Lucas Rodríguez, técnico en capacitación agraria, decidió emprender en el año 2004 una aventura empresarial con la que pretendía vincular su experiencia como forestal con la integración en el mundo laboral de personas con discapacidad. Nueve años después, Plántate, el único centro especial de empleo dedicado a la actividad de restauración ambiental en las islas, trata de capear la crisis con la misma ambición que en su nacimiento y sin renunciar a la idea primigenia, pese a que la actividad ha caído en un 70%.
“No queremos vivir de subvenciones, sólo queremos que nos adjudiquen obras forestales para poder contratar trabajadores de este colectivo, para que mejoren sus expectativas y se puedan realizar”, explica Lucas Rodríguez, quien reconoce que al principio parecía “impensable” que personas con discapacidad pudieran realizar labores de especial dureza, como la limpieza de barrancos, las talas de árboles o las repoblaciones.
Sin embargo, tras casi una década de actividad, el joven empresario se muestra orgulloso no sólo del “buen hacer” de sus empleados en las obras encomendadas, sino también de la labor social que realizan, de su contribución a la Economía del Bien Común, el proyecto en el que se han embarcado de modo natural, en consonancia con su modo de entender la actividad empresarial.
La participación de Lucas en tres proyectos con discapacitados en el Jardín Canario de la capital fue la semilla de la que brotó una empresa que tiene entre sus principales objetivos que el monte grancanario sea 100% accesible. Uno de los proyectos en los que más esfuerzo emplea es el denominado Senderos sin barreras, en el que se utilizan herramientas como las barras direccionales o las sillas Joëlette para que personas con movilidad reducida o algún tipo de discapacidad puedan hacer senderismo adaptado.
Con el apoyo de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y de Radio Ecca, Plántate está preparando un vídeo promocional para poder presentarlo a hoteles y empresas turísticas.
La propia empresa imparte cursos de formación, por un precio de 20 euros, para enseñar a sus clientes a manejar las Joëlette, unas sillas diseñadas para transportar a personas con dificultades de movilidad y desplazarse por terrenos accidentados. Estas sillas se pueden alquilar por 50 euros, aunque Plántate ofrece el servicio por 60 euros más una cantidad variable en función de los pilotos que requiera el servicio.
Dependencia del Cabildo de Gran Canaria
Aproximadamente el 70% de la actividad del centro especial de empleo depende del Cabildo de Gran Canaria, que es quien tiene competencias en materia forestal. Las labores de jardinería, arreglo de fincas y asesoramiento a agricultores representan el 30% restante. En 2012, la empresa fue subcontratada por la institución insular para realizar trabajos de reforestación y este año se encuentra a la espera de firmar una pequeña obra que les reportará “una cuarta parte” de lo que cobraban hace dos años por la misma superficie. En 2012 plantaron cerca de 1.000 árboles y el anterior, casi 3.000.
Lucas Rodríguez admite que la situación económica de la empresa es complicada y que se ha visto obligado a reducir la plantilla, que ha pasado de los cinco trabajadores ?todos discapacitados- que tenía hace algún tiempo a un equipo formado por un solo empleado en nómina y un grupo de colaboradores. “Ahora se ha decidido no destinar dinero al medio ambiente, sino a lo justo, y eso repercute en el paisaje y en el turismo. Aguantamos con la que nos está cayendo encima porque creemos en el proyecto”, afirma.
Como centro especial de empleo, que debe tener un mínimo del 70% de trabajadores con discapacidad, Plántate recibe bonificaciones a la Seguridad Social y algunas subvenciones.
Local financiado por la banca ética
La empresa de Lucas Rodríguez dispone de un local en el barrio de Casablanca III de Las Palmas de Gran Canaria que ha sido financiado a través de la banca ética, con una hipoteca con Triodos Bank.
Entre los parámetros de la Economía del Bien Común que aplica Plántate tiene un lugar preeminente el respeto al medio ambiente. La empresa usa productos ecológicos y no químicos cuando realiza tratamientos fitosanitarios (prevención y curación de las enfermedades de las plantas) y utiliza aceite de origen vegetal, no contaminante y biodegradable, en la maquinaria forestal.
Como aspecto a mejorar, Lucas señala el transporte, por el uso de un vehículo 4x4. “Lo necesitamos para acceder a pistas forestales y barrancos, no está en nuestras manos. Al menos, hasta que inventen los coches eléctricos con esas posibilidades. Entonces, obviamente, lo compraremos”, asevera.
“Ahora mismo estamos consumiendo tres planetas y sólo tenemos uno. La Economía del Bien Común hay que aplicarla ya, sabemos que no tenemos beneficios, pero estamos luchando por ese cambio porque creemos que tiene futuro”, concluye.