El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Ha nacido una estrella
Ahí tienen en su integridad, sin añadir ni quitar nada a su texto, la rectificación que muy correctamente nos ha hecho llegar el que fuera concejal de Hacienda de Miguel Zerolo en el preciso periodo que abarcó entre el verano de 2003 y el verano de 2006, es decir, poco más de tres años, y no los cuatro que por un desgraciado error le atribuimos en el comentario objeto de la rectificación. Quede aclarado que nos referíamos al mandato, pero en aras de la precisión que exige el señor Núñez, procedemos a la flagelación pública. Sostiene el rectificante que no fue asesor fiscal de Miguel Zerolo, ocupación que en absoluto pretendimos lanzar como ofensa; nos consta que así fue pero está en su derecho el ex concejal de rectificarnos, seguramente para evitar que pudiera relacionársele con las complejas declaraciones de la Renta del hoy senador del Reino. Dice Núñez que jamás ha tenido conciencia de colaborar en trama alguna, y menos aún si ésta pudiera ser delictiva. No lo afirmamos nosotros, lo afirma un auto del magistrado del Supremo Luciano Varela, que ha dado por concluida la instrucción del caso García Cabrera incluyéndolo a él como imputado, en trance de convertirse en acusado si finalmente el Ministerio Fiscal así lo estima en la fase en la que se encuentra el proceso. Es más, el fiscal y el magistrado instructor lo incluyeron en la lista de imputados gracias a Miguel Zerolo, que en un escrito en el que pide su declaración como testigo relató hechos tan llamativos que obligaron al fiscal a pedir su imputación, cosa que el juez aceptó. Como buen jurista que es, el señor Núñez debe saber que el desconocimiento de las leyes no excusan su cumplimiento, y en el caso que nos ocupa, si participó en el presunto delito de prevaricación que se le atribuye da lo mismo que la haya metido un poquito que toda entera. Sostiene el rectificante que jamás ha pertenecido a la UPC ni a ATI, cosa que tampoco dijimos, sino que “empezó su vida política en la UPC y la acabó en las redes de ATI”. El señor Núñez ocupó la tercera plaza de la lista de la Unión del Pueblo Canario (UPC) al Cabildo de Tenerife en una de las elecciones locales celebradas en los 80 (perdonen que no podamos concretar el año exacto), y como él mismo reconoce, su última ocupación política ha sido la de concejal a las órdenes de Miguel Zerolo, uno de los más señeros dirigentes de ATI. Nadie habló de militancia, cosa que tampoco puede considerarse ofensivo. Como concejal de Hacienda y de Recursos Humanos, concluye en su carta el señor Núñez, nunca se cargó a dos interventores. El caso es que no desmiente que cayeran dos interventores durante su corto mandato de tres años, pero niega que fuera él quien los destituyera. Evidentemente, esa es una competencia del alcalde que, en todos los ayuntamientos normales, suele actuar en esta materia de acuerdo con su concejal delegado del ramo, y en este caso de dos ramos competentes: Hacienda y Recursos Humanos. Por lo tanto, estamos ante el nacimiento de una estrella deseosa de ser noticia, unas veces de oficio y otras a petición propia. Es su decisión.
Ahí tienen en su integridad, sin añadir ni quitar nada a su texto, la rectificación que muy correctamente nos ha hecho llegar el que fuera concejal de Hacienda de Miguel Zerolo en el preciso periodo que abarcó entre el verano de 2003 y el verano de 2006, es decir, poco más de tres años, y no los cuatro que por un desgraciado error le atribuimos en el comentario objeto de la rectificación. Quede aclarado que nos referíamos al mandato, pero en aras de la precisión que exige el señor Núñez, procedemos a la flagelación pública. Sostiene el rectificante que no fue asesor fiscal de Miguel Zerolo, ocupación que en absoluto pretendimos lanzar como ofensa; nos consta que así fue pero está en su derecho el ex concejal de rectificarnos, seguramente para evitar que pudiera relacionársele con las complejas declaraciones de la Renta del hoy senador del Reino. Dice Núñez que jamás ha tenido conciencia de colaborar en trama alguna, y menos aún si ésta pudiera ser delictiva. No lo afirmamos nosotros, lo afirma un auto del magistrado del Supremo Luciano Varela, que ha dado por concluida la instrucción del caso García Cabrera incluyéndolo a él como imputado, en trance de convertirse en acusado si finalmente el Ministerio Fiscal así lo estima en la fase en la que se encuentra el proceso. Es más, el fiscal y el magistrado instructor lo incluyeron en la lista de imputados gracias a Miguel Zerolo, que en un escrito en el que pide su declaración como testigo relató hechos tan llamativos que obligaron al fiscal a pedir su imputación, cosa que el juez aceptó. Como buen jurista que es, el señor Núñez debe saber que el desconocimiento de las leyes no excusan su cumplimiento, y en el caso que nos ocupa, si participó en el presunto delito de prevaricación que se le atribuye da lo mismo que la haya metido un poquito que toda entera. Sostiene el rectificante que jamás ha pertenecido a la UPC ni a ATI, cosa que tampoco dijimos, sino que “empezó su vida política en la UPC y la acabó en las redes de ATI”. El señor Núñez ocupó la tercera plaza de la lista de la Unión del Pueblo Canario (UPC) al Cabildo de Tenerife en una de las elecciones locales celebradas en los 80 (perdonen que no podamos concretar el año exacto), y como él mismo reconoce, su última ocupación política ha sido la de concejal a las órdenes de Miguel Zerolo, uno de los más señeros dirigentes de ATI. Nadie habló de militancia, cosa que tampoco puede considerarse ofensivo. Como concejal de Hacienda y de Recursos Humanos, concluye en su carta el señor Núñez, nunca se cargó a dos interventores. El caso es que no desmiente que cayeran dos interventores durante su corto mandato de tres años, pero niega que fuera él quien los destituyera. Evidentemente, esa es una competencia del alcalde que, en todos los ayuntamientos normales, suele actuar en esta materia de acuerdo con su concejal delegado del ramo, y en este caso de dos ramos competentes: Hacienda y Recursos Humanos. Por lo tanto, estamos ante el nacimiento de una estrella deseosa de ser noticia, unas veces de oficio y otras a petición propia. Es su decisión.