Javier Abreu está muy cabreado con Santiago Pérez porque Fernando Clavijo está muy cabreado con Santiago Pérez. Lo peor que le vendría ahora mismo al expresidente y exalcalde de La Laguna es tener al denunciante de la corrupción de Coalición Canaria como compañero en el Senado, hacia donde se encamina como candidato del PSOE a través de la plaza vacante que habrá de cubrir el Parlamento de Canarias en los próximos días.
Clavijo utiliza a Abreu aprovechando su situación de desahuciado de la política, condición que precisamente adquirió cuando Coalición Canaria le propinó en el centro de su trasero la patada que lo sacaba del grupo de gobierno del Ayuntamiento de La Laguna al tiempo que, con su capacidad para gestionar la disciplina de los demás partidos políticos, ayudaba a poner en marcha su expulsión del PSOE.
En una situación personal y profesional calamitosa, sin nada que perder ya, Abreu recibió el año pasado una citación para declarar en calidad de imputado en el caso Reparos, ya saben, ese feo asunto denunciado por Santiago Pérez en el que aparecen como principales involucrados el ya mentado Clavijo y su sucesor en la alcaldía de La Laguna, José Alberto Díaz. Cuando la papeleta del juzgado llegó a su casa, Abreu no se lo podía creer. Era lo que le faltaba. Su nombre no aparecía en la denuncia formulada, porque, en realidad, la denuncia no contenía ningún nombre. Fue la jueza la que, al pedir todos los decretos de la alcaldía de la ciudad de La Laguna por los que se levantaban reparos para prorrogar servicios públicos en contra de los criterios del interventor, imputó a todos los que los firmaron. Y ahí estaba Abreu firmando unos pocos.
Abreu montó en cólera y divulgó a los cuatro vientos que Santiago Pérez lo había traicionado. Enseguida apareció por allí Coalición Canaria para canalizar y rentabilizar ese cabreo del exconcejal y exdirigente socialista. Abreu ya había soltado por ahí en los mentideros del régimen que lo habían presionado, que tenía grabaciones que demostrarían que lo llamaron para decirle que su imputación era circunstancial, que acabaría archivada. Había que hacerlo cantar antes.
El momento era el de su deposición en el caso Reparos en calidad de imputado, una condición procesal que le permite mentir. Contraviniendo la estrategia de los demás investigados, Abreu no se acogió a su derecho a no declarar, y a preguntas del histórico abogado de Coalición Canaria Víctor Díaz, hermano de, investigado José Alberto Díaz, largó lo que había pactado que tenía que largar: “El entorno de Santiago Pérez me ha presionado para que me porte bien”, es decir, que apuntara a Clavijo, vino a ser el mensaje.
La nueva fiscal jefa provincial de Santa Cruz de Tenerife, María Farnés Martínez, a su vez fiscal anticorrupción, vio en esa acusación una oportunidad para congraciarse con Clavijo, Coalición Canaria y con los poderosos medios de comunicación que la estaban señalando insistentemente como cómplice de la misma operación en la que encuadraban a Santiago Pérez. Martínez había dado impulso a la denuncia del caso Reparos, que dormía un inexplicable sueño en el Juzgado de Instrucción 4 de La Laguna, y no tuvo ningún reparo, valga la redundancia, en poner en entredicho la integridad del denunciado cuya denuncia había hecho suya, dando credibilidad a lo que un imputado decía en sede judicial contra la persona que lo había denunciado. Así que, tras oír a Abreu largar que había sido presionado, la fiscal pidió a la jueza que dedujera testimonio por si pudiera haberse cometido un delito contra la administración de justicia.
La euforia en el antiguo régimen fue indisimulada. La grabación de aquella declaración corrió por los medios afines antes incluso de que fuera entregado formalmente a las partes; se daba por sentado que lo que decía Abreu ya había sido probado y que Santiago Pérez era un impostor que ya estaba imputado y a punto de ser condenado.
Un viejo sueño de Coalición Canaria se hacía realidad: desprestigiar al denunciante del caso de Las Teresitas, por el que un icónico alcalde del partido pena en prisión; el denunciante del caso Grúas, que salvó Clavijo en el Tribunal Supremo tras aforarse en el Senado, y del caso Reparos, que sigue vivo en los juzgados de La Laguna aún a desgana de la jueza instructora.
Este jueves Abreu le ha dicho al juez que instruye la causa abierta tras su acusación, César Romero Pamparacuatro, que claro que tiene las pruebas, las pruebas de que alguien (no se sabe muy bien quién) le llamó el día anterior para decirle que se portara bien. Asegura que tiene grabaciones, mensajes y registros de llamadas, pero que los tiene en un pen drive que se le ha traspapelado por ahí. Desde noviembre (cuando lanzó su denuncia) hasta la fecha (cuando la tiene que probar) no ha tenido tiempo de encontrar esas grabaciones, que algunos periodistas presumen haber escuchado parcialmente. Tendrán que ser muy elocuentes porque lo siguiente a una denuncia falsa ya se sabe lo que es.
Ante los micrófonos de la Ser se sinceraba al salir del juzgado: “No sé si a mí me va la vida en esto, pero sí sé que a Santiago Pérez le va la fama”.