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De camino a Santa Catalina
Quien no conozca los pagos de Santa Catalina, en Vallehermoso, no sabrá la historia que encierran las piedras que confluyen en una pequeña cruz que aún queda entre las casas. Viviendas tradicionales –pocas- circundan la cruz. El acceso al barrio es estrecho. Un pequeño desvío camino hacia La Dama. Allí, hace más de cuatro siglos, nacida al abrigo del cultivo de cereal, se construyó una ermita dedicada a Santa Catalina. Vámonos al año 1680. Démosle la palabra a un visitador eclesiástico de entonces: “Visitosse en relación la hermita de Santa Catalina, entendiosse está la puerta abierta y con indecensia, mándese serrar la puerta y para ello se dio comisión y mandato a Luis Delgado de la Paz para que le pusiese una tabla con cuatro clavos y que notificasse a Diego de Herrera la tubiesse decente y reparada y no permitiesse abrirse hasta estar la puerta con la decensia debida, este hombre tiene más de 100 años y está impedido y no se pudo traer por referencia del visitador”. Hoy nadie se acuerda de Santa Catalina. Una ermita que desapareció en el siglo XVIII en una tierra fértil donde hoy, apenas un puñado de casas, recuerdan su historia.
Quien no conozca los pagos de Santa Catalina, en Vallehermoso, no sabrá la historia que encierran las piedras que confluyen en una pequeña cruz que aún queda entre las casas. Viviendas tradicionales –pocas- circundan la cruz. El acceso al barrio es estrecho. Un pequeño desvío camino hacia La Dama. Allí, hace más de cuatro siglos, nacida al abrigo del cultivo de cereal, se construyó una ermita dedicada a Santa Catalina. Vámonos al año 1680. Démosle la palabra a un visitador eclesiástico de entonces: “Visitosse en relación la hermita de Santa Catalina, entendiosse está la puerta abierta y con indecensia, mándese serrar la puerta y para ello se dio comisión y mandato a Luis Delgado de la Paz para que le pusiese una tabla con cuatro clavos y que notificasse a Diego de Herrera la tubiesse decente y reparada y no permitiesse abrirse hasta estar la puerta con la decensia debida, este hombre tiene más de 100 años y está impedido y no se pudo traer por referencia del visitador”. Hoy nadie se acuerda de Santa Catalina. Una ermita que desapareció en el siglo XVIII en una tierra fértil donde hoy, apenas un puñado de casas, recuerdan su historia.