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Opinión - Salvar el Mediterráneo y a sus gentes. Por Neus Tomàs
Sobre este blog

Estudio Ciencia Política y Periodismo en la URJC. Algo que alterno con la observancia voluntaria de las bajas morales que despierta el quehacer político y, aún así, con la capacidad que tiene de ilusionar la ciencia que estudió Max Weber. Escribiré sobre eso, sobre la política. Eso sí, de forma clara, tolerante pero sobre todo crítica.

El chovinista Jorge Vargas

Jorge Vargas durante una tertulia televisiva

Aarón Rodríguez Ramos

Ayer falleció Jorge Vargas, periodista tinerfeño que caló profundamente en el público de la isla vecina y que junto a su verborrea desmesurada, y en algunos casos muy ofensiva, consiguió hacerse un hueco en el corazón de muchos espectadores. Manifestar mis más sinceras condolencias a su familia y desear que descanse en paz creo que es lo justo y necesario, lo mínimamente humano.

Pero no quiero que se convierta en lo único a sentenciar tras su fallecimiento, ni tampoco que comencemos un baño de curiosas e hipócritas elegías sobre el trabajo de este “periodista” (para mí un simple comunicador) ni sobre sus comentarios políticos. Comentarios, por cierto, que han sido en algunos casos totalmente burdos, zafios, xenófobos y salidos de tono. Jorge Vargas fue también ya condenado por algunos de ellos, como cuando se dedicó a “insultar y vulnerar el honor” -no lo digo yo, lo dijo el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción nº1 de Güimar y fue ratificado por la Audiencia Provincial- de Javier Mederos, concejal de Urbanismo de dicho municipio, y fue sentenciado a pagarle en concepto de injurias unos 20.000 euros al edil.

Vargas pertenece a un grupo de nacionalistas, exaltados y vinculados particularmente a la centro-derecha/derecha más conservadora y (en ocasiones) rancia de las Islas Canarias. Siempre dije y digo que mantiene gran similitud con la línea editorial del periódico (tristemente) más vendido de Canarias, El Día. Periódico que además ha sido condenado por la Justicia en varias ocasiones: a pagar 100.000 euros con el “caso México” por “intromisión en el honor” de la esposa de Paulino Rivero, Ángela Mena, y de su hermana, Caridad Rivero; y a pagar otros 60.000 euros por el mismo delito pero con distinta víctima, en este caso el propio Paulino Rivero. También fue condenado a través de una moción del Parlamento de Canarias por “los ataques a la unidad de los canarios y la dignidad de Gran Canaria y sus ciudadanos, así como a las ideas xenófobas y a la incitación a la subversión del orden constitucional que reiteradamente se defienden en el editorial del periódico El Día”. Esto último ciertamente y rompiendo una lanza en favor del periódico, fue una acción de respuesta política -a mi juicio totalmente innecesaria- que Coalición Canaria (en concreto la estructura del Paulinato) articuló para defenderse de la campaña de críticas que le llovía y azotaba desde el grupo mediático. Y que algunos seguimos viendo como una injerencia en la libertad de expresión que sólo debe torpedearse por la Justicia cuando se choca con el honor o la intimidad de las personas.

Pero sobra decir que muchos fueron los editoriales del ya fallecido José Rodríguez Ramírez en los que rebozaban adjetivos como “mariconzón” y demás comentarios de sesgo xenófobo u homófobo que empleaba para generar polémica, aumentar las ventas y usar un lenguaje que en nuestras islas (repito, por desgracia) es generalmente más popular. Eso ya ha cambiado en El Día, y más o menos se va observando una moderación y profesionalización, quizás sea ilusión mía. Lo cierto es que esto no desentona nada con Jorge Vargas que dedicó comentarios hirientes hacia los venezolanos amparado bajo el paraguas del programa que conducía en el local Canal 4 de Tenerife. “Yo no le debo nada a Venezuela”,“Yo jamás he sido xenófobo con nadie”, “Lo único que yo he dicho es que primero los míos, después los míos y si queda algo para los míos... Si eso es xenofobia, lo voy a seguir manteniendo”, “En mi tierra hay que adaptarse a las costumbres de mi tierra”, “Yo particularmente odio lo de la octava islaporque creo que no le debo nada a Venezuela” fueron algunas de las muchas declaraciones que, junto a comentarios en los que criticaba las ayudas a venezolanos en Canarias y a canarios en Venezuela por parte de las instituciones públicas de nuestro país, llegaron incluso a emitirse en Venezolana de Televisión (la televisión pública bolivariana) bajo el titular de “Xenofobia en Canarias”.

A diferencias de otros nacionalismos, independentismos, regionalismos o localismos (como quieran llamarle) parece que el de los gurús mediáticos de nuestras islas sólo entiende de la exclusión y el odio al que no es su arquetipo de “canario pro”. Sé que no soy justo si no reivindico la labor que también realizó el fallecido Vargas criticando cosas que por inercia se practicaba en la política insular y fechorías que en algunos casos eran casi concupiscencias de los casos de corrupción hoy judicializados o en vistas de estarlo próximamente. Pero seguramente de eso ya le hablarán los medios digitales de nuestra tierra, que se encargarán de hacer preciosas elegías.

De lo que sí que no hablará nadie es que el problema no está en un Vargas, en un Rodríguez o en un periódico como El Día. Está en nosotros que nos encanta este tipo de información sin filtro, que no entiende de mesuras a la hora de criticar, que es capaz de vulnerar el honor de las personas en algunos casos. Estos periodistas son un alter ego de un exceso de “bienquedismo” y moderación de políticos corruptos e incompetentes (por cierto, también electos por nosotros).

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