NUEVA YORK, 16 (EUROPA PRESS)
La contraofensiva talibán en Afganistán es cada vez más “madura, compleja y eficaz”, según apunta una ONG especialista en la seguridad de misiones humanitarias en el país centroasiático, que percibe cierta voluntad de acercamiento entre los talibán y las operaciones humanitarias en el terreno, como parte de la estrategia insurgente para consolidar sus propias estructuras políticas en todo el país.
En este último trimestre, con motivo de las elecciones parlamentarias, la insurgencia no sólo ha aumentado el ritmo sus operaciones --el número de ataques armados se ha disparado un 59 por ciento--, sino que ha consolidado su influencia política en el norte, este y sur del país con la creación de “gobiernos paralelos” que minan constantemente la autoridad política que desea imponer la comunidd internacional.
Este contexto ha afectado a las ONG presentes en el país de una manera “contradictoria”, según apunta la Oficina para la Seguridad de las ONG en Afganistán (ANSO), que destaca “un entorno violento pero a la vez accesible”: si bien el número de secuestros de cooperantes ha aumentado en un 60 por ciento durante el tercer trimestre de 2010, “de manera abrumadora en el norte”, se destaca que todos los retenidos han sido liberados, lo que da a entender que la insurgencia “parece haber demostrado cierto interés en permitir que se desarrolle una genuina actividad humanitaria”.
La respuesta de la OTAN ha dejado mucho que desear. Los esfuerzos de la Alianza Atlántica para combatir la insurgencia se han robustecido, particularmente en el sur, pero su estrategia más allá del enfrentamiento armado es “torpe”: los intentos para enfrentarse a los talibán con la creación de milicias locales no han hecho más que “polarizar a la población”, y los talibán se aprovechan de las quejas de los residentes.
“EL GOBIERNO EN LA CAJA”
En el ámbito del desarrollo político, la ONG contrasta el éxito de la estrategia talibán frente al desplome del experimento político aliado conocido como el “gobierno en la caja”, anunciado a bombo y platillo a primeros de año por el entonces comandante de las fuerzas de la ISAF, el general estadounidense Stanley McChrystal.
Comenzó el pasado mes de febrero en el principal bastión talibán del país, Marjah, donde los aliados instalaron una serie de infraestructuras civiles inmediatamente después de arrebatar el control a los insurgentes. Las expectativas eran moderadamente optimistas y parecía a priori un inteligente cambio de estrategia respecto a otras sangrientas tomas de poder realizadas por el Ejército estadounidense, como la que tuvo lugar en la ciudad iraquí de Faluya en 2004.
Noventa días después, McChrystal calificó la situación en Marjah de “úlcera sangrante”: la presión de los colaboradores de los talibán sobre la población local era tan intensa que sólo iban a clase 350 de los 10.000 alumnos listados en la ciudad. Era el mes de mayo. McChrystal abandonaría el cargo un mes después tras una explosiva entrevista al magacín 'Rolling Stone'.
Frente al fallo de este modelo, ANSO informa de que los talibán están comenzando a iniciar su propia “fase de reconstrucción” con la creación de “gobiernos en la sombra” en el norte del país que esperan ponerse a la altura, en próximas fechas, a las “avanzadas administraciones” que operan en las zonas que tienen bajo su control en el sur y en el este.
El movimiento insurgente lima sus asperezas internas de forma tan imaginativa como violenta, bien a través de coaliciones con los líderes tribales bajo la amenaza de la fuerza o con la incorporación de operativos uzbekos, turcomanos y tayikos, “lo que favorece la expansión del movimiento” y su internacionalización.
Es más, los líderes talibán ya han comenzado a trazar las líneas generales de lo que llaman “la política exterior del nuevo sistema político afgano”, a través de reuniones con representantes de países vecinos en los que garantizan su cooperación en la lucha contra el narcotráfico, así como en los ámbitos de comercio y medioambiental.
“La suma de estas actividades”, advierte ANSO, “presenta la imagen de un movimiento que espera recuperar su autoridad y que ha ganado tanta inercia que la OTAN va a ser incapaz de revertirla”.
PARA LAS ONG
El director de ANSO, Nic Lee, atisba un futuro en el que el enfrentamiento entre la OTAN y los talibán será cada vez más “periférico” a la evolución real del país, donde los verdaderos protagonistas serán los conflictos internos entre los grupos de poder afganos. Es por ello que “se recomienda que las ONG empiecen a acercarse a los insurgentes en lugar de huir de ellos”.
La situación, desde luego, sigue siendo peligrosa. Además de los secuestros, el número de cooperantes asesinados ha aumentado en los primeros nueve meses del año en un 47 por ciento respecto al mismo período en 2009. Se trata de un total de 25 fallecidos, entre los cuales no obstante se incluyen 10 trabajadores muertos en un ataque perpetrado en el noreste de Afganistán el pasado mes de agosto del que los talibán negaron toda responsabilidad.
“No es de extrañar que los talibán hayan pedido a muchos de los cooperantes liberados que, la próxima vez, informen de sus actividades humanitarias para evitar futuros malentendidos”, según Lee. Siguiendo esta lógica, ANSO percibe que “la insurgencia desea cada vez más implicarse con las ONG y, si el acercamiento mutuo se realiza de la manera correcta, tendrá lugar de manera coherente y no violenta”.