Ana María Matute, premio Cervantes 2010

La escritora Ana María Matute ha sido galardonada este miércoles con el Premio Cervantes 2010. La autora de Luciérnagas y Olvidado Rey Gudú es la tercera mujer en ganar el máximo galardón de las letras hispanas.

La ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, ha sido la encargada de anunciar el nombre del ganadora de este premio, que se concede anualmente y que está dotado con 125.000 euros. Matute recogerá el premio el próximo 23 de abril en la Universidad de Alcalá de Henares.

Matute es miembro de la Real Academia Española, autora de casi una veintena de novelas y otros tantos relatos y cuentos. Tiene, entre otros muchos, el Premio Planeta, el Nadal, el Nacional de Literatura y el Nacional de las Letras Españolas.

La escritora y académica es autora de novelas como Los hijos muertos o Los soldados lloran de noche y relatos como El país de la pizarra o El polizón del Ulises.

Matute nació el 26 de julio de 1926 en Barcelona y se crió en el seno de una familia adinerada y conservadora que influyó en la obra y la ideología de la autora.

En 1954, ganó el Premio Planeta por Pequeño Teatro y se confirmó en el mundo literario. A partir de entonces, se ha dedicado por entero a la escritura, influida, entre otras cosas, por su experiencia durante la Guerra Civil, que estalló cuando era niña.

La Puerta de La Luna

La escritora catalana cumple 85 años en activo y publica La Puerta de la Luna (Destino), una recopilación de todos los cuentos de su carrera en los que afloran, entre otras cosas, su lucha contra la injusticia, y es que no se muestra “nada orgullosa de pertenecer a la especie humana”.

En una entrevista concedida a Europa Press en su casa de Barcelona con motivo del lanzamiento de su última novela, Matute habló de su infancia -“la recuerdo mejor que lo que hice hace cuatro días”-, de su obsesión por el tiempo y de los malos recuerdos de la Guerra Civil y la posguerra, algo que marcó profundamente su obra: “Fue una tragedia inmensa para todos los españoles”.

“Los lápices de colores me chiflan”, confiesa la escritora, que debido a su “mala salud de hierro” -ha entrado 11 veces en quirófano- ha tenido que renunciar a otra de sus grandes pasiones: la carpintería.

De aquellos años grises la escritora recuerda especialmente su estricta educación, -“las monjas eran duras, y sobre todo, tontas”-, y más tarde la censura, que sufrió especialmente en Luciérnagas (1949), que quedó finalista del Premio Nadal y fue bloqueada.

“El peor censor acabas siendo tú”, ha confesado Matute, a quien en los 70, antes de la muerte de Franco, ya le “daba igual todo” y escribía sin demasiados miramientos.

Defensora a ultranza de los niños, critica que en la literatura española el niño haya sido tratado como “un ser inferior”, y todavía le “molesta” escuchar eso de que un niño es “un proyecto de hombre”. La escritora ha lamentado no haber tenido nietos, sobre todo por el placer que le daría leerles sus cuentos.

El placer de escribir

“Para mí la vida y la literatura es lo mismo”, ha confesado la novelista, que odia releerse por si se lleva algún “disgusto”, ha dicho. Matute ve el mundo “a través de los ojos de la escritora”, porque, según ha comentado, “puede surgir un libro de la cosa más inesperada”.

De lo que no puede prescindir es del placer de escribir, y es que, aunque en 2008 dijo que Paraíso inhabitado sería su última novela, ya tiene entre manos la próxima, de la que no ha querido desvelar nada. La escribirá, como suele hacer, en su máquina electrónica y por las mañanas. De la tarde no le gusta “ni el nombre”, lo único, la siesta. “Un premio no hace a un escritor, hace lectores”, ha indicado la autora.

El Premio Cervantes, creado en 1975 por el Ministerio de Cultura pretende rendir anualmente testimonio de admiración a la figura de un escritor que, con el conjunto de su obra, haya contribuido a enriquecer el legado literario hispánico.