El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Venganza soriana en la Supercomisaría
Prometió venganza desde que se empeñó en que había una conspiración contra él. Y ahora, con el estilo que le caracteriza, la va ejecutando poco a poco. El ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, con la cooperación necesaria del jefe superior de Policía de Canarias, Valentín Solano, va cortando las cabezas de los comisarios e inspectores policiales que en el pasado osaron poner en entredicho su poder omnímodo, ora investigándolo en asuntos tan espinosos como el caso salmón, ora denunciándolo ante la Justicia por sus acusaciones de compló policial contra él. El primer policía en caer víctima de esta vendetta ministerial fue el inspector Juan Murillo, a quien Soria y su guardia pretoriana en el Cuerpo Nacional de Policía habían acusado sin pruebas de haber construido una irreal investigación para perjudicar al Partido Popular. A Murillo lo llamó a su despacho, a poco de llegar, el jefe superior para explicarle que tenía el encargo directo de cortarle la cabeza. No hubo excusas, no hubo una mentira piadosa: “tengo que entregar su cabeza y lo voy a hacer”, dijo Solano a Murillo en una conversación que pasará a la posteridad. Murillo, que dirigió entre otras las investigaciones de corrupción del PP en Telde (caso Faycán) y en Mogán (caso Góngola) patrulla ahora las calles de Las Palmas de Gran Canaria con su uniforme para que su caso sirva como ejemplo a todos los demás miembros de la plantilla que hayan pensado en alguna ocasión que se puede investigar al Partido Popular sin que te pase nada.
Prometió venganza desde que se empeñó en que había una conspiración contra él. Y ahora, con el estilo que le caracteriza, la va ejecutando poco a poco. El ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, con la cooperación necesaria del jefe superior de Policía de Canarias, Valentín Solano, va cortando las cabezas de los comisarios e inspectores policiales que en el pasado osaron poner en entredicho su poder omnímodo, ora investigándolo en asuntos tan espinosos como el caso salmón, ora denunciándolo ante la Justicia por sus acusaciones de compló policial contra él. El primer policía en caer víctima de esta vendetta ministerial fue el inspector Juan Murillo, a quien Soria y su guardia pretoriana en el Cuerpo Nacional de Policía habían acusado sin pruebas de haber construido una irreal investigación para perjudicar al Partido Popular. A Murillo lo llamó a su despacho, a poco de llegar, el jefe superior para explicarle que tenía el encargo directo de cortarle la cabeza. No hubo excusas, no hubo una mentira piadosa: “tengo que entregar su cabeza y lo voy a hacer”, dijo Solano a Murillo en una conversación que pasará a la posteridad. Murillo, que dirigió entre otras las investigaciones de corrupción del PP en Telde (caso Faycán) y en Mogán (caso Góngola) patrulla ahora las calles de Las Palmas de Gran Canaria con su uniforme para que su caso sirva como ejemplo a todos los demás miembros de la plantilla que hayan pensado en alguna ocasión que se puede investigar al Partido Popular sin que te pase nada.