Podemos cumple este miércoles el décimo aniversario de su irrupción en el panorama político nacional, una fecha que llega marcada por el choque con Sumar tras su voto en contra a la reforma del subsidio de desempleo, su apuesta por las elecciones europeas para tratar de rearmarse y con la incógnita de cómo concurrirá a los próximos comicios vascos. Además, el partido intenta recomponer su estructura territorial, debilitada tras el varapalo de las últimas elecciones autonómicas, donde en comunidades como Canarias perdió casi toda su representación institucional, y con malas perspectivas de cara a los comicios en Galicia, a tenor de las encuestas difundidas.
Desde su presentación en la esfera pública el 17 de enero de 2014 en el Teatro del Barrio, en el barrio madrileño de Lavapiés, la situación del partido dista mucho de su pujanza inicial, al calor de los efectos del 15M, cuando fue la sorpresa en las europeas de ese año al cosechar cinco escaños con su exlíder Pablo Iglesias y su discurso de impugnación de la política bipartidista.
El momento álgido de Podemos fue en 2015 cuando cosechó cinco millones de votos, que le reportaron primero 69 escaños en el Congreso y 71 en la repetición electoral de ese año, esta vez en alianza con IU. Además, fue clave al promover las candidaturas de unidad popular que lograron los denominados 'ayuntamientos del cambio' en Madrid, Barcelona, Cádiz, Zaragoza, La Coruña, Ferrol o Santiago.
Las disputas internas y el primer declive electoral en las autómicas de 2019 y un fuerte retroceso en las generales que, no obstante, le valieron a Unidas Podemos, donde los morados eran la fuerza hegemónica, entrar en el Gobierno de coalición con PSOE.
Tras la marcha de Iglesias de la política en 2021, la bicefalia que se intentó articular con el liderazgo de Ione Belarra en el partido y la vicepresidenta Yolanda Díaz como cartel electoral no cuajó, dado que Díaz comenzó a dar pasos hacia el proyecto que cristalizaría en Sumar, como eje para reagrupar la izquierda.
Ese movimiento cristalizó en un largo proceso en una coalición a las elecciones del 23J de una quincena de fuerzas, donde estaban Compromís y Más Madrid, despertó la desconfianza y posteriores críticas de Podemos por el peso que se le dio en la nueva relación de fuerzas en la izquierda, donde dejaba de ser la fuerza hegemónica frente a Sumar.
Reconversión: ser clave en el Congreso ante un Gobierno en minoría
Ahora, la situación para Podemos dista mucho de ese momento álgido con cinco diputados en el Grupo Mixto, tras la ruptura con Sumar después de una sucesión de fuertes desencuentros, que no obstante fía su estrategia a convertirse en un actor clave durante la legislatura en el Congreso, una vez que ha dejado de ser fuerza de gobierno.
En su nueva hoja de ruta política los morados proclamaron su plena autonomía política, dejando claro que sus votos no se regalan y se negocian en el Congreso, y la dirección del partido proclamó que ya no estaban sujetos a la disciplina del Gobierno. De esta forma, su plan es ejercer una posición similar a la ERC, Bildu o BNG para influir desde sus escaños en un Ejecutivo con minoría parlamentaria.
Pugna con Sumar
Una posición que se comprobó con los primeros decretos del Gobierno de este miércoles, cuando apoyó el decreto anticrisis tras pactar con el PSOE compromisos para suspender hasta 2028 desahucios hipotecarios a familias vulnerable y tumbar la reforma del subsidio de desempleo, al no ver colmada su exigencia de que se retirara la reducción de sobrecotización en las pensiones para los mayores de 52 años por ser un “recorte”.
Ese rechazo ha intensificado la pugna con Sumar, que el miércoles elevó sus críticas hacia Podemos al acusarles de irresponsabilidad, de alinearse junto a PP y Vox y de moverse por “odios personales” e “inquina” contra la vicepresidenta Yolanda Díaz.
Mientras, la formación morada replicó que no iban a aceptar un “trágala” porque no es la forma de gobernar cuando se está en minoría y que si el Gobierno volvía a traer pronto el decreto sin ese punto estaban dispuestos a apoyarlo.
Los morados también afrontan un complicado ciclo electoral donde, en el caso con Galicia, se enfrentarán electoralmente a Sumar tras rechazar la militancia del partido el preacuerdo para ir juntos en esos comicios, con unas perspectivas negativas para un espacio que ahora es extraparlamentario tras la debacle en 2020.
Sin embargo y ante la mala relación con Sumar las conversaciones para una coalición en Euskadi siguen abiertas aunque el clima se ha enrarecido después de que la marca regional de Díaz propusiera como candidata a Alba García Martín como candidata. La elección de una persona que hasta ese día era asesora de la formación fue tildada por Podemos como un acto de deslealtad. Todo ello también con un contexto demoscópico que apunta a un retroceso de la izquierda alternativa no soberanista frente a la pujanza de Bildu.
La izquierda, dividida y relegada en Canarias
En Canarias, el exdiputado de Podemos Alberto Rodríguez, tras abandonar el partido después de que se le retirase el escaño por su condena por dar una patada a un policía, fundó su propio partido, Drago. Con él concurrió junto a Sumar a las elecciones autonómicas de mayo. Logró unos 28.000 votos en las autonómicas. Sin embargo, no fueron suficientes para lograr un solo escaño en el Parlamento regional. Podemos (más Sí Se Puede más Equo), que había conseguido 78.000 votos en 2019, vio su voto dividido frente a Drago, y se quedó en unos 35.000 sufragios, y tampoco logró ningún escaño. Así, con la división en las islas, la izquierda quedó relegada del Parlamento regional e impidió reeditar la coalición de Gobierno de progreso. Ahora gobierna CC, junto al PP y dos partidos minoritarios (con apenas 8.000 votos en total, pero que se traducen en cuatro escaños debido a la ley electoral isleña, que prioriza a los partidos insularistas).
Irene Montero y el goteo de bajas
A su vez, los morados han depositado su gran baza electoral en las elecciones europeas donde la exministra de Igualdad Irene Montero se erige como principal aspirante a liderar la candidatura, a la espera de resolver sus primarias.
Esa cita electoral se antoja esencial para los morados donde se medirán con Sumar, con un sistema de circunscripción única y con un voto que no se mueve en clave de elección de gobierno sino por un componente más ideológico, como apuntan varias fuentes moradas que ven factible entrar en la eurocámara con el tirón de la exministra y empezar a recomponer el partido. Y lo harán con un movimiento simbólico, pues fue en las europeas donde el partido se erigió como un nuevo actor político de relevancia.
Por otra parte, la formación ha sufrido un goteo de bajas de dirigentes del partido como Sofía Castañón, Nacho Álvarez, Alejandra Jacinto, el excoordinador autonómico de Madrid Jesús Santos, el excandidato al Ayuntamiento de la capital Roberto Sotomayor, el exdirector de Derechos de los Animales Sergio García Torres o la baja de la líder de los comunes en el Parlamento catalán Jéssica Albiach. En el caso de Santos y Sotomayor lo hicieron por ejemplo con críticas a la deriva de la dirección estatal y su conflicto con Sumar.
Levantar el vuelo en las comunidades
Para este 2024 el partido ha lanzado un proceso de primarias para elegir a nuevos coordinadores en ocho comunidades autónomas, marcada también por las dimisiones, sobre todo tras el 28M, en Aragón, Asturias, Baleares, Comunidad Valenciana y el caso mencionado de Madrid.
Todo ello con el desmoronamiento de su presencia regional dado que el partido es fuerza extraparlamentaria en Madrid, Valencia y Canarias aparte de padecer un fuerte retroceso en Baleares, Asturias y Aragón.
Ello supuso la pérdida de sus gobiernos autonómicos a excepción de Navarra, donde su única consejera en todo el país es la coordinadora en la comunidad foral Begoña Alfaro, quien además ha expresado su desacuerdo con la cúpula estatal por su rechazo al subsidio de desempleo.
De cara a esas primarias autonómicas aspiran a ser líderes regionales miembros de la dirección estatal como Isa Serra (Madrid), María Teresa Pérez (Comunidad Valenciana) y Lucía Muñoz (Baleares), además de la reelección de Conchi Abellán y Javier Sánchez Serna en Cataluña y Murcia, respectivamente. Y en Canarias opta a la coordinación autonómica la diputada Noemí Santana, exconsejera de Derechos Sociales del Gobierno regional en la pasada legislatura.