Los senos de tinta: el erotismo surrealista según Pedro García Cabrera
El poeta Pedro García Cabrera plasmó en “Los senos de tinta” -un relato en prosa plenamente inmerso en el surrealismo- su terremoto interior provocado por el deseo que cambia de objeto: una carta de amor impetuoso a una escritura que derrota a la pasión por la mujer.
Patricia Pareja Ríos, profesora de Filología Francesa en la Universidad de La Laguna, desentraña en una entrevista con Efe los entresijos de este relato, que escribió Pedro García Cabrera en 1934 pero que permaneció inédito en vida del autor.
“Los senos de tinta” fue publicado póstumamente en las “Obras completas” de García Cabrera que editó el Gobierno de Canarias en 1987, a cargo de Sebastián de la Nuez, secundado por el rigor y dedicación de Rafael Fernández y Nilo Palenzuela.
Posteriormente Domingo Luis Hernández lo incluyó en una reedición de la obra en 2010, con un artículo del estudioso del surrealismo Sarane Alexandrian (La Página).
Precisamente el vínculo entre el surrealismo, el erotismo y “Los senos de tinta” es el motivo de la conferencia que tiene previsto impartir hoy la profesora de Filología dentro del proyecto “Pedro García Cabrera, vidas a contrapunto”, que organiza la Fundación del poeta gomero en colaboración con el Ayuntamiento de La Laguna.
Patricia Pareja recuerda “el carácter indoblegable” del autor de “Las islas en que vivo” y cómo siempre se reflejó en su obra la influencia de su etapa surrealista, además de defender continuamente su libertad como creador.
El poeta nacido en Vallehermoso en 1905, escribió “Los senos de tinta” en Gran Canaria de forma simultánea a su poemario “La rodilla en el agua” que, aunque también contiene alguna metáfora de influencia surrealista, queda fuera de su influencia.
“Llama la atención cómo el autor puede hacer paralela una escritura en la que conviven varias influencias”, subraya Patricia Pareja, y justamente en “Los senos de tinta” se adentra de lleno en la dinámica surrealista, en las premisas que llevan a descubrir al hombre tal y como realmente es, no como la sociedad bienpensante quiere que sea.
García Cabrera bucea en el inconsciente, en el interior del hombre y su texto es una inmersión “brutal” en el autoconocimiento, en la conciencia del “yo poético” y las contradicciones, deseos, miedos y culpas.
Hasta que de repente se produce “un cambio, un terremoto interior en el que las islas de los senos, la geografía íntima del deseo va a ser invadida por el discurso surrealista”.
Y esa invasión se torna en victoria: vamos descubriendo que esos senos ya no son de mujer, sino de la tinta de la escritura.
“Es una carta de amor a la escritura, en la que solo cabe ella”, revela Patricia Pareja, pues al final lo que queda de la pasión anterior solo será el “epitafio de un amor desmantelado”.
Curiosamente, el propio texto de “Los senos de tinta” está incompleto, ya que no se ha encontrado ni el principio -parte de la segunda página- ni las hojas finales del relato, en lo que, casualmente, podría interpretarse como “azar objetivo”(o surrealismo del azar), ya que también en el relato de García Cabrera aparecen múltiples amputaciones del cuerpo amado como cristalización de la pasión en puntos “cardinales” (en el surrealismo son frecuentes los cuerpos desmembrados) y la primera imagen de “Los senos de tinta” es la de un tronco “con los cinco círculos pulidos y mates, donde estuvieron los senos, los muslos y la cabeza” sumergido en el agua, como restos del naufragio amoroso.
El autor del célebre poema “A la mar fui por naranjas” plasmó en su vertiente surrealista “una pasión que la sociedad burguesa intentaba borrar”, la de “una poesía venida del inconsciente, impregnada de toda la fuerza creadora del ser”.
La profesora de Filología recuerda que este movimiento artístico en Canarias fue “una realidad única” en el panorama español que truncó la Guerra Civil.