El origen del virus de la fiebre aftosa, que ha afectado a dos granjas en el sur de Inglaterra, podría estar en un laboratorio cercano a esas explotaciones ganaderas, según determinó este martes un informe de la Comisión de Salud y Seguridad (HSE).
La investigación llevada a cabo para dar con la raíz de la enfermedad halló “indicios serios” que apuntan a este complejo de Pirbright como principal fuente del problema.
Las instalaciones del laboratorio son compartidas por el Instituto de Salud Animal (IAH, en sus siglas en inglés), un centro público de diagnóstico e investigación animal, y la empresa farmacéutica Merial Animal Health, una compañía privada francoamericana.
No obstante, los expertos no precisaron el origen exacto de la variante y admitieron que podría estar en cualquiera de esos dos centros.
Según la investigación, Merial, fabricante de vacunas, estaba involucrada “en producción a mayor escala” de vacunas con esa cepa, con un volumen de fabricación de aproximadamente 10.000 litros, mientras que el Instituto llevaba a cabo experimentos “a menor escala”.
El informe del HSE señaló que no había pruebas que demostraran que el virus se extendió a causa de determinadas prácticas laborales o por producirse filtros o derrames de los instrumentos del laboratorio que hubieran propiciado la propagación de la variante.
Tanto el Instituto Animal como la farmacéutica, que empleó esa cepa del virus en una remesa de vacunas manufacturada el 16 de julio pasado, ya aseguraron que no habían cometido fallos en sus procedimientos de seguridad.
Sin embargo, las sospechas sobre el laboratorio como posible origen del brote incrementaron el domingo tras revelarse que la variante del virus encontrada en el ganado era la misma que la utilizada en ese centro.
Aunque los expertos calificaron de “insignificante” el riesgo de que éste fuera transmitido por el aire o a través del agua, después de las fuertes inundaciones que azotaron el país en las últimas semanas, sí barajaron “varias rutas potenciales para el traspaso accidental o deliberado de material del recinto”, por lo que continúan analizando varias líneas de investigación.
“Debe considerarse como una posibilidad real que el virus quedara en libertad debido a la acción humana”, indica el informe.
Tras conocer esas primeras conclusiones, el primer ministro británico, Gordon Brown, aseguró que “el trabajo continúa para aislar, contener, controlar y erradicar la enfermedad”.
Sin embargo, los resultados fueron recibidos con “incredulidad y shock” por parte del Sindicato Nacional de Ganaderos, ante la hipótesis de que el mal se hubiera originado en una instalación que trabaja precisamente para proteger contra las enfermedades.
Segundo brote en cuatro días
El primer brote de aftosa se hizo público el pasado viernes en una granja cercana al laboratorio.
Tras esta primera alarma, el gobierno adoptó medidas de precaución, al establecer una zona de protección de tres kilómetros de radio entorno a la explotación ganadera infectada, además de otra área de diez kilómetros de vigilancia.
Fue dentro de esa primera zona de aislamiento donde se detectó el segundo caso, que confirmó hoy el ministro británico de Medio Ambiente, Alimentación y Asuntos Rurales (Defra), Hilary Benn.
La veterinaria asesora del Gobierno, Debbie Reynolds, explicó que se había encontrado algo “sospechoso” en esos animales y que se procedería a la matanza de hasta cien cabezas de ganado para “minimizar cualquier probabilidad de propagación”.
Por su parte, Benn subrayó este martes que la rapidez en detectar el segundo caso demostraba que las medidas de control utilizadas estaban dando resultados.
El Gobierno se ha propuesto a toda costa evitar la epizootia de aftosa desatada en el 2001, que causó auténticos estragos en el país y provocó cuantiosas pérdidas económicas entre los ganaderos.
Ese año, el virus motivó el sacrificio de entre 6,5 y 10 millones de cabezas de ganado y se criticó duramente al Gobierno de Tony Blair por su falta de agilidad en la respuesta a la crisis.