La folclorista Lidia Lilí Ascanio es mucho más que una intérprete de las tradiciones musicales de La Gomera. En realidad se la puede considerar una investigadora incansable que gracias a su interés, curiosidad y amor sin límites por su tierra logró sacar a flote y revivir toda una serie de bailes, canciones y cuestiones entorno al traje típico que tal vez sin ella, hubiesen desaparecido o caído irremediablemente en la peor de las banalidades.
Ascanio se ha mostrado profundamente agradecida con el Cabildo por el reconocimiento llevado a cabo la semana pasada y considera que un acto como el celebrado el jueves, día 19, “supone una alegría enorme para cualquiera. Me parece muy importante que se reconozca el mérito de todas aquellas personas que han hecho algo por los demás, como creo que es mi caso”, indica con humildad.
El presidente del Cabildo, Casimiro Curbelo Curbelo, subrayó la “larga trayectoria” de la homenajeada “en la defensa de los valores culturales, en el folclore y en todo lo que implica nuestra cultura tradicional”. El presidente apunta que han sido numerosas las generaciones a las que ha podido formar sobre estas materias y especialmente del baile del tambor, pero incorporando innovaciones. “Estamos hablando de una persona que han conseguido que estos valores hayan pervivido”, señaló.
Sobre su vida y obra, la propia Lilí asegura estar “muy orgullosa”. Y lo está simplemente porque cumplió con “lo que llevaba dentro desde pequeña y si encima ves que los demás lo reconocen pues no puedo estar sino contenta y agradecida. Es muy importante mantener nuestra historia y más aún cuando te llega al corazón. Nunca debemos olvidar a los que estaban antes de nosotros en esta Isla”.
Considera impagable que su obra vaya a ser recordaba y sobretodo que como consecuencia inmediata, las tradiciones puedan mantenerse a lo largo de los años. “Hubo un momento en el que se corrió el riesgo de perder mucho de nuestro folclore pero, por lo visto, Dios me puso ahí para que no ocurriera. Y luego la suerte es que detrás ha habido un montón de gente joven que ha seguido el mismo camino”.
Su sobrina, Gema Ruiz Ascanio tacha de “fantástica” la iniciativa de homenajearla y cree que por su trayectoria ha demostrado de sobra que es merecedora de este reconocimiento. “Son muchos los años que ha luchado por La Gomera. Ella consiguió que reviviera el silbo, el baile del tambor, las chácaras… todo un mundo maravilloso que no sabemos qué hubiese ocurrido con él si no llega a ser por su dedicación incansable durante cincuenta años”.
La lista de gente que ha recibido clases de esta gomera ilustre son incontables. Seguramente cientos a lo largo de varias generaciones. En la actualidad, a sus 95 años todavía se anima de vez en cuando a dar algún que otro pasito, porque su sobrina resalta que tiene un carácter “muy jovial”. Ella por su parte, asegura no haber heredado de su tía esta pasión y durante todo este tiempo se ha limitado a acompañarla y admirarla desde la cercanía. Espera que este sea el penúltimo homenaje que se lleve a cabo, aunque resalta que en este caso y a diferencia de otros anteriores, es de ámbito insular, por lo que atisba que le resulta especialmente apreciado. A estas alturas de su vida, su sobrina, indica que todavía puede comprobar como “se enerva” cuando observa versiones “fantasiosas” de los trajes típicos de la Isla.
Entre las innovaciones que introdujo Lilí está la de abrir la participación de los hombres en el baile del tambor, cuyo papel hasta entonces se limitaba al de tocar los instrumentos. “Ella siempre fue una innovadora pero respetando al máximo las tradiciones”, indica Ruiz Ascanio. No es extraño que haya ganado premios nacionales y dado la vuelta al mundo representando a La Gomera, poniendo sobre los escenarios con plena dignidad el resultado de una vida dedicada a la investigación.
Entre los que no dudan en reconocer el legado de Lilí Ascanio está el también folclorista, Eduardo Duque, quien le atribuye el mérito de haber logrado que las más ancestrales costumbres gomeras gocen hoy de una razonable buena salud. “Desde su descubrimiento del baile del tambor hasta la consolidación de Coros y Danzas de Hermigua y Agulo con el paso de los años, fue capaz de mantener encendido el fuego de la tradición en un período profundamente crítico para su conservación. Ella creó una escuela que sirvió de traspaso generacional del testigo del folclore y, al mismo tiempo, fue capaz de llevarlo a los escenarios y de ofrecer un espectáculo, en el mejor sentido de la palabra, sin desdecir su pureza”.
Duque indica que Ascanio fue capaz de forjar una escenografía propia e identificativa de la Isla, realizó arreglos coreográficos que, como el cambio de mudanza o el santodomingo, son ya representativos de La Gomera, y de su labor surgieron los trajes típicos del hombre y la mujer que se han popularizado como propios de la Isla. “En definitiva, hablamos de una mujer que ha desarrollado una labor honda y callada sin la que no se comprendería nuestro presente”.
Guadalupe Torres Rodríguez es natural de Agulo y tuvo el privilegio de ser una de las alumnas de Ascanio. Fue en el año 1991 cuando se integró en su grupo de Coros y Danzas en el que se mantuvo hasta que desapareció debido a la edad de la profesora. En estos días que coinciden con el homenaje, a su cabeza han vuelto miles de recuerdos de aquellos tiempos. La conclusión que extrae es que se trata de una mujer “que siempre nos demostró que le gustaba sin límites lo que hacía, que era muy detallista sobretodo porque era consciente de que estábamos representado a La Gomera y a unas tradiciones que ella amaba profundamente”.
Cuando entró en el grupo, Torres Rodríguez ya había aprendido de su madre bailes como el de la procesión, entre otros, que sirvieron de base para las enseñanzas que luego recibiría de Lilí Ascanio. A lo largo de aquellos años viajaron de forma incansable por todas las Islas, la Península y Portugal. En cada uno de estos lugares la reacción común del público era la sorpresa y la admiración y especialmente por dos aspectos: el sonido de las chácaras o que las personas mayores participaran en los bailes. “Podías ver cómo el público se levantaba y entonces ella siempre se emocionaba mucho”. Ya por aquella época no bailaba pero de vez en cuando en mitad de una parranda no faltaba quien la sacara a la pista y Lilí entonces “no podía evitar dar sus pasitos”.
Visto lo anterior no es raro que considere “muy merecido” el homenaje “porque sin ella hoy por hoy no tendríamos chácaras ni baile del tambor. Y todo gracias a que se recorría la Isla preguntando a los mayores y rescatando tradiciones. Es una persona que se desvivió por mantener a flote este mundo”.
Investigación y pasión
Nacida en el barrio de El Convento de Hermigua hace 95 años, Lilí Ascanio pasará a la historia por haber recuperado el baile del tambor, una pieza única del folclore de La Gomera. Desde su niñez fue conociendo diversas danzas legadas por los mayores, muchos de ellos familiares. En su momento fundó la versión de Coros y Danza de la Isla, en principio con un reducido grupo de niñas que luego se iría ampliando.
De forma paralela iba abarcando y profundizando cada vez más en sus conocimientos sobre las costumbres insulares que llegaban a sus manos por parte de especialistas o de personas que atesoraban estos secretos, casi al límite de su desaparición. Especialmente destacan Angelillo y Darío Clemente de quienes conoció de primera mano el Baile del Tambor en su esencia más pura.
Luego vendría el Pica Pica, el Paso de Angelillo, La Vieja Estrecha o el Paso de Servando. Armada con una libretita iba apuntando tradiciones y vocablos únicos de La Gomera, hasta el punto de ser considerada una de las grandes investigadoras del folclore y la etnografía canaria. A lo largo de los años ha visto reconocida su labor pero seguramente el homenaje llevado a cabo la pasada semana tiene un ingrediente único. Y es que surge de toda la Isla a la que ha dedicado una vida entera con una pasión e interés que no podía pasar desapercibido.