Española (puestos a aplicar la misma doctrina que ellos utilizan). Lo que sobran son políticos sin vergüenza.