Pese a los esfuerzos de las empresas y administraciones por restablecer el servicio, un total de 110.000 abonados no recuperarán el suministro eléctrico como mínimo hasta mañana, según han informado esta noche responsables de Fecsa-Endesa y Red Eléctrica Española (REE) en Cataluña.
El apagón se ha desencadenado poco antes de las 11.00 horas de la mañana a consecuencia de la caída de un cable de alta tensión en la central de Collblanc de L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona), lo que ha provocado una reacción en cadena que ha dañado cuatro subestaciones y ha originado el espectacular incendio de una de ellas, la situada en el paseo Maragall de Barcelona.
Todavía se están investigando los motivos de la caída del cable, responsabilidad de Red Eléctrica Española, que se ha apresurado a negar una posible falta de inversión en el mantenimiento del tendido en Cataluña, pese a admitir que el sistema estaba “tocado” por dos accidentes recientes, provocados por obras, que dañaron estaciones y cableado.
El apagón ha dejado sin suministro eléctrico a cerca de 350.000 abonados, que incluyen tanto empresas y comercios como familias, una incidencia que ha motivado la apertura de un expediente informativo por parte de la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona, que la han considerado como “muy grave”.
Responsables de Fecsa-Endesa y REE aseguraron ya por la noche que unos 30.000 clientes que dependen de la subestación de Urgell no podrán recuperar el servicio hasta mañana, mientras que se ignora cuándo podrá restablecerse el suministro a los 80.000 que dependen de la de Maragall, donde la reparación podría prolongarse días e incluso semanas.
La mayor parte de los distritos de Barcelona, así como varios barrios de los contiguos municipios de L'Hospitalet de Llobregat y Esplugues (Barcelona), se han visto afectados por la interrupción del servicio.
Caos circulatorio y transporte público fuera de servicio
Al quedar inutilizados cerca del 60% de semáforos de Barcelona, se ha producido un caos circulatorio en la capital catalana que ha obligado a movilizar a cerca de 800 agentes de la Guardia Urbana y de los Mossos d'Esquadra para regular el tráfico en las principales arterias y cruces de la capital catalana.
Los barceloneses han respondido con urbanidad frente al gran apagón y han capeado sus efectos sin incidentes graves, con la salvedad de los inevitables sustos sufridos por las 60 personas que se han quedado atrapadas en ascensores y las molestias generadas por los cortes y retrasos del transporte público.
El Metro de Barcelona ha quedado sin servicio durante quince minutos en las líneas 1, 3 y 5, así como dos líneas de los Ferrocarriles de la Generalitat de Cataluña, que a las 12.45 horas han recuperado la normalidad tras haber afectado a unos 12.700 pasajeros.
Más graves serán las pérdidas económicas generadas por el apagón, que el gremio de carniceros y charcuteros de Barcelona estima como “multimillonarias”, unas pérdidas que también ha notado especialmente el sector de la restauración, que no ha podido servir este lunes comidas y cenas con normalidad.
Dificultades para la actividad hospitalaria
El corte del suministro ha perjudicado también la actividad hospitalaria, especialmente la del Hospital Clínico de Barcelona, que ha permanecido sin luz cerca de tres horas, lo que ha obligado a desprogramar todas las operaciones que no eran críticas y las cirugías ambulatorias, así como a aplazar pruebas diagnósticas.
Además de dificultar el funcionamiento del Hospital de Sant Pau, el del Mar, el infantil de Sant Joan de Déu, el de la Esperanza y el del Sagrado Corazón, el apagón ha obligado al Hospital Vall d'Hebron a asumir la actividad asistencial extraordinaria de la actividad que no ha podido ser atendida en otros centros.
Ello ha comportado la desprogramación de las cirugías de tarde no imprescindibles, aunque el Departamento de Salud no dispone todavía de cifras sobre el total de operaciones que han debido suspenderse.
El de hoy ha sido uno de los grandes apagones que se recuerdan en la capital catalana, después del que el pasado 14 de octubre afectó a más de 8 millones de españoles en Cataluña, Comunidad Valenciana, País Vasco, Extremadura y Aragón, y del que en 1997 dejó sin luz al 70% de abonados de Barcelona.