El 'sí' de los irlandeses al Tratado de Lisboa allana el camino del ex primer ministro británico, Tony Blair, para convertirse en el primer presidente de la Unión Europea si finalmente Polonia y la República Checa ratifican el texto que organiza el funcionamiento de la Europa de 27 Estados miembros.
Varsovia podría firmar en breve el Tratado presionado por el resultado irlandés mientras que la ratificación de la República Checa es más incierta porque su presidente, el euroescéptico Vaclav Klaus, ha estado retrasando la firma pese a que el Tratado ha sido aprobado por el Parlamento. El último obstáculo procedente de Praga ha sido el recurso presentado por un grupo de senadores ante el Tribunal Constitucional.
El nuevo Tratado sustituye al de Niza y aporta una serie de cambios institucionales para poder gobernar mejor la actual Unión Europea. Entre las principales novedades, crea la figura del presidente permanente del Consejo Europeo, elegido por dos años y medio, puesto al que aspira extraoficialmente el ex 'premier'.
El británico contaría con el apoyo del presidente francés, Nicolas Sarkozy, quien a su vez podría haber convencido a la reticente canciller alemana, Angela Merkel, aunque medios alemanes citados por 'Times' aseguran que no está claro que Merkel haya cambiado de opinión y que si París apoya a Blair es porque sabe que Berlín puede echar por tierra el nombramiento.
España, a pesar de que Blair está marcado por su presencia junto al portugués Jose Manuel Durao Barroso y el español José María Aznar en la foto de las Azores que simbolizó el apoyo a la guerra de Irak, no votaría en contra en aras del consenso si el candidato es apoyado por Francia y Alemania.
Sarkozy habría propuesto también a Merkel en privado la candidatura del ex presidente del Gobierno español Felipe González, pero la canciller era reacia a dar su voto a un socialista.
En todo caso, al haberse autodescartado el propio Felipe González de la carrera por la presidencia de la UE, España aspira únicamente a que el actual comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, Joaquín Almunia, repita cartera en la futura Comisión Europea e incluso pueda ver reforzadas sus competencias.
Frente a Blair, que tiene en su contra el tradicional euroescepticismo británico, el hecho de que el Reino Unido no pertenezca a la eurozona y se haya excluido de numerosas políticas comunitarias, ha comenzado a postularse el primer ministro holandés, Jan Peter Balkenende.
Los medios británicos sostienen también que la canciller alemana ha dejado caer el nombre del primer ministro de Luxemburgo y presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, pero el también presidente del Eurogrupo no parece estar dispuesto a echar un pulso por el puesto.
“Superministro” de exteriores
El Tratado de Lisboa contempla también reforzar el papel de la política exterior de la UE y para ello el puesto de Alto Representante que en la actualidad ocupa el español Javier Solana, se verá reforzado. Además, quien ostente el nuevo cargo será también vicepresidente de la Comisión Europea.
De momento, el nombre que suena con más fuerza es el del jefe de la diplomacia sueca, el conservador Carl Bildt. Bildt es bien visto por otro virtual candidato, el que fuera comisario europeo de Relaciones Exteriores, el conservador británico Chris Patten. También se habla del ex secretario general de la Alianza Atlántica, el holandés Jaap de Hoop Scheffer.
Mientras, la posible candidatura del ministro alemán de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, decayó notablemente tras la derrota cosechada por los socialdemócratas del SPD en las recientes elecciones legislativas en Alemania.
En definitiva, superado el escollo de Dublín, se abre ahora un periodo de intensas negociaciones para consensuar quién ocupará los nuevos puestos que crea el Tratado y sobre los que la presidencia sueca quiere tener un acuerdo en la cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno que se celebrará los próximos 28 y 29 de octubre.
Parlamento y Comision
Lograr una Europa más eficaz, con métodos de trabajo y un sistema votación simplificado es otro de los objetivos que persigue el nuevo Tratado que, con el fin de agilizar la toma de decisiones, sustituye la unanimidad por la mayoría cualificada en numerosas políticas. Lisboa prevé además, explícitamente y por primera vez, la posibilidad de que un Estado miembro se retire de la Unión.
Las repercusiones del Tratado de Lisboa en el funcionamiento de las instituciones se dejarán notar también en el Parlamento Europeo, que tendrá capacidad para decidir junto a los Estados en áreas donde antes no tenía competencias, como agricultura, pesca o asuntos de justicia e interior.
La Comisión Europea, cuyo actual mandato expira a finales de este mes de octubre, seguirá estando compuesta por un comisario por Estado miembro. El Ejecutivo comunitario tendrá que estar necesariamente en funciones hasta que Varsovia y Praga den su visto bueno al Tratado de Lisboa. La nueva Comisión se estrenará el 1 de enero de 2010, coincidiendo con la presidencia española de la Unión Europea.