En las calles, en el metro, en la televisión y por supesto el cine. México ríe nostálgico recordando a Mario Moreno Cantinflas, un mito del cine de la comedia, su actor más taquillero de la historia y de cuyo nacimiento se cumplen este viernes 100 años.
El hombre que creó ese deslenguado y algo caradura personaje que hablaba sin decir nada volviendo locos a sus interlocutores, está siendo homenajeado desde principios de agosto con una gran muestra de fotografías, que han sido colocadas a lo largo de una de las principales arterias de la populosa Ciudad de México.
Cápsulas sonoras de sus películas se emiten en el metro de la Ciudad de México -que transporta a diario a unos 6 millones de personas- al tiempo que ciclos de cine permitirán revivir célebres películas de Cantinflas como Si yo fuera diputado (1951), La vuelta al mundo en 80 días, ganadora del Oscar en 1956, o Ahí está el detalle (1940).
“La vuelvo a ver mil veces y me sigue haciendo reír”, dijo sobre esta última Jesús Coronado, un comerciante de 61 años, mientras observaba encantado una poco conocida foto de Cantinflas abrazado a Pelé, el célebre astro del fútbol brasileño. “El representaba al pueblo, a nosotros”, dijo.
Cantinflas encarnaba al “peladito”, un personaje de barrio pobre y marginal de la primera mitad del siglo pasado, que no pertenecía a la clase trabajadora pero que se las arreglaba para sobrevivir a fuerza de una actitud irreverente frente a la sociedad y desafiando a la autoridad.
Cantifleando
“Señor juez: no quiero que al agarrar la misma se quiera tomar, por tomar, que así sea. (...) Yo no quiero tampoco que se me tome, y se me subaje en esta forma, porque soy macho en cualquier terreno. Ya me cansé, materialmente”, dice Cantinflas parado en una silla mientras se lo juzga por un confuso homicidio en Ahí está el detalle.
Al final de la escena, y mareados por el discurso de Cantinflas, el juez, el fiscal y el abogado defensor terminan “cantinfleando”, verbo que la Real Academia Española reconoció como tal en 1992 y define como “hablar de forma disparatada, incongruente y sin decir nada”.
Explotando su don de la improvisación y en parte para paliar la pobreza -su padre era un humilde empleado del correo que tuvo 8 hijos- comenzó a hacerse fama en las llamadas carpas, escenarios improvisados para músicos y cómicos. Allí Cantinflas se maquillaba exageradamente para no ser reconocido por sus padres, que reprobaban el oficio de actor.
Los homenajes por los 100 años de su nacimiento también incluyen el lanzamiento de un libro en el que amigos y compañeros que compartieron escenario con el cómico hablan, no sólo de su faceta de actor, sino también de torero aficionado, filántropo y hombre de negocios influyente entre la clase política.
“Manejó la comicidad de la venganza; es decir, dijo cosas que el pueblo piensa, pero no dice”, señaló el actor Héctor Suárez en el libro sobre Cantinflas, a quien Charles Chaplin habría nominado como “el mayor comediante vivo del mundo”.
Conflicto familiar por películas
Pero detrás las celebraciones, subsiste un agrio pleito entre el hijo del actor, Mario Moreno Ivanova, y un sobrino, Eduardo Moreno Reyes, por los derechos sobre 39 películas que Cantinflas heredó a éste último poco antes de morir, en 1993.
El día en que se inauguró la exposición de fotos, Moreno Reyes no dejó entrar al hijo de Cantinflas, a quien acusa de ser alcohólico, drogadicto, y de haber dilapidado la fortuna en bienes inmuebles y obras de arte que su padre le dejó.
El hijo, que se suponía adoptado pero que asegura que su padre a los 18 años le confesó que era su hijo biológico fruto de una relación extramatrimonial, rechaza estas acusaciones.
Moreno Reyes preside la Fundación Mario E. Moreno, organizadora de la mayor parte de los homenajes junto con el estatal Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta).
En el ciclo de cine de la Cineteca Nacional se exhibirán películas de las distintas etapas de Cantinflas, que filmó cerca de 50 entre la década de 1930 y 1970 y fue amigo del presidente estadounidense Lyndon B. Johnson y de varios mandatarios mexicanos.
Para Roberto Ortiz, jefe del departamento de Curaduría de la Cineteca Nacional, el 100 aniversario de Cantinflas será una oportunidad para saber si películas como Ni sangre ni arena (1941), El bolero de Raquel (1956), A volar, joven (1947) y Por mis pistolas (1968), gustan a los más jóvenes.
“Es el principal mito del cine mexicano (...) pero hay que ver qué le dice Cantinflas a las nuevas generaciones”, dijo.