Así como hay traga-fuegos se podría decir que yo soy una devora-libros. Pequeños, grandes, para adultos, para niños, para reír, para llorar... Me da lo mismo, los engullo sin miramientos. Para mí, no hay nada mejor que un libro, una caja de galletas y horas libres, para rellenar con lectura.
EL DESPERTAR
Cada vez se habla más y más… y más acerca de lo que ocurriría si el mundo fuera sacudido por una epidemia zombi. Tal y como antaño sucediera con las grandes plagas, especialmente la peste, causante de diezmar a buena parte de la población mundial durante centurias, el siglo XXI ha acuñado un miedo mucho más contemporáneo, aunque con sus raíces igualmente hundidas en el pasado.
Atrás han quedado las paranoias resultantes de la fusión del átomo, la invasión comunista o los marcianos decimonónicos de H. G. Wells. Este siglo merece una nueva amenaza, además de quienes han provocado la actual crisis económica y los zombis devoradores de carne humana, carentes de cualquier sentimiento de culpabilidad, se nos antojan un temor tan bueno como cualquier otro y mucho más barato.
Sin embargo, ni todo está ya contado, ni ha sido contado de la misma forma, una frase que bien valiera para explicar El Despertar, novela escrita por el director y guionista grancanario Elio Quiroga Rodríguez.
Su premisa de partida empieza con un meteorito que cae a la Tierra, algo habitual en las historias de marcianos de los años cincuenta y sesenta, una roca que porta el germen de toda la historia que se desarrollará posteriormente. En esto, el escritor bebe de las mismas fuentes que en su día impusieron los productores de la celebérrima película de George A. Romero, Night of the Living Dead, para explicar lo que el espectador está viendo. Unas fuentes que relacionaban la plaga zombi con la llegada de un objeto del espacio exterior al planeta, premisa de la que también parte el director Gareth Edwards para su película Monster.
La virtud de Elio Quiroga es que, a partir de ese momento, su historia se aparta de esa senda para centrase en la vida cotidiana de una mujer, Amelia, ama de casa y madre por imposición social más que por convicción, infectada por el zombivirus, aquel que transforma a las personas en muertos vivientes, pero dentro de una sociedad un poco más estructurada que la que refleja Max Brooks en su novela World War Z.
Una vez que Amelia descubre que está contagiada, su rutinaria y patética vida dará un vuelco para adentrase dentro de un mundo donde la realidad de una nueva sociedad zombi, en pugna por sobrevivir en medio de la bien pensante e hipócrita sociedad humana, no es tan idílica como los mandarines y los medios de comunicación oficiales quieren hacer ver. Además, el cabestro de su marido, un ser carente de cualquier interés que no sea su propio beneficio, tampoco ayudará a que la transición sea placentera, más bien todo lo contrario.
Al final, la relación que Amelia establece con César, el médico “surfero” que no sólo le diagnostica su enfermedad, sino que también le ayudará a conocer cómo será su vida a partir de ese momento, le arrancará de su miserable existencia, trasladándola a un mundo de suciedad, perversión e instintos primarios, escenario en el que Amelia aprenderá a sobrevivir mucho mejor de lo que ella misma pudiera creer. Ya sabe que, cuando no hay nada que perder el instinto de supervivencia es el mejor guía.
Una vez que su intensa peripecia existencial termine, Amelia deberá enfrentarse a un reto aún mayor, el cual nos devolverá a la palestra al ya mencionado meteorito y a unos seres que, como suele ser habitual en este tipo de historias, no son lo que parecen, por mucho que se empeñen en decir lo contrario.
El Despertar es una narración bien contada, cercana, directa y nada amante de palabras altisonantes que tan sólo entienden un escritor pedante y su corrector de estilo, igualmente pedante. Es, sobre todo, una novela de género, pero que la puede leer cualquiera que disfrute con una historia a ratos humana, a ratos, trepidante y, a ratos, terrorífica. Las etiquetas como los zombis tampoco son lo que parecen.
Sus personajes son seres de carne y hueso, con sus debilidades, sus defectos y, en algunos casos, sus virtudes, obligados a pasar por un trance del que saldrán transmutados en algo diametralmente opuesto a lo que ellos mismos podían esperar. En algunos casos, el cambio será para mejor y, en otros, serán presa de su propia debilidad.
Al leerla, es fácil ver algunas de las lacras, con mayúsculas, de este siglo –los abusos, el tráfico de órganos, la explotación humana, laboral y sexual, la homofobia, las mentiras de los políticos cavernarios y sus no menos retrógrados contribuyente, así como la doble moral sobre la que se sustenta la sociedad humana actual- aderezadas con una plaga zombi y sus posteriores consecuencias, sobre todo para quienes son contagiados.
De ahí que El Despertar sirva para desmitificar el dicho de que la literatura de género sólo puede gustar a quienes disfrutamos con este tipo de propuestas, una frase que se deshace una vez que se terminan de leer todas y cada una de sus apasionantes páginas escritas por Quiroga… Sobre todo aquella con las que termina la narración.
Agradezco a Elio Quiroga-Rodríguez el haberme enviado un ejemplar de sus novelas para poder leerlas y luego reseñarlas.
Cada vez se habla más y más… y más acerca de lo que ocurriría si el mundo fuera sacudido por una epidemia zombi. Tal y como antaño sucediera con las grandes plagas, especialmente la peste, causante de diezmar a buena parte de la población mundial durante centurias, el siglo XXI ha acuñado un miedo mucho más contemporáneo, aunque con sus raíces igualmente hundidas en el pasado.