Una tradición que se pierde en la noche de los tiempos

Saltador de las hogueras de San Marcos el pasado jueves

Pablo Jerez Sabater

El 24 de abril se escribe a fuego en el calendario de La Gomera. Es la víspera de San Marcos y en Agulo la tradición se viste de madera de sabina y llamas. Es la noche de las hogueras, una tradición que se pierde en la noche de los tiempos.

Como cada año, desde primera hora de la tarde, los operarios del ayuntamiento colocaban milimétricamente los trozos de madera para construir las piras que, puntualmente, ardieron a las 22:00 horas, justo cuando tras la misa, la imagen de San Marcos Evangelista, acompañada de chácaras y tambores, preside este rito, cuyo origen es incierto.

Cientos de personas se reunieron en el entorno de la plaza Leoncio Bento para acompañar a los saltadores quienes, también a modo de ritual, cumplieron con la tradición: a los gritos de ¡Fuego, fuego! se aprestaron a dar comienzo con la noche más importante de las fiestas patronales de Agulo.

Origen de la tradición

La primera hipótesis alude que la necesidad de conseguir la protección del Santo fuera una de las razones por las que los agulenses iniciaran la tradición de homenajear al Evangelista el día que la iglesia conmemora su muerte. El probado beneficio que ejercía sobre las labores agrarias inauguró esta tradición que, aunque no dispongamos de una fecha exacta de inicio, se remonta muchas generaciones atrás. La información oral constata que se trata de una tradición muy antigua, transmitida entre los vecinos del lugar desde tiempos lejanos y que conserva toda la esencia de antaño, apenas variando algunos aspectos relativos a la organización de los fastos en aras de la mejora de la seguridad de una evento que en la actualidad concita cada año más de un millar y medio de asistentes, incluyendo un buen número de “saltadores”, de ahí de la necesidad de contar con las debidas medidas preventivas y de control de una celebración que, aún siendo ancestral, por su naturaleza y características conlleva cierto riesgo.

Una segunda hipótesis vincula la tradición con la comunicación entre ambas orillas de Tenerife y La Gomera, y surge a colación de un gran hundimiento de tierras ocurrido en Agulo hacia 1770, con pérdida de casas, tierras de cultivo, y otros daños. El fenómeno geológico alcanzó tales proporciones que han llegado hasta nuestros días algunos topónimos locales referidos a enclaves donde se deja ver la huella de tal cataclismo, como el Rumbao, El Hoyo o La Quebrada. Tras acontecer este episodio, el día de San Marcos se instauró la costumbre de saludar a la orilla de enfrente con hogueras como modo de dar a entender que están bien.

Una tercera hipótesis propone que el origen de esta tradición tiene que ver con el azote de una epidemia, por entonces muy frecuentes (tuberculosis, peste...), surgiendo el acto de las hogueras como una forma de rogar al Santo su protección.

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