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Más patinazos del Día de Canarias

Cuando alguna cosa puede empeorar, generalmente termina empeorando. Lo patentó un tal Murphy, pero es atribuible sin duda a este Gobierno de Canarias y al pacto que lo sustenta, que cuando empieza a encharcarla, termina la cosa en tsunami. El programa de mano de los Premios Canarias, distribuido desde hace tres años con el añadido en cada edición de los nuevos premiados, continúa presentando imperdonables erratas que no podemos evitar comentarles: Monzón Grau-Bassas (falta el nombre, Rafael); Alfredo Graus Trujillo (de los Graus de toda la vida); Agustín Miralles Sall (míralos a ellos qué torpes); Juan Hidalgo Codorniz (por Codorniú, que se toma con ave, pescado o cualquier tipo de condumio); Baudillo Miró Mainou (por Baudilio); Rafael Rebolo López (se tragaron una ele); Francisco Morales Falcón (que es Padrón); Cesar Manrique Cabrera (acentuado según quien lo mente, pero nunca sin tilde), y José Samago, que viene siendo un escritor portugués afincado en Lanzarote, y no un mago de cualquier municipio de Canarias, muy merecedor de llegar a las más altas cotas de la representación institucional, pero difícilmente a ser confundido con un Premio Nobel. Y así hasta una veintena de estropicios impropios de un Gobierno que toca el tambor y la gente baila. Y cuida a los suyos con un mimo y una pulcritud impresionantes.

Cuando alguna cosa puede empeorar, generalmente termina empeorando. Lo patentó un tal Murphy, pero es atribuible sin duda a este Gobierno de Canarias y al pacto que lo sustenta, que cuando empieza a encharcarla, termina la cosa en tsunami. El programa de mano de los Premios Canarias, distribuido desde hace tres años con el añadido en cada edición de los nuevos premiados, continúa presentando imperdonables erratas que no podemos evitar comentarles: Monzón Grau-Bassas (falta el nombre, Rafael); Alfredo Graus Trujillo (de los Graus de toda la vida); Agustín Miralles Sall (míralos a ellos qué torpes); Juan Hidalgo Codorniz (por Codorniú, que se toma con ave, pescado o cualquier tipo de condumio); Baudillo Miró Mainou (por Baudilio); Rafael Rebolo López (se tragaron una ele); Francisco Morales Falcón (que es Padrón); Cesar Manrique Cabrera (acentuado según quien lo mente, pero nunca sin tilde), y José Samago, que viene siendo un escritor portugués afincado en Lanzarote, y no un mago de cualquier municipio de Canarias, muy merecedor de llegar a las más altas cotas de la representación institucional, pero difícilmente a ser confundido con un Premio Nobel. Y así hasta una veintena de estropicios impropios de un Gobierno que toca el tambor y la gente baila. Y cuida a los suyos con un mimo y una pulcritud impresionantes.