En el muelle de La Restinga, una vecina para al patrón de la Salvamar Adhara. “Gracias de nuevo por todo lo que hacen”, le dice. El capitán acaba de llegar del rescate de un cayuco con 220 personas a cinco millas de El Hierro. Las vidas que han salvado en las últimas semanas se cuentan por miles y, aunque los ojos de los marineros evidencian el cansancio, en cuanto salta un aviso salen a gran velocidad del puerto. Su labor no termina cuando los migrantes están a salvo. Todos los tripulantes se quedan en el puerto, desembarcando uno a uno a los supervivientes y ayudando a las organizaciones humanitarias.
En el mar, cada minuto cuenta. La peligrosidad del atlántico y la precariedad de las embarcaciones en las que los migrantes viajan han convertido a la ruta canaria en un enorme cementerio. María Dolores Septien es la jefa del Centro de Coordinación de Salvamento de Tenerife, que se encarga de organizar los rescates en la provincia occidental.
La irrupción de los cayucos de colores en esta travesía ha disparado en los últimos meses las llegadas a Tenerife y El Hierro. Cuando una barca de este tipo se localiza en el océano, “siempre se movilizan los medios”. “Estamos hablando siempre de embarcaciones precarias. Desde cayucos de madera, de fibra, pateras y neumáticas. Vemos que las condiciones no cumplen con ninguna medida de seguridad”, apunta.
Buena parte de los operativos de rescate comienzan con una llamada de teléfono. Algunas de ellas llegan incluso desde el interior de la patera. En otros casos, proceden de tierra firme. “Hay veces que llaman familiares que tienen en tierra y cuentan que un ser querido salió y no ha llegado, y que pensaban que iba a llegar a Canarias”, dice Septien. “Cuando llaman desde la patera pueden dar algunas indicaciones, si ven tierra o no. Incluso por los repetidores de las antenas por las que entra la llamada se puede discernir en qué zonas pueden estar”, añade la coordinadora.
Los avisos de otros buques, del 1-1-2 o de los propios radares instalados en el Archipiélago también sirven de ayuda. El estado del mar y las características de la emergencia determinan qué equipos de rescate se movilizan. En estos días de aguas en calma, se suelen movilizar las salvamares. Estos barcos “son versátiles, de alta velocidad, de pronta respuesta, robustas y tienen gran alcance”. “Llegan pronto al lugar del siniestro o de la embarcación que pueda estar en apuros”, explica Septien. En este momento en Canarias hay diez salvamares.
En función de las condiciones en las que se encuentre el cayuco, los marineros deciden si transbordan a los ocupantes o si conducen a la barcaza hasta el muelle. Esta última opción solo se sigue si no hay ninguna señal de hundimiento inmediato. “Si los guía al muelle, la salvamar lo hace con una vigilancia estrecha”, insiste.
Algunos cayucos han entrado en el muelle de La Restinga por sus propios medios. “Es porque no se ha detectado con anterioridad ni ha llegado información sobre ellos”, se limita a explicar la jefa del Centro de Coordinación. “Se visualiza ya cuando están en el puerto”, añade.
Además de diez salvamares hay tres guardamares, dos buques remolcadores de gran porte, dos helicópteros y un avión. El avión se activa ante posibles desapariciones de cayucos. Los helicópteros además permiten realizar evacuaciones rápidas cuando hay personas en mal estado de salud dentro del cayuco. “También se han utilizado cuando hay partos a bordo”, indican. Entre los tripulantes no hay ningún médico, aunque Salvamento justifica que todos los marineros tienen un nivel avanzado de formación en primeros auxilios.
Un puerto seguro
En el otro extremo del Archipiélago, en Lanzarote, los espacios de primera atención se muestran limitados en las jornadas de intensos rescates. Esas jornadas, los últimos traslados se realizan a Fuerteventura, coincidiendo con episodios en los que el CATE (Centro de Atención Temporal de Extranjeros) está al máximo de su capacidad.
“Nosotros en condiciones normales siempre las llevamos al puerto más seguro y cercano, para que estas personas tengan una asistencia lo más pronta posible. También para optimizar los recursos. Si nosotros los llevamos a otro puerto, no podemos dejar la base descubierta y no atender otra potencial emergencia que pueda surgir”, dice Septien.
Para evitar tragedias y no dejar ninguna embarcación por el camino, la coordinación es clave. Este mismo martes, cuando llegaron tres cayucos a La Restinga, otros dos fueron interceptados por la Guardia Civil y trasladados a Tenerife. “El Centro de Coordinación Regional de la Guardia Civil de Canarias coordina a todas las personas que estamos involucradas en este asunto”, dice. “Siempre sabemos todo lo que ellos están haciendo”, apunta la coordinadora.
En cuanto a la coordinación con los países de origen y las embarcaciones localizadas en aguas africanas, Salvamento Marítimo asegura que las decisiones las toma el Centro Coordinador nacional. “Es el que lleva las relaciones internacionales”, explican. “En cuanto tenemos una embarcación en emergencia en otra zona de responsabilidad SAR lo ponemos en conocimiento. Tomamos las medidas que tenemos que tomar y comunicamos al centro nacional para que se ponga en contacto con el país correspondiente”, cuentan.
El monitoreo del derecho a la vida de Caminando Fronteras ha apuntado a la falta de coordinación entre los estados como una de las causas de los naufragios en la ruta canaria. Uno de los últimos ejemplos tuvo lugar en junio de 2023, cuando España delegó en Marruecos el rescate de una patera en la que murieron tres personas.
Reforzar las tripulaciones
Cada salvamar tiene dos tripulaciones. Una que está operativa e integrada por cuatro marineros y otra que descansa. En un momento dado, si hay un aumento de emergencias, se puede contar con una tercera tripulación. “Están una semana de guardia completa, día y noche, y otra en su casa”, señalan desde Salvamento. En la guardamar van más tripulantes y “viven a bordo”.
Desde que comenzó el repunte migratorio, los sindicatos de Salvamento han exigido a la Sasemar un refuerzo de las plantillas para garantizar el descanso de los marineros. En varias ocasiones han pedido que se dote de “personal suficiente” para asegurar su operatividad permanente.
El delegado sindical de CGT, Manuel Capa, subrayó a esta redacción que “la carga de trabajo se suma a la carga emocional”. “Cuando recibes el aviso de una patera no sabes lo que te vas a encontrar”.