La autoestima está de moda, me atrevería a decir que es la estrella en la actual literatura de autoayuda. Me dice un amigo guasón que él tendría mucha autoestima si no existieran los espejos. Me dice la mujer de mi sicólogo de urgencias (si el sicólogo sabe, imagínate su mujer) que la autoestima está sobrevalorada sobre todo por los que no la tienen. Otros expertos aseguran que la autoestima sirve de poco si no la practicas. Hay quien se la ha ganado a pulso y luego la tira por el sumidero. Seguramente tiene tanta autoestima que ni siquiera necesita tener autoestima. Hay quien fue a Madrid y pagó 300 euros por a ver los Rolling Stones porque eleva su autoestima. Lo que no cabe duda es que entradas a 300 euros elevan la autoestima de los Stones. Hay gente ‘pa´todo’. Pienso que la autoestima es una forma de vanidad como cualquiera otra y a menudo abre la puerta al consentimiento y al narcisismo. Prefiero otros rent a car, como la autocrítica, que por cierto está a punto de cerrar por falta de clientes. En fin.