Este viernes ha sido inaugurada en la Casa del Quinto, en San Andrés y Sauces, una muestra de más de 150 abanicos fabricados con distintos materiales y elaborados entre el siglo XVIII y el siglo XX. La muestra es parte de una colección particular y está organizada por el Cabildo de La Palma y el Ayuntamiento de San Andrés y Sauces. Podrá visitarse hasta el día 16 de septiembre.
El consejero de Cultura y Patrimonio Histórico del Cabildo de La Palma, Primitivo Jerónimo, ha valorado el interés de esta singular muestra, a la vez que ha hecho un llamamiento a quienes lo deseen para que acudan a contemplarla y disfrutar del material expuesto.
El abanico “es un utensilio y complemento de la vestimenta que en el siglo XIX y hasta las primeras décadas del siglo XX resultaba imprescindible en el atuendo de las mujeres”, se apunta en una nota de prensa. La mecanización del trabajo gracias a la Revolución Industrial y el desarrollo de la burguesía, además de la aparición de nuevos materiales llevó a que los cambios en las formas, materiales y técnicas empleadas para hacer abanicos se sucediera de manera vertiginosa.
El abanico “es hijo de su época ya que su aparición coincide con la necesidad de contentar y entretener a unas clases medias y altas que querían mostrar, en muchos casos, su recién adquirido status social”. Los rituales de la época exigían complementos diferentes para cada ocasión y circunstancia y los abanicos no estuvieron exentos de esa práctica.
En España, se explica en la nota, la llegada al trono de la dinastía de los Borbones supuso el triunfo de la moda francesa en la corte española y, siguiendo la tendencia de finales del siglo XVIII, los abanicos se convierten en piezas de varillajes profusamente tallados y dorados y países elaborados con ricos tejidos o vitelas pintados y adornados de pedrería y lentejuelas.
En 1808 entran en España los abanicos ingleses y holandeses, en los que el espacio entre varillas se acorta y aumenta el país. Además se imponen los países sencillos frente a los dobles de la época anterior.
Durante el inicio del Trienio Liberal (1820-1823) y hasta 1844 el uso del abanico se vuelve imprescindible. Ahora se trata de piezas de menor tamaño con varillas de hueso, marfil y nácar, rectas y estrellas, con una decoración sencilla y elegante, decorada con incrustaciones de piedras semipreciosas o láminas de acero. Las decoraciones románticas de isla serán las más habituales.
El segundo periodo romántico coincide con el reinado de Isabel II en España, “gran aficionada a los abanicos, que ahora serán de mayor tamaño con varillas más anchas y redondeadas, profusamente caladas, doradas y pintadas. También se ponen de moda los abanicos chinescos con motivos chinos o japoneses”.
Durante el periodo de reinado de Alfonso XII (1874-1885) se ponen de moda los abanicos menos cargados y destaca el uso de los pericones (de gran tamaño, con países de papel, pluma, gasa o sedas) y los cortesanos (de menor tamaño y variedades infinitas).
La época de transición del siglo XIX al XX será la de modernismo. Los abanicos jugarán con las asimetrías típicas del estilo y en sus decoración primarán los follajes, flores e insectos.
Avanzado el siglo XX, los abanicos se van volviendo más sencillos, con varillas austeras y países decorados con una enorme variedad temática.