La industrialización del siglo XIX llegó a La Palma. Las poblaciones necesitaban el servicio público de las llamadas bomba contra incendios. Es bueno recordar los datos que conocemos de los antecedentes de la lucha contra incendios en la isla con aparatos mecánicos, aunque no seamos técnica en esta materia.
Al menos desde el año 1850 Santa Cruz de La Palma ya contaba con una bomba contra incendios y se interesaba por una segunda. Para ello el 20 de febrero de 1850 invita a los vecinos para que contribuyeran “con las cantidades que sus facultades les permitieran, á fin de procurar la adquisición de una bomba de incendios que con la que ya existe pueda proporcionarle seguridad de que no se verán como se vieron desgraciadamente en la noche de ayer amenazados muchos de ellos de perder sus casas, por que la experiencia demostró que una bomba sola no basta para terminar con un incendio voraz”, según consta el archivo municipal.
La suscripción pública se puso en marcha. En 1852 aparece un presupuesto para el encargo de una bomba al “Maestro Constructor de Bombas Lucas Morales, vecino de Santa Cruz de Tenerife” por un valor de 1.060 reales de vellón, además de complementos como baldes, mangueras, “recomposición de la bomba antigua” y otros enseres que suman un total de 2270 r.v. La suscripción pública, más la aportación del ayuntamiento no cubría este presupuesto y se tuvo que hacer un nuevo llamamiento desde la Corporación.
Unos años después, en 1873, el pleno de la Corporación de Santa Cruz de La Palma acuerda nombrar como encargado del servicio contra incendios a José María Pérez y cesando en sus funciones José Gabriel Pérez Martín previo inventario del material que consistía, entre otros objetos de dos bombas útiles y cuatro mangueras servibles.
En 1893 el alcalde Miguel de Sotomayor convoca a vecinos y comerciante con el fin “de adquirir una bomba de gran potencia para asegurar la más pronta extinción de los incendios”, acordándose formar comisiones de vecinos -no sin problemas y renuncia de algunos nominados- para tal loable logro social.
Con el siglo XX llegaban a La Palma, desde Inglaterra, dos bombas contra incendios para los municipios de Santa Cruz de La Palma y Los Llanos de Aridane. En esos años tuvo que ser un acontecimiento social de primer orden. La isla comenzaba a ser dotada de los mejores adelantos tecnológicos del momento.
El periódico palmero La Defensa de 4 de Marzo de 1900 habla de la puesta en funcionamiento de una bomba contra incendios en Santa Cruz de La Palma adquirida en Londres a la empresa Shand, Mason y Compañía. Además, relata, el cronista, los esfuerzos que se habían hecho para tal logro con aportaciones voluntarias de los vecinos. Al mismo tiempo se decía que habían tenido la oportunidad de ver funcionar la nueva bomba que por suscripción había adquirido el Ayuntamiento, gracias a las gestiones del alcalde Tomás Lorenzo Calero, calificándola, por su potencia, como de las mejores “para con los elementos que aquí disponemos”.
Los Llanos de Aridane se incorporaron a estos adelantos de las bombas contra incendios con posterioridad a Santa Cruz de La Palma motivado, sin lugar a dudas, por la tardanza en contar con agua corriente pública. En 1868 se inaugura, con bombo y platillo, la llegada del agua de la empresa Hidráulica Aridane y la construcción de tres fuentes públicas.
El 5 de noviembre de 1867 se registró en la calle Real nº 20 de Los Llanos de Aridane un pavoroso incendio que terminó con la casa de Tomás Felipe Wangüemert, donde tenía su establecimiento comercial y según la crónica del El Time “era la más alta que se había fabricado en esta población y presentaba un hermoso aspecto por su bonita fachada, y quedó destruida por las llamas”. Continuaba esta crónica diciendo que las aljibes estaban llenas y gracias a la participación ciudadana no llegó a más este incendio, lamentando que aún no hubieran llegado las aguas de la Empresa Hidráulica Aridane. No se hace referencia a ningún aparato mecánico por lo que suponemos que no existía.
En 1893 empezó a realizar en Aridane una lista de suscripción pública para la adquisición de este necesario servicio público. El periódico La Justicia, publicaba una crónica, el 19 de agosto de 1898, donde se le reclamaba al alcalde Cayetano Armas Lorenzo, en el sentido de que: “¿No está V. enterado de la suscripción que desde 1893 se hizo entre los vecinos de Los Llanos, con objeto de adquirir una Bomba contra Incendios”. En el mismo periódico de fecha 21 de octubre continúa con la misma denuncia y diciendo que el Ayuntamiento tenía consignada 300 pesetas para esta bomba y que sin embargo no se había adquirido.
Las críticas parecen que dieron resultado. En al Archivo Municipal se conserva el expediente de la adquisición en el año 1900 de una bomba contraincendios en Londres y la relación de los vecinos y de emigrantes en Cuba que habían contribuido a ello.
El depositario de tal suscripción fue el farmacéutico titular Conrado Hernández de las Casas con un total de unas 1.129 pesetas recaudadas, de las cuales las mayores aportaciones correspondieron a los emigrantes cubanos con un total de 201,50 pesetas -después de descontar los gastos del giro de 8,50-, el Ayuntamiento 200, Sres Sotomayor con 50 pesetas y Conrado Hernández, Ruperto Pérez y Hº, Tomás Felipe y Hº, Dolores Kábana y Hdos, Antonio Carballo Fernández con 25 pesetas. El comerciante, de Santa Cruz de La Palma, Miguel Cutillas fue el encargado de tramitar y solicitar esta bomba contra incendios a la empresa Shand Mason Cº de Londres.
En 1961 otro pavoroso incendio destruye la casa solariega de Salgado en el Llano de Argual. Pocos días después, el 28 de abril de 1961, el ayuntamiento acuerda la compra de una moto-bomba destinada al servicio comarcal de extinción de incendios y designar al concejal Julián Morín González de las gestiones necesarias. En la sesión plenarias de 16 de noviembre de 1962, Julián Morín, da cuentas de las gestiones realizadas ante empresas suministradoras de estas maquinarias y de la recaudación ante organismos oficiales y vecindario, contando en ese momento con 25.000 pesetas que aportaba el Cabildo Insular, 8.326 pesetas del ayuntamiento de Tijarafe y el ofrecimiento de colaboración económica de los ayuntamientos de Fuencaliente y El Paso, además de la aportaciones de empresas privadas, vecinos y la del ayuntamiento con 80.000 pesetas.
El presupuesto total de esta bomba ascendía a 187.685 pesetas y se le encargó a la empresa de Roberto Cutillas -curiosamente la adquirida en el año 1900 fue a Miguel Cutillas antepasado del segundo- quien representaba a la casa comercial de Enrique Siemens de Santa Cruz de Tenerife. Las características principales de esta motobomba portátil eran: “caudal nominal con 80 mts. Elevación; 800 litros/minuto; caudal máximo 900 lts/minuto”. La bomba portátil, de color rojo, tipo TS 8/8 llegó y dentro de sus posibilidades prestó importantes servicios en la comarca del valle de Aridane.
Hoy las cosas han cambiado radicalmente y las viejas bombas contraincendios de La Palma duermen el olvido en el cementerio de chatarras en cualquier rincón municipal. Los tiempos han cambiado y los medios contra incendios, urbanos y forestales, se han adaptado a las exigencias de los tiempos.
Valga este artículo de reconocimiento a los pioneros y todos aquellos que hoy, con riesgo de sus vidas, velan por nosotros y prestan un servicio público esencial.
* María Victoria Hernández es cronista oficial de la ciudad de Los Llanos de Aridane (2002), miembro de la Academia Canaria de la Lengua (2009) y de la Real Academia Canaria de Bellas Artes San Miguel Arcángel (2009).