El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
La que se avecina en el PSOE canario
En José Miguel Pérez confluyen esos factores tan contradictorios propios de los partidos políticos desinquietos: todos en el PSOE le reconocen su valía política, su honradez personal, su generosidad y, especialmente, su brillante gestión al frente de la Consejería de Educación. Le reprochan no haberse ocupado con mimo del partido; de delegar en una guardia pretoriana de dudosa eficacia tareas indelegables con resultados en algunos casos catastróficos. Una debilidad que le convierte en imperfecto pero que en absoluto mina el resto de la carrera política que le queda por protagonizar, próximamente en Madrid liderando en el mundo educativo la reconquista que Pedro Sánchez quiere iniciar dirigiéndose a los sectores sociales más damnificados por el PP. Se le acabó, en definitiva, sus ciclo en Canarias, aunque haya que esperar a la primavera de 2015 para comprobarlo. Su sucesión no se precipitó la semana pasada, por mucho que pueda atribuirse a una comida en casa de Augusto Brito, que filtró a un colega de Radio Club Tenerife el resultado, el principio del fin. Todo empezó en el congreso federal que aupó a Pedro Sánchez como nuevo secretario general: el ascenso de Pérez a la Ejecutiva, y su confuso anuncio –desmentido acto seguido- de que pronto dejaría Canarias, activó de inmediato los mecanismos de relevo de los que siempre le han venido moviendo la silla, verbigracia, un amplio sector del PSOE tinerfeño, capitaneado por los alcaldes del Sur (Rodríguez Fraga y Pedro Martín, básicamente), los palmeros purgados por pactar con el PP y los secretarios generales de Gran Canaria, Ángel Víctor Torres, y de Las Palmas de Gran Canaria, Chano Franquis. La guinda que supuso que en el Comité Federal entrara Javier Abreu, secretario general de La Laguna, activó de inmediato la búsqueda de una persona que sustituyera al malquerido. Y ese nombre fue el de Carolina Darias.
La reunión de la gasolinera
Buscaban los conjurados alguien con apoyo regional que pudiera plantarle cara a José Miguel Pérez en las inevitables primarias. No les agrada Gustavo Matos, por mucho que en él hayan confiado siempre los palmeros para que les busque una solución a su (¿coyuntural?) expulsión. Querían alguien con más peso, y para eso se conjuraron todos en una reunión, ya bautizada como “de la gasolinera” (con lo mal que suena eso en el PSOE tras el caso Pepiño) a la que asisten los alcaldes del sur, parte de la dirección insular tinerfeña, Anselmo Pestana (presidente purgado del Cabildo de La Palma) y los referidos Franquis y Torres. El nombre que se pone sobre la mesa es el de Carolina Darias, con la que contactan de inmediato con un resultado inesperado: la actual portavoz en el Cabildo grancanario se niega a aceptar la invitación por considerarla una traición a José Miguel Pérez. La relación entre ambos es de estrecha amistad y mutuo respeto, hasta el punto de que el secretario general la inviste como su sucesora en esa famosa comida en el barrio de Monteluz a la que asiste y que, desde ese momento, la marca, para su suerte o para su desgracia, como la ungida. Tras ese fracaso de los gasolineros, se activa el nombre de Patricia Hernández, secretaria general del PSOE en Santa Cruz y una de las más activas y destacadas diputadas nacionales, martillo del PP, particularmente de Gallardón. La consideran un valor en alza que podría avenirse a los gustos mayoritarios en la organización insular, bastante proclive a no repetir experiencia pactista con Coalición Canaria. Pero Patricia Hernández tampoco dice que sí. Aun habiendo sido partidaria en la derrota, en su día de Carme Chacón y recientemente de Eduardo Madina, su lealtad a la dirección del PSOE no es puesta en duda por nadie y tampoco se prestó, por lo tanto, a presentarse a unas primarias contra José Miguel Pérez. Solo ahora que el secretario general ha dado un paso a un lado ha oficializado su candidatura. Y es una candidatura de peso, indudablemente. Cuenta con un amplio sector del socialismo tinerfeño, al que se le han unido algunos de los que hasta ahora se habían mostrado partidarios de Gustavo Matos, como el líder herreño, Alpidio Armas. Este lunes se oficializará la ruptura los conjurados de la gasolinera: Franquis y Torres viajarán a Tenerife para reunirse con el secretario insular, Manuel Fumero, y parte de su tropa, para intentar que se retire Patricia Hernández y todos respalden a Carolina Darias. Una tarea imposible porque la diputada tinerfeña ha decidido tirar para adelante con la certeza de los apoyos con los que dice contar.
Complicaciones para Gustavo Matos
La irrupción de Carolina Darias y Patricia Hernández en la carrera por las primarias socialistas canarias, y por lo tanto, por convertirse en las primeras mujeres que podrían optar a presidir el Gobierno regional, supone para Gustavo Matos un contratiempo inesperado. Sin embargo, el actual secretario de Política Municipal del PSOE canario no se arredra. Es, con diferencia, el que más avanzada tiene su campaña, el único que este último año se ha recorrido todas las agrupaciones, el que enseñó sus cartas lealmente desde el principio, y el que nunca fue temeroso a una reacción contraria del aparato hacia su candidatura. Todos los apoyos cosechados habrá de ponerlos en remojo a partir de este momento, porque no es lo mismo que una decena de secretarios generales comprometan su apoyo ante un escenario en el que teóricamente sólo estaban él y José Miguel Pérez que otro en el que aparecen dos rivales nada folclóricas. Porque si a Patricia Hernández tiene muchos apoyos en la provincia occidental, Carolina Darias viene avalada por la Regional y por la Federal, que ha medido ya el recorrido que puede tener su candidatura. Sin embargo, aparato y bases suelen ser dos conceptos que, dentro del PSOE, pueden convertirse en agua y aceite, y son las bases las que han de decidir quién debe ser el candidato o candidata del PSOE a las elecciones de 2015.
Escasas opciones para Paquita Luengo
La cuarta candidata en liza es Paquita Luengo, actual consejera de Empleo, Industria y Comercio, y paradójicamente, superior jerárquica en el Gobierno de Gustavo Matos, al que ha mantenido en su puesto de director general de Comercio y Consumo pese a las presiones que desde dentro del partido han llegado, tanto a ella como a José Miguel Pérez, que jamás se lo planteó. Es, con diferencia, la peor situada a priori, pese a haber hecho una más que honrosa gestión en una consejería difícil en la que ha tenido que lidiar con el desempleo y con José Manuel Soria, dos marrones que muy pocos hubieran podido sostener como ella lo ha hecho. Además, le avala una vasta trayectoria de servicio al PSOE, bailando en ocasiones con la más fea, siempre guardando una inalterable lealtad a José Miguel Pérez. Sin embargo, ni tiene estructura ni tiene respaldo dentro del partido como para poder alcanzar los mínimos necesarios para ser competitiva en una carrera en la que hacen falta avales, secretarios generales y mucha tropa. Este lunes hará pública seguramente su decisión al respecto.
El nacionalismo, en revisión en CC
Mientras el PSOE canario abre su melón sucesorio, el de Coalición Canaria no parece haberse cerrado del todo tras la elección de Fernando Clavijo como heredero, de momento solo a título de candidato, de Paulino Rivero. El destino institucional quiso que este sábado coincidieran los dos en distinto plano de representación en la procesión del Cristo de La Laguna, un acontecimiento singular al que el presidente acudió con un rango reforzado, el de máxima autoridad regional y el de representante del Rey, condición que le permitió subirse a una peana por encima de Clavijo y pasar revista a las tropas allí desplegadas. La autoridad es la autoridad, y no solo la institucional sino la que habrá de vencer el nuevo candidato para convencer a las tropas heridas tras la batalla. Porque la elección del alcalde lagunero no cierra en absoluto debates abiertos en la organización, y no solamente el modelo de designación, a todas luces dañino, sino también el deterioro progresivo que ha venido sufriendo estos últimos años en los que, paralelamente a una regionalización y un desterramiento del pleito insular, méritos atribuibles a Rivero, se ha venido produciendo un alejamiento de principios nacionalistas que a los más ortodoxos inquieta bastante. Si Clavijo no logra desembarazarse de sus vínculos con los poderes tradicionales de ATI, de las cadenas mortíferas de la vieja oligarquía tinerfeña que ven en él una ilusionante vuelta a los orígenes, y no acomete a su vez una renovación hacia más nacionalismo, es más que probable que la quiebra se produzca y en vez de dos sean tres los partidos que levanten esa bandera en Canarias. Porque la tesis de la reconstrucción del PNC a partir de sus propios restos y de los damnificados del resurgir de ATI empieza a tomar cuerpo de manera preocupante.
En José Miguel Pérez confluyen esos factores tan contradictorios propios de los partidos políticos desinquietos: todos en el PSOE le reconocen su valía política, su honradez personal, su generosidad y, especialmente, su brillante gestión al frente de la Consejería de Educación. Le reprochan no haberse ocupado con mimo del partido; de delegar en una guardia pretoriana de dudosa eficacia tareas indelegables con resultados en algunos casos catastróficos. Una debilidad que le convierte en imperfecto pero que en absoluto mina el resto de la carrera política que le queda por protagonizar, próximamente en Madrid liderando en el mundo educativo la reconquista que Pedro Sánchez quiere iniciar dirigiéndose a los sectores sociales más damnificados por el PP. Se le acabó, en definitiva, sus ciclo en Canarias, aunque haya que esperar a la primavera de 2015 para comprobarlo. Su sucesión no se precipitó la semana pasada, por mucho que pueda atribuirse a una comida en casa de Augusto Brito, que filtró a un colega de Radio Club Tenerife el resultado, el principio del fin. Todo empezó en el congreso federal que aupó a Pedro Sánchez como nuevo secretario general: el ascenso de Pérez a la Ejecutiva, y su confuso anuncio –desmentido acto seguido- de que pronto dejaría Canarias, activó de inmediato los mecanismos de relevo de los que siempre le han venido moviendo la silla, verbigracia, un amplio sector del PSOE tinerfeño, capitaneado por los alcaldes del Sur (Rodríguez Fraga y Pedro Martín, básicamente), los palmeros purgados por pactar con el PP y los secretarios generales de Gran Canaria, Ángel Víctor Torres, y de Las Palmas de Gran Canaria, Chano Franquis. La guinda que supuso que en el Comité Federal entrara Javier Abreu, secretario general de La Laguna, activó de inmediato la búsqueda de una persona que sustituyera al malquerido. Y ese nombre fue el de Carolina Darias.