El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Zerolo inauguró la 'conspiranoica'
Lamentándolo mucho por José Manuel Corrales, al que tenemos en gran estima aunque lo disimulemos bastante (le querremos más cuando se esté quieto en un partido donde lo aguanten más de un mes seguido) no fue él sino Miguel Zerolo el que inauguró la existencia de una conspiración muy alambicada en el affaire de Las Teresitas. También Zerolo, como hizo hasta el otro día Corrales, culpó de tal conspiración a los malditos socialistas, a los que atribuyó prácticamente haberse inventado el pelotazo de libro que todo el mundo reconoce (incluso Bermúdez) en ese frente de playa. El hoy senador no se conformó con comentar su tesis sobre la conspiración en el hoyo nueve del campo de golf, o en el bar del Mencey antes de que lo remodelaran, sino que lo plasmó con todas sus consecuencias en un apoteósico artículo que publicó en Canarias7 en 2008. El núcleo de la conspiración lo contaba así el ex alcalde de Santa Cruz: “Fue el PSOE de Tenerife el que presentó al fiscal, dependiente del Ministerio de Justicia, cuyo responsable era Juan Fernando López, la denuncia contra la compra de Las Teresitas. Pocos meses después, el ministro abandonaba el cargo y se le proclamaba candidato a la presidencia del Gobierno de Canarias. Y su campaña -oh, sorpresa- estuvo centrada en la presunta corrupción existente en las Islas y en el caso de Las Teresitas que su fiscal había recibido de manos de su partido. En otro país, éste sólo hecho sería ya, de por sí, constitutivo de un escándalo mayúsculo [ojo, no se refiere al pelotazo por él propiciado, sino a la denuncia y a la investigación]. Pero no aquí (porque aquí pasa, sin rubor, que en plena campaña electoral se hace público un fallo del Tribunal Supremo con fecha de deliberación de diciembre de 2006, cuando las elecciones fueron en mayo de 2007, y que, por cierto, se notifica antes a los medios de comunicación que a las partes). Pasa, sin que nada pase, que las investigaciones de la fiscalía y de la policía judicial se hagan públicas en algunos periódicos aún con varios meses de adelanto a la realización de las mismas. Pasa que un comisario, y máximo responsable de la policía en Canarias, se convierte en el único interlocutor de los investigadores alterando las jerarquías de la administración y creando una brigada especial al margen de todo control para su uso como instrumento político”. Es verdad, nadie de la Policía ni del PSOE dimitió cuando se descubrió el percal. Zerolo sí, por eso está en el Senado elegido senador por la Comunidad Autónoma solo con los votos del PP y de Coalición Canaria en el Parlamento. ¿Del PP? ¿Hemos dicho del PP? ¿Y qué opina el PP de los papeles aparecidos?
Lamentándolo mucho por José Manuel Corrales, al que tenemos en gran estima aunque lo disimulemos bastante (le querremos más cuando se esté quieto en un partido donde lo aguanten más de un mes seguido) no fue él sino Miguel Zerolo el que inauguró la existencia de una conspiración muy alambicada en el affaire de Las Teresitas. También Zerolo, como hizo hasta el otro día Corrales, culpó de tal conspiración a los malditos socialistas, a los que atribuyó prácticamente haberse inventado el pelotazo de libro que todo el mundo reconoce (incluso Bermúdez) en ese frente de playa. El hoy senador no se conformó con comentar su tesis sobre la conspiración en el hoyo nueve del campo de golf, o en el bar del Mencey antes de que lo remodelaran, sino que lo plasmó con todas sus consecuencias en un apoteósico artículo que publicó en Canarias7 en 2008. El núcleo de la conspiración lo contaba así el ex alcalde de Santa Cruz: “Fue el PSOE de Tenerife el que presentó al fiscal, dependiente del Ministerio de Justicia, cuyo responsable era Juan Fernando López, la denuncia contra la compra de Las Teresitas. Pocos meses después, el ministro abandonaba el cargo y se le proclamaba candidato a la presidencia del Gobierno de Canarias. Y su campaña -oh, sorpresa- estuvo centrada en la presunta corrupción existente en las Islas y en el caso de Las Teresitas que su fiscal había recibido de manos de su partido. En otro país, éste sólo hecho sería ya, de por sí, constitutivo de un escándalo mayúsculo [ojo, no se refiere al pelotazo por él propiciado, sino a la denuncia y a la investigación]. Pero no aquí (porque aquí pasa, sin rubor, que en plena campaña electoral se hace público un fallo del Tribunal Supremo con fecha de deliberación de diciembre de 2006, cuando las elecciones fueron en mayo de 2007, y que, por cierto, se notifica antes a los medios de comunicación que a las partes). Pasa, sin que nada pase, que las investigaciones de la fiscalía y de la policía judicial se hagan públicas en algunos periódicos aún con varios meses de adelanto a la realización de las mismas. Pasa que un comisario, y máximo responsable de la policía en Canarias, se convierte en el único interlocutor de los investigadores alterando las jerarquías de la administración y creando una brigada especial al margen de todo control para su uso como instrumento político”. Es verdad, nadie de la Policía ni del PSOE dimitió cuando se descubrió el percal. Zerolo sí, por eso está en el Senado elegido senador por la Comunidad Autónoma solo con los votos del PP y de Coalición Canaria en el Parlamento. ¿Del PP? ¿Hemos dicho del PP? ¿Y qué opina el PP de los papeles aparecidos?