SANTIAGO, 10 (EUROPA PRESS/ Claudia Riquelme)
El empresario multimillonario Sebastián Piñera tomará este jueves las riendas de Chile de manos de Michelle Bachelet en lo que será un traspaso de poderes histórico, ya que por primera vez desde que cayó la dictadura de Augusto Pinochet hace 20 años la derecha ocupará La Moneda. La toma de posesión será austera y no se verán los festejos que se esperaban en esta fecha tan importante para el ala conservadora de ese país debido al reciente terremoto.
Los festejos incluían actos en las calles y actividades culturales y artísticas para celebrar el término de 20 años de Gobierno de la izquierda que llegó al poder en 1990 tras derrotar a la dictadura. Sin embargo, Piñera deberá conformarse con una investidura austera en un país que luce gris tras haber sido lastrado por uno de los peores terremotos de la historia del mundo.
Cientos de miles de casas y pisos con banderas chilenas con crespones negros en señal de luto, la tristeza, el dolor, la incertidumbre. El Chile que recibe al nuevo presidente es un país dominado por el dolor y la muerte causados por el terremoto de 8,8 grados en la escala de Richter que, hasta el momento, ha dejado casi 500 muertos, un número indeterminado de desaparecidos, dos millones de damnificados, casi un millón de viviendas al borde del colapso y millonarias pérdidas materiales.
El seísmo, el segundo más grande de la historia de ese país, afectó al 80 por ciento del territorio y a 10 millones de habitantes. Los analistas señalan que la reconstrucción tomará entre cinco y siete años y que, al menos, deberán invertir 30.000 millones de dólares (unos 22.200 millones de euros), lo que representa el 15 por ciento del producto interior bruto de esa nación.
CAMBIO DE PROGRAMA
En concordancia con el gobierno saliente de Bachelet, el equipo de Piñera decidió darle un tono de austeridad a los festejos. Se han suspendido cenas y galas de honor, actividades artísticas y otras tradicionales, como el saludo del nuevo mandatario en el balcón de La Moneda a la multitud que lo debía saludar en la Plaza de la Constitución, en Santiago.
Finalmente, el nuevo presidente recibirá la banda presidencial en un sobrio acto en la sede del Parlamento, en la localidad de Valparaíso, a 120 kilómetros de Santaigo, tras lo cual realizará breves actividades con los mandatarios extranjeros que han confirmado su asistencia.
En horas de la noche, Piñera tiene previsto realizar su primer gabinete de ministros en La Moneda para, según han dicho este miércoles sus asesores, darle un sentido de urgencia a la tarea que inicia.
Los invitados extranjeros tampoco han respondido como el Gobierno entrante hubiese querido. La investidura contará con la presencia del Príncipe Felipe de España, quien llegó este miércoles a Chile, y de los presidentes de Colombia, Álvaro Uribe; de Perú, Alan García; y Bolivia, Evo Morales. Pero se notarán las ausencias de los mandatarios de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; y de Costa Rica, Óscar Arias, quienes han cancelado sus visitas a Chile, sin que el resto de los presidentes invitados haya todavía anunciado su asitencia.
Se espera que el Gobierno del presidente estadounidense, Barack Obama, envíe a un representante, pues la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, ya estuvo la semana pasada en Chile, entregando ayuda a Bachelet por el terremoto.
COMPROMISOS
Pero no han sido sólo las celebraciones y las ceremonias las que ha debido cambiar Piñera. También ha tenido que enfrentar el desafío de cumplir, en las actuales circunstancias, con el programa de gobierno que le significó el voto mayoritario de la ciudadanía: creación de empleo, seguridad ciudadana y repunte económico, algo que se ve complejo de lograr tras los devastadores efectos del terremoto del pasado 27 de febrero.
A pesar de que tanto Piñera como sus asesores han asegurado que cumplirán los compromisos, el quiebre económico que significan los daños del seísmo, la probable inflación y otros efectos ponen en peligro algunos aspectos del programa de gobierno.
EMPRESARIO Y PRESIDENTE
Piñera es dueño de una de las principales fortunas de Chile, estimada en 815 millones de euros. Con 60 años, casado, padre de cinco hijos y abuelo de tres nietos, es magister y doctor en Economía titulado en la Universidad de Harvard.
Tras una fructífera carrera empresarial, entró en la política a finales de los años ochenta, cuando fue elegido senador por Santiago. Actualmente es propietario de un canal de televisión; de la mayor parte de la compañía LAN Chile y el principal accionista individual del Club Deportivo Colo Colo.
Católico practicante, fue un defensor del régimen de Pinochet y aunque en 1988 votó por el 'No' en el plebiscito que permitió el retorno de la democracia en Chile, en 1989 lideró la campaña que pretendió llevar al candidato de la dictadura a La Moneda.
Su carácter, su condición de empresario y su autonomía han generado a Piñera una compleja relación con sus socios políticos, agrupados en la Alianza por Chile, la cual integra al partido que milita --el derechista moderado Renovación Nacional-- y a los herederos de la dictadura, agrupados en la Unión Demócrata Independiente. Con ellos tuvo serias diferencias durante la campaña electoral debido a la decisión de Piñera de apoyar la unión civil de personas del mismo sexo y la distribución de la llamada píldora del día después.
Su propuesta de gobierno se basa principalmente en terminar con la corrupción, implementar la cultura de la eficiencia y de la transparencia, terminar con el clientelismo político, apoyar a la clase media, crear empleos, optimizar a las empresas públicas y, tal como lo dice su eslogan, hacer un cambio en el equipo gobernante en el país.