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Llamazares se pone preguntón

El otro frente que se le ha abierto a Soria esta semana tiene que ver con la noticia que publicábamos en CANARIAS AHORA este pasado verano: Soria pasó sus vacaciones en un hotel ilegal de la isla de Lanzarote. La noticia apenas tuvo trascendencia en Canarias, donde parece que una parte de la ciudadanía y de los medios informativos se han acostumbrado a las trapisondas y a las indecencias de una manera ciertamente preocupante. Sí se hicieron eco del asunto algunos medios de comunicación nacionales, lo que ha conducido al diputado asturiano Gaspar Llamazares, histórico dirigente de Izquierda Unida, a formularle al Gobierno una pregunta inocentona: “¿Considera el Gobierno que el veraneo de un ministro en un hotel ilegal es compatible con la ejemplaridad que debería regir su comportamiento?”. Si dejan contestar a Soria, cosa que no recomendamos al señor presidente, estamos seguros de lo que dirá: “Mire, señoría, yo elijo mis hoteles en función de su categoría, de su calidad, de los servicios que presta, de la carta de sus restaurantes, de su accesibilidad y de su confort; pero jamás se me ocurre pedirle si está al corriente en el pago de sus tributos o si tiene licencia de apertura”. Una respuesta así, marca de la casa, tiene su fácil contrarréplica: “Señor Soria, usted conoce perfectamente la ilegalidad de ese hotel, no solo porque su nombre ha salido mil veces publicado en la prensa de las islas, sino porque también en 2011 se alojó allí, siendo vicepresidente del Gobierno canario, y la prensa le preguntó cómo era posible que usara un hotel ilegal para sus vacaciones”. La siguiente pregunta de Llamazares debe ser: “¿Pagó el señor ministro el precio oficial de la villa real que ocupó en ese hotel?” De nada.

El otro frente que se le ha abierto a Soria esta semana tiene que ver con la noticia que publicábamos en CANARIAS AHORA este pasado verano: Soria pasó sus vacaciones en un hotel ilegal de la isla de Lanzarote. La noticia apenas tuvo trascendencia en Canarias, donde parece que una parte de la ciudadanía y de los medios informativos se han acostumbrado a las trapisondas y a las indecencias de una manera ciertamente preocupante. Sí se hicieron eco del asunto algunos medios de comunicación nacionales, lo que ha conducido al diputado asturiano Gaspar Llamazares, histórico dirigente de Izquierda Unida, a formularle al Gobierno una pregunta inocentona: “¿Considera el Gobierno que el veraneo de un ministro en un hotel ilegal es compatible con la ejemplaridad que debería regir su comportamiento?”. Si dejan contestar a Soria, cosa que no recomendamos al señor presidente, estamos seguros de lo que dirá: “Mire, señoría, yo elijo mis hoteles en función de su categoría, de su calidad, de los servicios que presta, de la carta de sus restaurantes, de su accesibilidad y de su confort; pero jamás se me ocurre pedirle si está al corriente en el pago de sus tributos o si tiene licencia de apertura”. Una respuesta así, marca de la casa, tiene su fácil contrarréplica: “Señor Soria, usted conoce perfectamente la ilegalidad de ese hotel, no solo porque su nombre ha salido mil veces publicado en la prensa de las islas, sino porque también en 2011 se alojó allí, siendo vicepresidente del Gobierno canario, y la prensa le preguntó cómo era posible que usara un hotel ilegal para sus vacaciones”. La siguiente pregunta de Llamazares debe ser: “¿Pagó el señor ministro el precio oficial de la villa real que ocupó en ese hotel?” De nada.