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¿Se caía el hotel o no se caía?

La cadena mallorquina RIU está en su perfecto derecho de reclamar lo que crea que le pertenece. Incluso en su derecho de presentar un proyecto para abrir un hotel todo incluido en la meseta del Roque Nublo y extrañarse de que no se lo autoricen. Y está en su perfecto derecho de cabrearse cuando las cosas no le salen como pretende, de bajar a todos los santos de sus altares, de amenazar a las autoridades y a las instituciones canarias cuantas veces quiera, de considerar que los grancanarios somos unos idiotas por no rendirnos ante el poderío de su talonario. Ya habrá tiempo de demostrarle que la inteligencia se mide por otros parámetros. Pero a lo que no tiene derecho alguno es a poner en riesgo la vida de sus trabajadores ni las de sus huéspedes. Porque eso es lo que va a hacer esta ejemplar empresa a partir del día 8 de mayo si termina por cumplir sus amenazas de reabrir el hotel Maspalomas Oasis con los graves defectos estructurales y de mantenimiento que la propia RIU relató en dos crudos informes presentados el mes pasado al Cabildo de Gran Canaria. No es periodismo de investigación, advertimos, sino simple relato de lo sostenido oficialmente por la compañía. Recordemos someramente lo que la cadena decía del único hotel de cinco estrellas que mantenía entonces abierto en España: “La estructura vertical presenta una situación de alto riesgo debido al avanzado grado de corrosión detectado en la base de algunos pilares y podemos asegurar que los márgenes de seguridad están afectados gravemente”; “nos encontramos ante una situación de seguridad límite que podría estar cercana al colapso”; “todos los elementos inspeccionados presentan oxidación generalizada y, por zonas, un grado de corrosión avanzado, con una significativa exfoliación del material en muchos de ellos y pérdida de sección útil. Los forjados presentan igualmente oxidación en el entrevigado y desprendimientos de recubrimientos en algunas semiviguetas de hormigón armadas”. Lo recogían sesudos dictámenes de la consultora Bureau Veritas y del estudio de arquitectura Reviriego y Asociados que RIU presentó ante el Cabildo para impedir que el edificio fuera declarado Bien de Interés Cultural (BIC). ¿Van las autoridades canarias a permitir que se reabra un hotel con este grado de deterioro y de peligro declarado? ¿Quién será el responsable de lo que ocurra? ¿Sólo la cadena propietaria?

La cadena mallorquina RIU está en su perfecto derecho de reclamar lo que crea que le pertenece. Incluso en su derecho de presentar un proyecto para abrir un hotel todo incluido en la meseta del Roque Nublo y extrañarse de que no se lo autoricen. Y está en su perfecto derecho de cabrearse cuando las cosas no le salen como pretende, de bajar a todos los santos de sus altares, de amenazar a las autoridades y a las instituciones canarias cuantas veces quiera, de considerar que los grancanarios somos unos idiotas por no rendirnos ante el poderío de su talonario. Ya habrá tiempo de demostrarle que la inteligencia se mide por otros parámetros. Pero a lo que no tiene derecho alguno es a poner en riesgo la vida de sus trabajadores ni las de sus huéspedes. Porque eso es lo que va a hacer esta ejemplar empresa a partir del día 8 de mayo si termina por cumplir sus amenazas de reabrir el hotel Maspalomas Oasis con los graves defectos estructurales y de mantenimiento que la propia RIU relató en dos crudos informes presentados el mes pasado al Cabildo de Gran Canaria. No es periodismo de investigación, advertimos, sino simple relato de lo sostenido oficialmente por la compañía. Recordemos someramente lo que la cadena decía del único hotel de cinco estrellas que mantenía entonces abierto en España: “La estructura vertical presenta una situación de alto riesgo debido al avanzado grado de corrosión detectado en la base de algunos pilares y podemos asegurar que los márgenes de seguridad están afectados gravemente”; “nos encontramos ante una situación de seguridad límite que podría estar cercana al colapso”; “todos los elementos inspeccionados presentan oxidación generalizada y, por zonas, un grado de corrosión avanzado, con una significativa exfoliación del material en muchos de ellos y pérdida de sección útil. Los forjados presentan igualmente oxidación en el entrevigado y desprendimientos de recubrimientos en algunas semiviguetas de hormigón armadas”. Lo recogían sesudos dictámenes de la consultora Bureau Veritas y del estudio de arquitectura Reviriego y Asociados que RIU presentó ante el Cabildo para impedir que el edificio fuera declarado Bien de Interés Cultural (BIC). ¿Van las autoridades canarias a permitir que se reabra un hotel con este grado de deterioro y de peligro declarado? ¿Quién será el responsable de lo que ocurra? ¿Sólo la cadena propietaria?