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OPINIÓN | 'En el límite', por Antón Losada

Los técnicos no querían experimentos

Javier Artiles sabía que las bases para el concurso iban a ser muy duras porque los técnicos del Servicio Canario de Salud no querían experimentos en el área más populosa de la salud en Canarias. Tenía que ser una empresa con acreditada solvencia profesional y con un buen músculo económico-financiero, por lo que incluyeron en las bases dos exigencias que, de no haber sido suprimidas por la secretaria general técnica de Sanidad, dejaban fuera a la empresa cuyos intereses defendía el controvertido abogado grancanario, Lifeblood. Claro que no redactó las bases, como él mismo ha insistido ante los periodistas que le han preguntado, pero no hacía falta, ya había quien las adaptaba a sus deseos dentro del Gobierno. También fue Artiles quien se ocupó de buscar la financiación para el negocio, y lo hizo nuevamente a través de su concuño, Mario Romero Mur, vocal del consejo de administración de La Caja por el tercio del PP. Según publicaba este domingo Canarias7, directivos de la entidad de ahorros tenían muy avanzada una operación por la que La Caja iba a materializar RIC comprando máquinas de diálisis para luego alquilarlas a Lifeblood. El periódico de Juan Francisco García ha insistido mucho en situar esa operación en la dirección general de la entidad y nunca en su consejo de administración, que no estaba al tanto, según esas mismas informaciones.

Javier Artiles sabía que las bases para el concurso iban a ser muy duras porque los técnicos del Servicio Canario de Salud no querían experimentos en el área más populosa de la salud en Canarias. Tenía que ser una empresa con acreditada solvencia profesional y con un buen músculo económico-financiero, por lo que incluyeron en las bases dos exigencias que, de no haber sido suprimidas por la secretaria general técnica de Sanidad, dejaban fuera a la empresa cuyos intereses defendía el controvertido abogado grancanario, Lifeblood. Claro que no redactó las bases, como él mismo ha insistido ante los periodistas que le han preguntado, pero no hacía falta, ya había quien las adaptaba a sus deseos dentro del Gobierno. También fue Artiles quien se ocupó de buscar la financiación para el negocio, y lo hizo nuevamente a través de su concuño, Mario Romero Mur, vocal del consejo de administración de La Caja por el tercio del PP. Según publicaba este domingo Canarias7, directivos de la entidad de ahorros tenían muy avanzada una operación por la que La Caja iba a materializar RIC comprando máquinas de diálisis para luego alquilarlas a Lifeblood. El periódico de Juan Francisco García ha insistido mucho en situar esa operación en la dirección general de la entidad y nunca en su consejo de administración, que no estaba al tanto, según esas mismas informaciones.