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Soria en 2009: 5,5 millones de SEFCAN

Este avance tecnológico del Gobierno canario, que es ejemplo de éxito en convenciones de código abierto en el mundo, se enfrenta sin embargo a las reticencias lógicas de las dos grandes multinacionales del sector, proveedoras históricas de la Comunidad Autónoma que hasta ahora no había tenido remilgos en adjudicarle millonarios contratos incluso sorteando viejos software locales que jamás se quisieron actualizar. El principal valedor de empresas como Oracle o SAP, esas multinacionales que presionan para no perder su posición de privilegio, fue sin duda José Manuel Soria, que durante su mandato al frente de la Consejería de Economía y Hacienda puso en marcha ese fabuloso fantasma que es el SEFCAN, el sistema de control financiero de Canarias que adjudicó en agosto de 2009, con su correspondiente agostidad, por 5.500.000 euros. Curiosamente, ese portentoso y oneroso sistema de control de toda la Comunidad Autónoma dejó fuera al Servicio Canario de Salud, en manos de otra consejera del PP, Mercedes Roldós, que por su parte compró otro software, el TARO, que costó otro ojo de la cara (y la yema del otro). Dos sistemas adjudicados por el PP que, en términos informáticos, “no se hablan entre sí”, lo que obliga a introducir datos dos veces o ejecutar traslados vía técnicos, con lo que ello comporta. El SEFCAN no ha podido ser sustituido por otro software porque no hay manera de desentrañar sus tripas, y a finales de 2012 salió a licitación por otros 5.500.000 euros la renovación de las licencias, en manos de El Corte Inglés, que es la representante en la tierra de la multinacional SAP, dueña del código. El Gobierno dice estar seguro de poder estabilizar el coste anual de licencias privativas en 1.200.000 euros al año, que viene siendo la mitad de lo que se venía pagando hasta ahora a través de contratos leoninos firmados por algunos de los que pregonan todos los días que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y que hay que adelgazar las administraciones públicas. Seguramente para continuar engordando a los que ellos siempre han ayudado a engordar.

Este avance tecnológico del Gobierno canario, que es ejemplo de éxito en convenciones de código abierto en el mundo, se enfrenta sin embargo a las reticencias lógicas de las dos grandes multinacionales del sector, proveedoras históricas de la Comunidad Autónoma que hasta ahora no había tenido remilgos en adjudicarle millonarios contratos incluso sorteando viejos software locales que jamás se quisieron actualizar. El principal valedor de empresas como Oracle o SAP, esas multinacionales que presionan para no perder su posición de privilegio, fue sin duda José Manuel Soria, que durante su mandato al frente de la Consejería de Economía y Hacienda puso en marcha ese fabuloso fantasma que es el SEFCAN, el sistema de control financiero de Canarias que adjudicó en agosto de 2009, con su correspondiente agostidad, por 5.500.000 euros. Curiosamente, ese portentoso y oneroso sistema de control de toda la Comunidad Autónoma dejó fuera al Servicio Canario de Salud, en manos de otra consejera del PP, Mercedes Roldós, que por su parte compró otro software, el TARO, que costó otro ojo de la cara (y la yema del otro). Dos sistemas adjudicados por el PP que, en términos informáticos, “no se hablan entre sí”, lo que obliga a introducir datos dos veces o ejecutar traslados vía técnicos, con lo que ello comporta. El SEFCAN no ha podido ser sustituido por otro software porque no hay manera de desentrañar sus tripas, y a finales de 2012 salió a licitación por otros 5.500.000 euros la renovación de las licencias, en manos de El Corte Inglés, que es la representante en la tierra de la multinacional SAP, dueña del código. El Gobierno dice estar seguro de poder estabilizar el coste anual de licencias privativas en 1.200.000 euros al año, que viene siendo la mitad de lo que se venía pagando hasta ahora a través de contratos leoninos firmados por algunos de los que pregonan todos los días que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y que hay que adelgazar las administraciones públicas. Seguramente para continuar engordando a los que ellos siempre han ayudado a engordar.