La ceniza se amontona sobre las cubiertas de la treintena de barcos pesqueros amarrados en el puerto de Tazacorte. Desde el comienzo de la erupción del volcán, que supera los 50 días, los buques no se han movido del muelle. Y la previsión del subsector es que sigan parados, al menos, hasta 2022. Sin actividad, los ahorros, las ayudas de familiares o las donaciones mantienen a los más de 60 pescadores que forman la Cofradía de Nuestra Señora del Carmen. Para algunos, el castigo ha sido doble.
El patrón mayor Cesar Camacho sufrió la pérdida de la casa de sus padres en El Paraíso, arrasada por la lava junto a sus viñedos, y ahora vive en Tijarafe junto a su pareja y sus perros por un alquiler de 350 euros; el secretario del colectivo, Nicolás San Luis Pérez, tuvo que abandonar su vivienda en La Bombilla, aún intacta, y recurrir al arrendamiento, junto a su mujer, sus hijos y su madre, en un apartamento ubicado en Tazacorte, por el que paga 500 euros.
La consejera de Agricultura, Ganadería y Pesca, Alicia Vanoostende, ha asegurado que las ayudas públicas llegarán a los pescadores en noviembre. “Serán de las primeras que se abonarán” en el sector primario, ha asegurado a Canarias Ahora. “Es bastante sencilla porque tenemos a todos los miembros de la cofradía identificados y hemos hecho el listado de las embarcaciones, con los armadores y los marineros”, añade.
Los pescadores de la cofradía ya han sido dado de alta en el registro de afectados por el volcán, tramite necesario para hacerlos preceptores de los fondos, “que serán propios de la Consejería”. De hecho, añade que ya tienen apartadas las cantidades previstas que recibirá cada uno. Vanoostende detalla que, por ejemplo, la del subsector platanero “tardará más en llegar porque es más compleja, son casi 3.000 beneficiarios”, pero el subsector pesquero afectado “es más limitado” y está “más controlado”.
Camacho dice que puede abonar el alquiler gracias al sueldo de su pareja, los ahorros y alguna donación de ONG, como Mensajeros por la Paz, y aún está pagando los 80.000 euros que le costó comprar su barco. Y San Luis Pérez explica que no sabe si podrá llegar a la renta del mes que viene si no recibe las ayudas. Incluso teniendo su barco parado, de nombre El Capitán, tiene gastos. Quiso sacarlo del mar y vararlo en tierra, para evitar que “los bichos pudren la fibra o la madera” del fondo de la embarcación; eso son “más de 1.000 euros” y, además, tuvo una avería de la culata por la que tuvo que pagar “5.000 euros”.
Cuando puedan volver a retomar su actividad, Camacho y San Luis Pérez esperan que aumenten las cuotas que le corresponde a la flota artesanal en Canarias para la pesca de atún, la principal fuente económica de la Cofradía de Nuestra Señora del Carmen. Se trata de un sistema implantado por la Unión Europea para fomentar la recuperación de especies que limita las capturas.
El patrón mayor y el secretario de la Cofradía de Nuestra Señora del Carmen entienden que se establezca este límite por las actividades de grandes buques, que han esquilmado especies. Pero critican que a pesar de que la flota de Tazacorte pesca con caña y anzuelo, “se premia al cerquero que arrasa con todo”, subraya San Luis Pérez, al darles más cuota. De hecho, en el muelle aún permanece colgada una pancarta en la que se lee “salvemos entre todos el medio marino insular y la pesca artesanal”.
Camacho recuerda que en años anteriores, con las capturas de atún, los pescadores artesanales podían permitirse estar “dos o tres meses sin pescar y preparar los barcos para la nueva temporada”. De hecho, dice que los últimos meses del año eran los mejores porque abundaba el atún. En un día, si había suerte, añade San Luis Pérez, podía capturar 1.000 kilos, lo que suponen “unos 800 euros”. “Se hacía mucho dinero”, añade Camacho.
Pero con la restricción de las cuotas, amarran su flota “más de la mitad del año”. La alternativa, la pesca de viejas o sardina, no es rentable en Tazacorte, a diferencia de Santa Cruz de La Palma, porque solo se puede practicar muy cerca de la costa porque no tienen plataformas más alejadas de la orilla donde abunden estas especies como en otras islas y los barcos de la flota, en su mayoría, tienen mayor porte y “es más difícil maniobrar”.
Los que tienen embarcaciones más pequeñas, con motor fuera borda, capturan sobre todo viejas. “Un día bueno puedes pescar 20 o 30 kilos. Pero si haces lo mismo al día siguiente, el vendedor no te compra porque cuando hay todo el mundo captura”, señala. Además, según San Luis Pérez, la pesca del atún permite “dar descanso a las orillas”, al dejar de capturar las especies cercanas a la costa.
Además, la cofradía de Tazacorte tampoco opera como en otras islas, vendiendo el pescado directamente, repartiendo gastos y costes o con un restaurante. Se limitan a poner verificar el producto y poner el etiquetado; luego, las empresas instaladas en el muelle recogen el pescado y lo venden en el mercado local y, si hay atún, también en península.
Camacho, que se dedica a la pesca desde 2007, es patrón mayor de la cofradía desde poco antes de la erupción del volcán y San Luis Pérez, con casi tres décadas de experiencia en el subsector, lo fue hace 8 años, pero se quedó en la directiva para “echar una mano y ver como podemos salir de esta”. Ambos ven el futuro de la pesca en Tazacorte muy complicada. “Vamos a luchar, queremos que nos abran la mano en cuotas, de lo contrario, no creo que aguante mucho más”, concluye San Luis Pérez.
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