El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Refritos puros y angelicales
La caradura del dueño del periódico El Día empieza a ser de doctor en Psiquiatría. Este miércoles volvió a sentarse en el banquillo de un juzgado para responder a una nueva demanda de protección del honor por sus graves insultos a la concejala de Santa Cruz Ángela Mena, esposa de Paulino Rivero, verdadero motivo por el que se han producido los ataques vistos para sentencia. El juicio volvió a arrojar evidencias de que don Pepito, o don José, táchese lo que cada cual crea más procedente, se cree tocado por un ser superior, increíblemente más superior que él, que le ha dado patente de corso para convertir en angelical lo que es un atentado permanente al periodismo y a la Constitución española. Enfangado en su propia mierda, la que vomita cada día en sus editoriales, el dueño de El Día quiso esquivar ante la juez que lo juzgó una cuantiosa condena económica asegurando que él nunca insulta, que los que insultamos somos los vulgares comunes. Él lo que hace, vino a recalcar, es dar consejos, como mucho repetir los apodos que los demás pronuncian sobre sus víctimas. La deportación de Paulino Rivero y su esposa al estilo Ceaucescu , una de las insidias más repetidas por don Pepito este último año, es “un consejo político”, según remarcó con una desfachatez digna de un patán que se cree dios.
La caradura del dueño del periódico El Día empieza a ser de doctor en Psiquiatría. Este miércoles volvió a sentarse en el banquillo de un juzgado para responder a una nueva demanda de protección del honor por sus graves insultos a la concejala de Santa Cruz Ángela Mena, esposa de Paulino Rivero, verdadero motivo por el que se han producido los ataques vistos para sentencia. El juicio volvió a arrojar evidencias de que don Pepito, o don José, táchese lo que cada cual crea más procedente, se cree tocado por un ser superior, increíblemente más superior que él, que le ha dado patente de corso para convertir en angelical lo que es un atentado permanente al periodismo y a la Constitución española. Enfangado en su propia mierda, la que vomita cada día en sus editoriales, el dueño de El Día quiso esquivar ante la juez que lo juzgó una cuantiosa condena económica asegurando que él nunca insulta, que los que insultamos somos los vulgares comunes. Él lo que hace, vino a recalcar, es dar consejos, como mucho repetir los apodos que los demás pronuncian sobre sus víctimas. La deportación de Paulino Rivero y su esposa al estilo Ceaucescu , una de las insidias más repetidas por don Pepito este último año, es “un consejo político”, según remarcó con una desfachatez digna de un patán que se cree dios.