SANÁ, 17 (Reuters/EP)
Cientos de partidarios del Gobierno de Yemen han perseguido, armados con porras y puñales, a un pequeño grupo de personas que intentaban participar este miércoles en la séptima jornada de protestas para reclamar el fin del régimen del presidente Alí Abdulá Salé, que lleva 32 años en el poder.
La Policía perdió el control de la multitud favorable al Ejecutivo que intentaba atacar a unos 100 manifestantes antigubernamentales congregados en la Universidad de Saná. Pero cuando los manifestantes huían, los agentes pudieron impedir que los agresores les persiguieran por las calles.
“La gente quiere que caiga el presidente, la gente quiere que caiga el régimen”, gritaban los manifestantes mientras se marchaban del campus. Sin embargo, según un reportero de la agencia Reuters, parecían estar tratando de reagruparse.
Con el objetivo de calmar los ánimos tras tres semanas de protestas, Salé ha hecho algunas concesiones: ha prometido que dejará el cargo cuando finalice su mandato, en 2013, y que su hijo no le sucederá como presidente.
Desde que la coalición opositora aceptó hace una semana la oferta de Salé de entablar un diálogo nacional, se han estado produciendo manifestaciones espontáneas en contra del presidente, pero son menos numerosas que otras que había organizado la oposición anteriormente, en las que llegaron a participar decenas de miles de personas.
Las manifestaciones más recientes, convocadas a través de SMS y de la red social Facebook, han sido atacadas por personas leales al Gobierno dispuestas a usar la violencia.
UNA VÍCTIMA MORTAL
Este miércoles murió un manifestante en la ciudad costera de Adén, en el sur de Yemen, cuando la Policía realizó disparos para dispersar una protesta. Es la primera víctima mortal que se produce desde que la gente empezó a salir a las calles para expresar su descontento.
Salé, que ha estado visitando las distintas provincias yemeníes para conseguir apoyo frente a las protestas, ha anunciado que va a crear un comité para investigar los incidentes violentos ocurridos en Adén.
En Saná, los simpatizantes del jefe de Estado han ocupado la plaza Tahrir, la principal plaza de la capital. Allí han estado durmiendo en tiendas de campaña durante la última semana para impedir que los manifestantes contrarios al Gobierno tengan acceso a este simbólico espacio público similar a la plaza homónima de El Cairo que se convirtió en el epicentro de la revuelta popular que echó del poder al presidente Hosni Mubarak.
Mientras, en Taiz, al sur de Saná, los manifestantes antigubernamentales tomaron hace unos días una importante plaza, donde por la tarde llegan a congregarse miles de personas.
Yemen es uno de los países más pobres del mundo árabe. Una tercera parte de la población sufre hambre crónica y el 40 por ciento vive con menos de dos dólares al día.
Pese al malestar social, a los yemeníes les podría resultar difícil derrocar a Salé, según el estudioso yemení Jaled Fattá, de la Universidad de Saint Andrews (Escocia). En comparación con Egipto, donde la revuelta popular ha triunfado, el poder estatal en Yemen no está tan centralizado. Además, carece de la importante clase media urbana que hay en Egipto y en torno a un 70 por ciento de la población vive en zonas rurales.
“Sin embargo, si las protestas continúan, el Gobierno de Salé se podría sentir más presionado a ofrecer más concesiones políticas al movimiento (secesionista) del sur. Esas concesiones podrían llevar a la adopción de un sistema federal”, ha explicado.