Refulgente Morales
Se comparta o no la política de Antonio Morales, es evidente que buena parte de los feroces ataques contra él los debe a su actitud en materia energética y medioambiental, la que tanto sirvió a la causa de desenmascarar a José Manuel Soria ante no pocos isleños. Hoy se advierte más que ayer la escasa solidaridad social de quienes son capaces de matar un burro a pellizcones por un euro o el apoyo económico a su candidatura, en el caso de los políticos. Pero lo mismo que digo un cosa, digo también que han reforzado los efectos de esos ataques las reacciones de Morales determinadas por una irreprimible propensión a la cólera de alto voltaje y más propia de los viejos caciques rurales que del presidente del Cabildo de una isla del peso poblacional y económico de Gran Canaria. Morales, en definitiva, está ya donde querían ponerlo para que no estorbe quienes llevan por delante de los del conjunto social sus intereses privados con las correspondientes secuelas. Como se está viendo en el caso de la ampliación del puerto agaetense de Las Nieves en que el Gobierno regional ha ignorado el sentir de los directamente afectados y de la opinión pública grancanaria. Tiene tela que vuelvan a repetir para esa ampliación las mismas promesas y expectativas no materializadas de cuando se construyó. Pero éste no es el asunto de hoy.
No entraré en demasiados pormenores en lo que toca a la actual política cabildicia. No sirve de nada aunque, qué quieren, divierta que partidos que nunca han disparado un chícharo por el medio natural reprochen al gobierno insular de Morales el incumplimiento del compromiso de su consejero del ramo de plantar 1,5 millones de árboles y duplicar la masa forestal de la isla en quince años. Un reproche tan fuera de lugar como la respuesta presidencial, en el último pleno, a la pregunta del consejero Bravo de Laguna sobre el grado de cumplimiento del programa de gobierno: según Morales se han creado 40.000 empleos y buen número de nuevas empresas, al tiempo que aumentó la afluencia turística gracias a las mayores conexiones aéreas. No estuve, ya digo, en el pleno por lo que no sé si explicó el presidente qué rayos pinta el Cabildo en menesteres como el de establecer conexiones aéreas, por mentar uno. Como siga presumiendo de logros que no son de su negociado, acabaremos por cargarle hasta la mala racha de la UD.
Lamento además no haber asistido al pleno último por no poder aclararles aquí nada de la cuestión central, es decir, si la calva del presidente Morales reluce por su propio brillor natural o si es el sudor nervioso provocado por el acoso de la oposición la causa del efecto cuasi lumínico. O vayan ustedes a saber si fue la aureola de los mártires en las estampas religiosas lo que percibió en la cocorota presidencial Aurora del Rosario, consejera del PP, pues fue ella la que puso sobre la mesa la cuestión. Marcó Aurora, en efecto, la casilla que atribuía el fulgor al humedecimiento de la superficie craneana del presidente debido al nerviosismo de que le sacara los colores la mal intencionada oposición. Replicó Morales, hasta ahí podíamos llegar, que el suyo era brillo fetén, del bueno mientras que a la señora consejera le suda el bigote malamente desprovista de la virtud de la luminosidad. La ocurrencia de Morales le valió que lo tacharan de machista, misógino y qué sé yo. Aunque yo no diría tanto porque lo que de verdad tiene trascendencia es la torpeza de Morales, su falta de contención y tino para evitar las zancadillas. No se puede jugar al fútbol, pongo por ejemplo, sin tener claro que te darán patadas. Su manera de enfrentarse Morales a quienes le han buscado con éxito las cosquillas lleva camino de dejar en la cuneta una opción que pueda contrabalancear la dirección política de la isla y eso sí que sería grave en estos momentos: vivimos con algo más que la sensación de que el sistema que nos ha traído hasta aquí desde la segunda guerra mundial, con todos sus defectos, incongruencias e incluso injusticias se está yendo a la porra y armarse políticamente, o sea, tener claro cuáles son los problemas reales, parece absolutamente necesario.