Tropas del Gobierno de transición de Somalia y efectivos etíopes entraron este jueves sin resistencia en Mogadiscio, como colofón de una guerra que comenzó el pasado domingo en una de las zonas más vulnerables del continente.
“Ya estamos en Mogadiscio... las fuerzas nacionales han tenido éxito en su misión de forzar a los militantes (islámicos) a salir de la ciudad”, afirmó el primer ministro, Mohamed Ali Gedi, desde la población de Afgoye, a unos veinte kilómetros de la capital, a donde había llegado a bordo de un helicóptero etíope.
Gedi hizo sus declaraciones después de reunirse con los líderes tribales de Mogadiscio, a quienes intenta persuadir para que apoyen los planes del Gobierno para garantizar la seguridad en la ciudad.
Entre la medianoche y el amanecer, los tribunales islámicos habían abandonado la capital somalí en un repliegue que calificaron de táctico, para evitar un baño de sangre ante un enemigo que contaba con una maquinaria bélica muy superior.
Sin combates, y después de varias horas de espera en los alrededores de la ciudad, las fuerzas ocupantes llegaron a Mogadiscio desde dos direcciones, el norte y el sur.
Las tropas entraron a bordo de unas 200 camionetas dotadas con ametralladoras (conocidas como “vehículos técnicos”), tanques, vehículos blindados y piezas de artillería.
La entrada de las tropas en la ciudad, aunque bienvenida por la población después de la violencia de los últimos días, ha generado dudas entre los habitantes ya que se trata de la primera vez en la historia del país que la ciudad queda bajo el control etíope.
Somalia y Etiopía libraron una guerra por la región de Ogadén entre 1977 y 1978, y desde entonces los etíopes no son bien vistos en este país.
Nada más llegar las tropas nacionales y etíopes, fueron reabiertos los cines de Mogadiscio, que habían sido cerrados por el régimen islámico, y se comenzó a consumir libremente el khat, un estimulante muy popular entre la población.
“Si los tribunales islámicos no hubieran prohibido el khat, les habría apoyado. Ahora estoy feliz, y tampoco me importa mucho lo que está sucediendo”, dijo Jinni Qoqay, uno de los residentes de Mogadiscio que fue visto hoy mascando el estimulante en un mercado de la ciudad.
“Soy un adicto al khat -añadió-, ahora puedo tenerlo, y luego iré al retén para exigir dinero y disfrutar de mi khat”, agregó.
Desde la salida anoche de los tribunales islámicos ha reinado el caos en Mogadiscio, con tiroteos, saqueos y retenes improvisados instalados por milicianos de los “señores de la guerra”, que esperan recuperar el poder que perdieron hace seis meses.
Por lo menos tres personas fueron asesinadas este jueves en las calles de la ciudad para robarles el teléfono móvil. Otras tres murieron cuando su vehículo fue atacado por milicianos fuera de control.
Mogadiscio estaba en poder de los milicianos islámicos desde junio pasado, cuando le arrebataron la ciudad a los “señores de la guerra”, líderes de clanes rivales, que llevaban peleando por dominar la capital desde hace quince años.
La llegada de los islamistas, que levantaron los retenes utilizados por los “señores de la guerra” como fuente de ingresos, había aportado algo de tranquilidad a la capital, aunque muchos habitantes temían que el régimen impuesto por los líderes religiosos llevara a la “talibanización” de Mogadiscio, una población poco acostumbrada a normas rigurosas.
Desde su bastión capitalino las cortes islámicas habían extendido su poder a zonas del centro y sur del país y en las últimas semanas habían lanzado una ofensiva contra la presencia de tropas etíopes en el país.
Etiopía decidió lanzar su ataque el domingo para contrarrestar lo que calificó como “infiltraciones” en su territorio.
Según datos del Gobierno de Adis Abeba, las fuerzas islamistas han sufrido entre 2.000 y 3.000 bajas desde el domingo.