La memoria y el recuerdo siguen vivos 79 años después de la aparición del cuerpo mutilado y sin vida del artillero británico John Lee. La Segunda Guerra Mundial asolaba el planeta y este joven de 22 años, natural de Glasgow, dio su vida en la lucha con la sobra de la tiranía. Desde 1943, sus restos descansan en un rincón del cementerio municipal de Villa de Mazo, rincón que es de propiedad británica desde 1951, después de ser adquirido por un valor de 100 pesetas, informa el Ayuntamiento en nota de prensa.
Varios han sido los homenajes que se le han hecho al soldado, como el que se produjo en 2018, por el 75 aniversario de la aparición del cuerpo sin vida del soldado. El emotivo acto contó con la presencia del embajador del Reino Unido en España, Simon Manley, junto a la cónsul Charmaine Arbouin y la vicecónsul Helen Díaz de Arcaya Keating.
La alcaldesa del municipio de Villa de Mazo, Goretti Pérez Corujo, expresa que “John Lee ha acabado formando parte de la historia de Villa de Mazo, convirtiéndose en uno más de los inquilinos reconocidos y queridos del cementerio de San Blas. La forma en la que apareció en la playa, mutilado, provocó una pena aún mayor en los habitantes de nuestro municipio. Es realmente emotivo y hermoso que, desde entonces, su tumba siempre esté rodeada de flores”.
El historiador Óscar Fumero, tras desentrañar las claves históricas de los días previos a la muerte del soldado, recuerda que “el convoy SL 125, en el que iba John, fue interceptado por submarinos alemanes al oeste de las Islas Canarias. Fueron días de agonía y desesperación. Muchas vidas perdidas”. Pero para el investigador “faltaba algo. Necesitaba saber algo más que un nombre y un número de soldado. Quería poner cara a John, saber en qué barco iba, conocer a su familia, así que, seguí buscando”. El gobierno británico movilizó los recursos a su disposición para buscar a la familia del soldado pero no resultaría nada fácil, dado que el apellido Lee es muy común. “Fueron horas, días, meses de búsqueda, hasta que encontré en un foro de soldados caídos, la lápida familiar que el padre de John erigió en su memoria. En ella, además de los datos del soldado, estaban los datos de defunción de Martha y Henry, sus padres, y los de su hermana Agnes, que había fallecido con tan sólo 16 años. Lo puse en conocimiento de la cónsul Charmeine Arbouin y a partir de ahí todo fue más fácil.” Finalmente el esperado reencuentro se producirá después de 79 años.
Actos y momentos como el que se ha producido este viernes emocionan y sirven para recordar, honrar y dar las gracias a aquellos que sacrificaron tanto en nuestro nombre. Unos padres que pierden a su hijo sin ni siquiera poder tener el consuelo de darle sepultura, de tenerlo cerca para llevarle flores a su tumba. De eso ya se encargaron los macenses. Según Mary, su abuela le contó cuando era muy jovencita que intentó venir a verlo, pero nunca pudo. Por fin, a John le ha puesto flores su propia familia y se ha sentido un poco más cerca de casa. La vida nos depara en ocasiones historias curiosas, difíciles o extremas como esta. Historias que encierran luego una enseñanza y que debemos dar a conocer, pues “quien no conoce la historia está condenado a repetir sus errores”.
Junto a la sobrina del soldado, Mary Hastie y más familiares, el acto contó con la presencia de la representación del Consulado, la cónsul Charrmaine Arbouin y la vicecónsul Helen Díaz de Arcaya Keating, así como la Alcaldesa del municipio Goretti Pérez Corujo, miembros de la Corporación Municipal y el historiador Óscar Jesús Fumero Méndez.