La rebelión de los feos
Corrientes científicas ya por fortuna desacreditadas, como la frenología y la fisiognomía, decían que los ejemplares humanos moralmente corruptos y depravados reflejaban esas aberraciones en malformaciones e imperfecciones físicas. Bueno, si eso fuera así bastaría con eliminar a todos los feos para tener un mundo feliz. Suena bastante fascista, ¿verdad? Que se mueran los feos fue un famoso tema pop español de otros tiempos. Claro, los feos, que seremos feos pero no 'jilipuertas', contraatacamos diciendo que los que heredan belleza son como los que heredan riqueza, lo tienen fácil, guapitos y guapitas consiguen trabajo más fácil que feítos y feítas, pero claro, el feo se lo tiene que currar, tiene que trabajar más duro, ser más ingenioso y audaz sobre todo si quiere ligar, en resumidas cuentas hay que espabilar, fortalecerse nadando contra corriente. Una vez que el feo tiene pasta todo cambia, de pronto se vuelve elegante, tiene un no sé qué, ay, te has fijado lo bueno que está fulano últimamente, tiene glamour, no será guapo, pero de pronto es sexy y atractivo, me recuerda a Brad Pitt en aquella película. En algún planeta de una lejana galaxia aún no descubierta desde el observatorio palmero, los feos han tomado el poder y han prohibido la simetría facial, los implantes, la depilación, las cremas exfoliantes, etc., y el lema de su revolución es: ‘El alienígena es como el oso, cuanto más feo más hermoso’. Por todos lados se ven clínicas de cirugía antiestética, edificios horribles (en ese campo también en la Tierra estamos bastante avanzados) y obras de arte que son un ‘desarte’ o desastre (también en la Tierra, bueno, me callo, que calladito estoy más bonito, y de eso se trata).
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