“El Baile del Tambor resulta ser parte indisociable de un imaginario colectivo construido en el contexto de la montaña gomera”
José Ángel López Viera (Tenerife, 1960) es uno de los máximos conocedores del baile del tambor gomero. Musicólogo e instrumentista (guitarra y flauta), en la actualidad es profesor de Enseñanza Secundaria. En el año 2003 publica Tambor Gomero y oralidad. Diálogo con los herederos, uno de los trabajos etnomusicológicos más importantes del conjunto del Archipiélago y referencia para el estudio de este testimonio coreo-musical gomero. En este trabajo, el autor supo adentrarse en aspectos de la historia y el desarrollo socio-cultural de la sociedad de la isla de La Gomera. Aprovechando su participación en unas jornadas de musicología en la ULPGC, le hemos entrevistado acerca del pasado, presente y futuro de una de nuestra señas identitarias más singulares.
Recientemente ha participado en unas jornadas en la ULPGC en las que disertó sobre el baile del tambor. ¿Qué particularidades presenta este género coreo-musical gomero dentro del conjunto de la cultura tradicional canaria?
- Efectivamente, la semana pasada, del uno al cuatro de julio, se llevaron a cabo en Las Palmas las I Jornadas de Musicología y Etnomusicología de la ULPGC: Construyendo una Imagen Sonora de Canarias a las cuales fui invitado por José Brito, responsable y director del aula Alfredo Kraus, y por Dávide Payser y Stefan Navarro, coordinadores de este importante evento. Mi ponencia: Tambor gomero y oralidad: procesos transculturales en el contexto insular, se centró en un análisis general del proceso histórico y social gomero que ha dado origen a una cultura musical con ciertos rasgos identificativos netamente insulares, tanto por el sonido resultante que presenta, como por sus significados y dimensión colectiva.
La Gomera vive, en parte, de la tradición oral, de la pervivencia del recuerdo. ¿Podríamos decir que el baile del tambor nace también de la necesidad de transmitir estas tradiciones?
- La tradición oral en La Gomera, ha propiciado durante generaciones la transmisión estable de conductas nacidas de un intenso proceso de transformación cultural, creado a partir del contacto entre grupos humanos de distinta procedencia, incluida la población prehispánica, que coincidieron en la Isla desde el siglo XV, desarrollando una cultura fuertemente determinada por la orografía y la estructura social derivada del sistema señorial. Entonces el Baile del Tambor resulta ser parte indisociable de un imaginario colectivo construido en el contexto de la montaña gomera y vinculado a una forma de vida inherente a la oralidad isleña.
Si tuviera que definir el baile del tambor, ¿cómo lo haría?
- En pocas líneas, lo definiría como un sistema coreo-musical y poético complejo, debido en parte a su estructura rítmica y melódica, muy difícil de reproducir, pero también por el sentido multifuncional que le otorgó la población gomera a lo largo de muchas generaciones, pensemos por ejemplo, que esta música y baile se usó habitualmente en todos los momentos del ciclo vital y anual del gomero. Musicalmente, el Baile del Tambor emplea un mecanismo responsorial, de llamada y respuesta en el canto, que funciona como un prolongador del tiempo, lo que hace posible tocar y cantar muchas horas seguidas sin que exista un final preciso. Con el toque de los tambores y las chácaras se establece un proceso rítmico muy intenso en el que los participantes alcanzan un estado físico y psíquico muy particular. Pensemos que hasta la segunda mitad del siglo XX el Baile del Tambor se concibió como un proceso de dilatación temporal. Y parece ser que esta idea colectiva existió como una necesidad vinculada al mundo material y espiritual del contexto de la montaña gomera. Aprovecho para añadir un breve fragmento correspondiente a mi ponencia:
«Quizá esa esencia temporal del Baile del Tambor era lo que había quedado presente en la colectividad durante muchas generaciones; vinculada a fuertes significados, usos y funciones, ha mantenido históricamente un papel prioritario en la cultura espiritual de los herederos. En mi trabajo de campo comenzaba a vislumbrar que era precisamente esa dimensión temporal y no otra cosa lo que predominaba como auténtico portador de significado, muy por encima de la propia música o del contenido literario de los romances, e incluso del pie. Porque ellos, al poco tiempo de entrar en el proceso del Tambor, dejaban atrás las palabras y todo lo que fuese su entendimiento racional, los pensamientos de los herederos se iban canalizando hacia regiones de irracionalidad, hacia algo que se presentaba como una fuerza instintiva de atracción y encuentro con el ritmo candente de los tambores. Ésta tal vez sea una de las razones por la cual la población heredera haya venido identificándose con el Baile del Tambor más que con otros géneros, lo que podría dejar las puertas abiertas a una lectura más profunda sobre este hecho y su origen socio-cultural».
¿Es La Gomera, quizá, la isla donde más se han preservado las tradiciones?
- Como ya dije, la orografía gomera dificultó las comunicaciones entre los núcleos poblacionales, generándose así una situación de aislamiento que duró hasta bien entrado el siglo XX. A partir de 1960 llegaron a muchas zonas de La Gomera las primeras pistas y carreteras, los vehículos motorizados, la luz eléctrica, el agua, el teléfono, la radio y, más tarde, la televisión. Podemos pensar que esta isla se ha comportado como un territorio propicio para conservar, durante siglos, una forma de vida sin escritura basada en la oralidad. En este sentido, La Gomera contiene una herencia cultural única que en ciertos aspectos la diferencia del resto de las Canarias.
¿Cuál cree que es el origen del baile del tambor?
- Difícil pregunta. El Baile del Tambor se puede entender como el resultado de una mezcla cultural, que contiene diferentes aportaciones, producto, sin duda, de un intercambio intenso y prolongado de pueblos diversos que tuvieron que convivir y subsistir en una constante negociación colectiva. En ese proceso transcultural de contacto y transformación mutua, que implicó intercambiar y aceptar las diferencias culturales de unos y otros, es posible que aparecieran nuevos elementos musicales, híbridos, tanto en estructura musical, coreografía, como en timbres y ritmos, pero también surgieron procesos de sustitución funcional que afectarían a los instrumentos musicales, y sobre todo al comportamiento y significado social de una música en continuo cambio y adaptación al nuevo contexto que la sostenía viva. El Baile del Tambor entonces se puede considerar como un producto cultural netamente gomero nacido en el mundo social de la montaña y vinculado históricamente a un sector de población establecido allí desde los siglos XV y XVI.
¿En qué consistió su trabajo de 2003 Tambor gomero y oralidad?Tambor gomero y oralidad
- Consistió básicamente en un análisis etnomusicológico del Baile del Tambor. Para ello lo primero que hice fue integrarme socialmente, aprender de ellos y posteriormente llevar a cabo un estudio de la música en su contexto desde una perspectiva antropológica. Comencé el proyecto en 1989 y realicé las primeras entrevistas y grabaciones de campo -audio y vídeo- en 1991. En el año 1999 acabé de recopilar información y en 2003 se editó un libro de trescientas diez páginas que incluye un DVD y un CD. Me gustaría añadir una breve reseña que sintetiza la trayectoria de la obra:
¿Cómo ve el futuro de esta manifestación cultural en La Gomera?
- Cuando desarrollé mi investigación a finales de los ochenta y los noventa, el Baile del Tambor y el propio silbo gomero, hoy reconocido como patrimonio de la humanidad, estaban a punto de desaparecer, entre otras razones porque no se vislumbraba un relevo generacional. Sin embargo a finales de los años noventa, comenzaría una nueva etapa en la historia del Baile del Tambor. Entonces la iniciativa de ciertos colectivos juveniles haría posible el rescate y divulgación de la cultura tradicional gomera. Así surgió un nuevo concepto del Baile del Tambor que ha garantizado su supervivencia, adaptándolo al actual contexto de la globalización e integrándolo en la red, pero sobre todo, aportando un nuevo sentido de identidad musical y colectiva que se corresponde con el siglo XXI.