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Fuego, suelo, filarmónicas y otras gaitas

Carlos Sosa

Las Palmas de Gran Canaria —

Si usted era de los que creía que Patricia Hernández iba a ser la candidata oficialista a la Secretaría General del PSOE de Canarias, vaya olvidándose. La actual dirección regional le dio ese chance este fin de semana cuando pactó con ella una salida políticamente airosa a la encerrona de la Ley del Suelo de Fernando Clavijo: la vicepresidenta debía asumir en su integridad el dictamen del grupo de expertos y las recomendaciones del Consejo Consultivo para, acto seguido, convencer al presidente de la conveniencia de retrasar la tramitación del texto para introducir todas las modificaciones necesarias que, a la postre, permitieran el apoyo del PSOE. En caso contrario, su posición y la de los otros tres consejeros socialistas en el Gobierno debió haber sido este lunes la del voto en contra. No fue así: Coalición Canaria metió a Patricia Hernández en una de sus habituales piruetas y, asumiendo una mínima parte de las recomendaciones del Consultivo y un espejismo de lo que exigía la dirección socialista, sacó adelante el proyecto de ley con el respaldo unánime de todo el Consejo de Gobierno, incluyendo por lo tanto, los cuatro votos socialistas.

En algunos ambientes ya se ponía fecha este lunes al final de la carrera política de Patricia Hernández, y no porque cometer una indisciplina en el PSOE haya conducido históricamente a la defenestración: hay pruebas cercanas que demuestran lo contrario. Lo que en realidad complica el futuro de la vicepresidenta es el momento que ha escogido para tomar partido por un proyecto de ley que coloca a su formación en una posición muy embarazosa. No lo puede apoyar por las mismas razones expuestas en el dictamen lanzado este fin de semana urbi et orbi, pero la prudencia aconsejaba pactarlo para no poner en riesgo el acuerdo con los nacionalistas, el único escudo salvífico que le queda a Hernández.

Patricia Hernández sabía lo que se jugaba este lunes: si hubiera cumplido con el mandato de la dirección de su partido se habría convertido por anticipado en la candidata de la oficialidad y evitado de ese modo que cojan cuerpo otras opciones que, al menos a día de hoy y sobre el papel, presentan más respaldos para unas elecciones primarias a la Secretaría General del PSOE canario. Ella ha optado por los alcaldes del sur de Tenerife, los que pusieron sobre la mesa su maquinaria y algunas tarjetas de crédito para que pudiera ganar las primarias a la presidencia del Gobierno en la primavera del año pasado. Alcaldes que quieren esta Ley del Suelo de Fernando Clavijo porque con ella verían aún más amplificado su inmenso poder local.

Ahora el PSOE se enfrenta a la dolorosa tramitación de un acuerdo en la Ejecutiva Regional que ordene a los suyos en el Parlamento de Canarias hacer lo que Patricia Hernández no quiso hacer en el Consejo de Gobierno: enmendar hasta la última coma una ley funesta para el territorio canario. Y de ese grupo parlamentario, que preside una de las más destacadas opositoras a la Ley del Suelo, Dolores Corujo, forma parte la mismísima Patricia Hernández. No así sus otros tres consejeros, a los que solo resta invocar el principio de obediencia debida para explicar en sus respectivas agrupaciones locales lo que hicieron este lunes en la mesa del Consejo de Gobierno de Canarias contraviniendo las indicaciones de su dirección regional.

Prepárense para asistir a lo que los expertos en tópicos llaman otoño caliente. El pacto de gobierno va a sufrir una de sus más profundas sacudidas, no hay duda, aliviada en el lado nacionalista por los apoyos que esta ley va a tener por parte del PP, que vuelve a hacer realidad su estrategia de gobernar en Canarias desde la oposición.

Más evidente va a ser el desgaste para el PSOE: si termina por apoyar el proyecto de ley, perderá todo rastro de lo que fue y una de sus banderas, la protección del territorio. Su puesto como referente de izquierda lo ocuparán y hasta se lo disputarán Podemos y Nueva Canarias sin ningún recato. Pero si termina por prevalecer la disciplina, la división interna estará servida desde el movimiento que promoverán algunos alcaldes hasta la natural disputa orgánica por ver quién sucede a José Miguel Pérez. Si lo administran bien, este puede ser el inicio de un bloque progresista que acabe con la hegemonía de derechas en Canarias. Todo eso –y alguna cosilla más- echó por tierra este lunes la irresponsable vicepresidenta del Gobierno que tiene Canarias.

Responsables políticos de un incendio

A Casimiro Curbelo le cayeron sobre la cabeza todas las plagas de Egipto tras el último incendio grave en La Gomera, durante el verano de 2012. La denuncia promovida por quien fuera el hombre fuerte del nacionalismo en la isla, Pedro Medina, se dilucida en estos momentos en un juzgado de Santa Cruz de Tenerife en el que ya ha declarado como investigado el por entonces consejero de Seguridad y Emergencias, Javier González Ortiz, y se está a la espera de que la jueza observe –o no- indicios delictivos en el presidente del Cabildo para, en su caso, mandar la causa al Tribunal Superior de Justicia por su condición de aforado.

Es el vivo ejemplo de utilización política de una catástrofe que ya tuvo un antecedente grotesco en Guadalajara con una denuncia promovida por el Partido Popular contra altos cargos de la Junta de Castilla La Mancha, del PSOE, por un incendio que se llevó por delante la vida de once personas. La causa –evidentemente política- quedó archivada, pero la jueza que durante años mantuvo en vilo a los imputados, Concepción Espejel, fue promovida por el PP a las más altas instancias del Poder Judicial, de cuyo consejo es vocal. Su nombre se baraja ahora como hipotético alto cargo del Ministerio de Justicia en el caso de que las especulaciones que sitúan a María Dolores de Cospedal como ministra se conviertan en hecho cierto.

Nadie hasta el momento ha pretendido descargar las responsabilidades del incendio de La Palma sobre ninguna cabeza política, por muy probable que sea que la defensa –si se deja- del joven que prendió fuego al papel higiénico con el que se limpió el culo arguya durante la causa penal ya abierta que la falta de mantenimiento de los bosques y la proliferación de pinocha puede estar en la causa de la alta propagación del fuego.

La utilización política de este tipo de catástrofes termina volviéndose contra sus autores: Pedro Medina es un don nadie en la política de La Gomera mientras Casimiro Curbelo vive los momentos más álgidos de su carrera política, y el PP ha sucumbido frente al PSOE en Castilla La Mancha sin que por el momento nadie apueste por su inminente regreso. La querella por el incendio de La Gomera va camino del archivo después de que tanto los testigos como el ex consejero de Seguridad argumentaran lo que parece bastante razonable: que no son los políticos los que dirigen las tareas de extinción de un incendio, por fortuna, sino unos técnicos cualificados que informan a los políticos de las decisiones que tienen que tomar para que todo el mundo tenga las espaldas guardadas y los incendios se resuelvan como los medios y la naturaleza permiten.

El festival y el festival

Hay incendios e incendios. El de la Ley del Suelo va camino de propagarse a lo largo y ancho de esta legislatura, y no solamente por el esperpento que resulta que sea la ley que más sintoniza con el Partido Popular, máxima fuerza de la oposición, y provenga de un gobierno en el que se sienta el Partido Socialista. O que meses antes de ser aprobada haya inspirado otra ley, la de los hoteles y los campos de golf en La Palma, que amenaza con convertirse en otro preocupante hito de esta extraña legislatura. Hay sin embargo otro fuego que avanza sin control, el del del Festival de Música de Canarias. Algunos que la criticaron hasta derribarla echan ahora de menos a la ex directora, Candelaria Rodríguez, a la que trataron de la manera que relatan muchas mujeres que ocurre en el seno de Canarias, Cultura en Red, donde reina la misoginia, el machismo y el acoso moral sin que el Gobierno aplique los duros correctivos que la cuestión merece.

Víctima de ese pervertido ambiente y de la manía de este Gobierno por cambiar lo que venía funcionando, cayó la anterior directora del Festival de Música, Candelaria Rodríguez, a la que muchos pudieron ver este pasado sábado departiendo en la fiesta privada –solo treinta personas escogidas- con la que la presidenta y máxima autoridad del Festival de Salzburgo, Helga Rabl-Stadler, homenajeó al director indio Zubin Metha, al que se impuso la Festpielnadel, distinción dedicada a los artistas más destacados de la que ya han sido merecedoras otras personalidades como Riccardo Muti, Plácido Domingo o la violinista Anne Sophie Mutter. Allí, invitada por la presidenta del festival y el director isrealí, estaba la defenestrada directora canaria, a la que se trató de imponer por la vía política el cartel de la próxima edición del festival, como ha ocurrido con su sucesor, el compositor lanzaroteño Nino Díaz, pasto en estos momentos de las llamas de un sector que no quiere oír hablar lo más mínimo de un cambio en el diseño y el formato del festival canario, que cumplirá en enero 33 años, nada menos.

El núcleo irradiador de la musicología isleña

A Candelaria Rodríguez ya la estarán echando de menos porque, por un milagro que ninguno de sus antecesores logró, fue capaz de mantener alto el pabellón con una reducción dramática del presupuesto del festival, que llegó a ser de cinco millones de euros (más abonos, casi seis) a 1,3 (con abonos, menos de dos). Es cierto que los más puristas del lugar se quejaron de la pérdida de calidad (y de abonados) por ese drástico recorte, pero no se habían desatado las hostilidades por parte del núcleo irradiador de la musicología isleña hasta que a Nino Díaz se le ocurrió aplicar una estrategia que haría las delicias de cualquier partido nacionalista: canarizar el festival programando más formaciones y artistas canarios y reduciendo, consecuentemente, la contratación de grandes formaciones extranjeras. El acabose.

El Gobierno tiró p’adelante con la ocurrencia dando por bueno que Nino Díaz sería director disciplinado y mantendría al menos una gran orquesta en el cartel, concretamente la muy recomendada del Teatro Mariinski, sacando de la programación ordinaria aquellas formaciones que a juicio del núcleo duro irradiador de la musicología isleña no tendrán nunca cabida en el diseño original.

Nino les dijo que sí, que no se preocuparan, pero cuando llegó el decisivo momento de presentar el cartel al consejo asesor del Festival de Música de Canarias, el invento se vino abajo. Algunos de los asesores que habían prometido apoyo al nuevo director le dieron la espalda alegando que los cambios habían ido más allá de lo anunciado, y al constatar, según las versiones recabadas por este periodista, que Díaz no sólo incumplía sino que confesaba desconocer aspectos de las formaciones programadas, lo que hizo temer a la concurrencia que la cosa era más hueca de lo que parecía.

El incendio no tenía pinta de estar controlado, y ni siquiera sirvió que el Gobierno manipulara un comunicado de Nino Díaz pidiendo disculpas y ofreciendo sus carnes para azotes o dilapidación, a gusto del consumidor y/o miembro del núcleo irradiador de la musicología canaria. En el entorno del director se asegura que le obligaron a ejercer de chivo expiatorio, lo que suavizaron con la manida invocación a “abrir un debate de altura”, pero su expiación debió parecer tan poco creíble a la parte contratante que ésta optó por sacrificarlo entero, de cuerpo y alma.

Cumbre musical en agosto

De ahí que este lunes de agosto muchos miembros de ese consejo asesor tuvieran que suspender sus merecidas vacaciones para verse con el presidente Fernando Clavijo, que sabe de música clásica lo justito como para no dudar lo que es un fagot. O un clarinete, vale, tampoco hay que ponerse así. Clavijo cree que por un asunto tan circunscrito a un determinado ámbito no merece la pena librar una batalla perdida, sobre todo cuando del lado del núcleo irradiador de la musicología isleña se encuentran dos de los medios de comunicación más influyentes, La Provincia-Diario de Las Palmas y la Cadena Ser. Y no está el horno de la Ley del Suelo para otros bollos, sobre todo después de conocerse que el PSOE piensa echarse al monte en esta cuestión a espaldas de su vicepresidenta, Patricia Hernández.

Tras la reunión de este lunes algunas cosas parecen más claras: que a Nino Díaz se le permitirá hacer este festival con algunas modificaciones que eviten la catástrofe que algunos vaticinan; que no pasará de esta edición; que será el comité asesor el que tome las riendas de su relevo, y que la consejera de Turismo, Cultura y Deportes, Marité Lorenzo, tiene un marrón de considerables proporciones. Que su nombre se incluya en la remodelación con la que Clavijo viene amenazando solo dependerá de que CC de Lanzarote lo autorice. Lo malo es que el relevo puede ser aún peor.

Si usted era de los que creía que Patricia Hernández iba a ser la candidata oficialista a la Secretaría General del PSOE de Canarias, vaya olvidándose. La actual dirección regional le dio ese chance este fin de semana cuando pactó con ella una salida políticamente airosa a la encerrona de la Ley del Suelo de Fernando Clavijo: la vicepresidenta debía asumir en su integridad el dictamen del grupo de expertos y las recomendaciones del Consejo Consultivo para, acto seguido, convencer al presidente de la conveniencia de retrasar la tramitación del texto para introducir todas las modificaciones necesarias que, a la postre, permitieran el apoyo del PSOE. En caso contrario, su posición y la de los otros tres consejeros socialistas en el Gobierno debió haber sido este lunes la del voto en contra. No fue así: Coalición Canaria metió a Patricia Hernández en una de sus habituales piruetas y, asumiendo una mínima parte de las recomendaciones del Consultivo y un espejismo de lo que exigía la dirección socialista, sacó adelante el proyecto de ley con el respaldo unánime de todo el Consejo de Gobierno, incluyendo por lo tanto, los cuatro votos socialistas.

En algunos ambientes ya se ponía fecha este lunes al final de la carrera política de Patricia Hernández, y no porque cometer una indisciplina en el PSOE haya conducido históricamente a la defenestración: hay pruebas cercanas que demuestran lo contrario. Lo que en realidad complica el futuro de la vicepresidenta es el momento que ha escogido para tomar partido por un proyecto de ley que coloca a su formación en una posición muy embarazosa. No lo puede apoyar por las mismas razones expuestas en el dictamen lanzado este fin de semana urbi et orbi, pero la prudencia aconsejaba pactarlo para no poner en riesgo el acuerdo con los nacionalistas, el único escudo salvífico que le queda a Hernández.