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Uso racional de Chatgpt

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Ante hechos tan claros, como las mentiras que aportaba a día de ayer Chatgpt en sus diversas versiones, o las mentiras de Bard o Autogpt, cuando se le preguntaba por la masonería en La Palma en un determinado período, no debemos perder de vista la utilidad de estas herramientas. Por ello más que negar lo evidente, debemos determinar cómo obtener el mejor beneficio de Chatgpt y de otras herramientas que vendrán en el futuro, buscando un enfoque racional que nos aporte valor a nuestro trabajo o a nuestras inquietudes.

A partir de esa realidad y teniendo en cuenta que está tan de moda hablar de Inteligencia Artificial (IA), o de chatbots basados en IA como los arriba mencionado, y sin menospreciar la gran cantidad de conocimiento y tecnología que hay detrás de Chatgpt, voy a intentar dar unas pinceladas muy básicas que podrían ayudarnos a entender cómo funciona la IA utilizadas en estos modelos de lenguaje donde los chatbots son unas de sus principales aplicaciones, tal y como dice la página web www.new-chatgpt.com.

Los algoritmos (serie de instrucciones procesadas por un sistema que nos llevan a realizar una actividad o resolver un problema) en los que se basa la IA intentan imitar el cerebro humano, por ejemplo cuando se crean modelos donde se le indica a la máquina qué es lo que se ve en muchas imágenes o cuando miles de personas clasifican imágenes como profesión. Posteriormente, con esa información que le hemos aportado, la máquina será capaz de distinguir imágenes, aprendiendo cada vez que le añadimos más imágenes porque tiene más datos con los que trabajar (comparar). Esto último es lo que se denomina entrenamiento del modelo, que Chatgpt también hace. A partir de ese ejemplo que somos capaces de entender, si se le añade una enorme cantidad de datos y una gran capacidad de cómputo, la máquina puede trabajar con textos de igual modo que lo hacía con las imágenes, y puede trabajar con cualquier tipo de información, que la máquina puede consultar de manera autónoma en Internet, para luego mezclar, comparar, redactar… de tal forma que establece miles de patrones, y la máquina en función de lo que se le pregunta coge determinados patrones o mezcla los patrones disponibles, y nos muestra resultados, resultados que la herramienta puede mejorar si no estamos contentos con los primeros resultados.

Si ya tenemos una muy pequeña idea de lo que pasa en el interior de Chatgpt o similares, y hemos comprobado que esta nos puede aportar resultados sobre miles de cuestiones que nos interesen, nos surgen ahora dos cuestiones: 1) saber si los resultados que nos obsequia el chatbot son verdad, 2) saber qué introducir a la herramienta. Respecto al punto número 1, para no cometer el error de quedarnos con la primera información que nos aporta, que puede ser falsa, podemos indicarle a la herramienta que no es cierto lo que nos indica, y también podemos buscar en otros asistentes, a ver qué nos aportan estos otros, sin menospreciar búsquedas tradicionales. Respecto al punto número 2, qué introducir en la herramienta, es la parte más interesante, y para ello tenemos que fijarnos en cómo se realizan las encuestas que quieren obtener datos precisos sobre las personas encuestadas, preguntando lo mismo y lo contrario, para obtener la misma respuesta. Por ejemplo, se puede preguntar: ¿En La Palma se vivía de la caña de azúcar y de la cochinilla antes de vivir del plátano?, y se puede preguntar lo contrario, ¿La Palma siempre ha vivido del turismo? (Por cierto, Chatgpt mostró el siguiente resultado ante estas preguntas: “Something went wrong. If this issue persists please contact us through our help center at help.openai.com”. 

En educación, aparte de intentar explicar cómo funcionan la IA, no debemos de impedir el uso de estas herramientas. En una concepción más clásica del aprendizaje mezclada con IA, debemos de indicarle al alumnado que haga llegar al profesorado el listado de prompts (el prompt es lo que el usuario le introduce al modelo) utilizado para obtener el resultado solicitado por el profesorado, de tal modo que se pueda comprobar si el alumnado razona al utilizar la herramienta, dando pie a trabajar con el alumnado el pensamiento crítico y a que razone el resultado ofrecido por el chatbot, introduciendo a posteriori cuestiones como el sacrificio o gestión de la frustración, entre otras cuestiones.

En este texto se han mencionado herramientas que solo requieren registro, o pequeños pagos, u otras que sin trucos, todavía no se han podido utilizar en nuestro país como Bard, pero ¿sabemos que pueden conseguir otras herramientas no accesibles al gran público?, ante esta cuestión, solo responder que hay herramientas basadas en IA específicas para colectivos profesionales como abogados, médicos, profesores, etc. aunque no sean tan conocidas, así que si a alguno de nosotros nos llama la atención los textos que redacta Chatgpt. ¿Qué estará por llegar? 

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