Análisis

La canariedad, el canarismo y cómo se replantea el espacio político y social “de obediencia canaria”

Canarias.

Jennifer Jiménez

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“Canariedad”, “canarismo”, “identidad canaria” y “obediencia canaria”. Son conceptos sobre los que se debate en el Archipiélago, ahora con una mirada no focalizada únicamente en el término nacionalista y en un momento en el que laten corrientes en defensa del territorio y en el que se palpa una juventutud más preocupada por la crisis climática y el deterioro de los recursos naturales. Con la mirada puesta en las elecciones de 2023, Nueva Canarias ha dado el paso en su último congreso de situarse como “canarista progresista”, que definió como “nacionalismo del siglo XXI” o movimiento “necesariamente transformador, plural y profundamente democrático”. Nueva Canarias, Coalición Canaria o el Partido Nacionalista Canario junto a otros municipalistas como Roque Aguayro en Agüimes o el Bloque Nacionalista Rural, en Gáldar conforman lo que se considera formaciones “de obediencia canaria” ya que la toma de sus decisiones se realiza en el Archipiélago. Una característica que ahora reivindica el exdiputado de Podemos Alberto Rodríguez (que sigue luchando por recuperar su escaño) y que en una reciente entrevista en Radio Club Tenerife adelantó que concurrirá a las elecciones de 2023 en un proyecto político “de obediencia canaria”.

“Si hay un espacio de obediencia canaria de carácter popular para mejorar las condiciones materiales de vida a la gente en 2023 van a poder contar con mi ayuda, en la posición que haga falta”, precisó Rodríguez. Ejemplo de ello es Sí se puede, partido que se define como ecosocialista desde sus inicios y de “obediencia canaria”, con mucha fuerza en Tenerife y que actualmente forma parte de diferentes gobiernos. En su último Congreso celebrado en marzo de este año, Sí se puede comenzó una nueva etapa con el énfasis “en la construcción de soberanías y la renovación generacional”. De hecho, su propuesta política para el Archipiélago se basa “en el municipalismo, la transición ecosocial y la obediencia canaria”.

En medio de estos anuncios y redefiniciones, la asociación Canarismo y Democracia se encuentra realizando trabajos, investigaciones y debates para redefinir los conceptos. “Repensar, construir, redefinir nuevas ideas o conceptos” es el principal objetivo, señala el politólogo Ayoze Corujo, que añade que la cuestión es cómo estaba planteado ese espacio de obediencia canaria, que ya existía y se llamaba nacionalismo, pero ahora se ha redefinido porque nacionalista no era lo que se estaba reflejando en Canarias. No obstante, “el canarismo no es una renuncia al nacionalismo, porque se integra en el espacio igual que el soberanismo, federalismo …”, matiza Corujo en relación a que NC no ha renunciado al nacionalismo, pero sí ha reconocido que está en ese espacio. 

Precisamente, el coordinador de Canarismo y Democracia, José Miguel Martín, que acaba de publicar el libro Canarismo, determina que en estas formaciones políticas, todas sus decisiones se toman en Canarias, no en estructuras que estén fuera y que se trata de un espacio bastante “plural, heterogéneo y diverso” que abarca en cuanto a partidos políticos desde “un centro derecha socio liberal a un centro izquierda más social demócrata”. Pero el canarismo también se manifiesta en la sociedad civil a través de asociaciones, corrientes, tendencias, grupos de opinión… y, por ejemplo, Canarismo y Democracia sería un ejemplo de este plano. Además, añade que todas estas organizaciones deberían tener como fin último “el bienestar de la población canaria, el cuidado de nuestra gente y nuestro territorio y un principio que para mí es clave que es que todas las decisiones que afecten a Canarias se tomen exclusivamente en Canarias”. También apunta que este espacio se aleja de extremismos ya que “la sociedad canaria está bastante alejada” de los extremos. 

José Miguel Martín parte de la base de que desde mediados de los 80, nacionalismo como tal ha habido muy poco, “se ha usado el nombre de manera incorrecta para referirse al autonomismo, que es lo que hay en Canarias”, agrega. En este punto coinciden Corujo y el canarista y autor de libros como Nacionalismo Canario 3.0, Enrique Bethencourt, que sostiene que no se han dedicado los esfuerzos a construir una nación canaria, en la práctica han sido partidos autonomistas, algo por lo que cree que no hay que sentir vergüenza ya que “era necesario hacerlo” así en ese momento y como ejemplo de las mejoras de la autonomía destaca que se hayan reducido las diferencias entre islas capitalinas y no capitalinas. Cree que no hay que ponerse exigente con la etiqueta nacionalista ya que muchos líderes que se definen así cuando hablan de “país” no se refieren a Canarias sino a España. Para Corujo, sí que hubo una ventana de construcción nacional con la CC del 93 y de mediados de los 2000, con el reforzamiento del autogobierno como el Servicio Canario de Salud, la Agencia Tributaria, la TV Canaria y que cree que todo ello daba un sentido común mayoritario de comunidad y de nación. 

Bethencourt destaca que los partidos canaristas han defendido el cumplimiento del REF, que en los Presupuestos Generales de Estado (PGE) se beneficie a Canarias o cumplan con los intereses de los canarios, mientras que en el resto de partidos muchas veces no se escucha a sus diputados. Además, cree que ya se ha ido superando el pleito insular; que en todo caso cree que “perjudica” el hecho de que algunos políticos sigan diciendo lemas como “es la hora de Tenerife”, pero insiste en que “hemos avanzado muchísimo en eso respecto al pasado”. En Canarismo y Democracia, donde también colabora, pretende que se abra el espacio de reflexión a la ciudadanía. 

Ayoze Corujo remarca que el espacio canarista supone tener una mirada autocentrada y para los canaristas, “el centro es Canarias y la acción política emana de ese centro”. Por ello, subraya que nunca ha comprendido que un partido nacionalista tenga como principal arma discursiva, retórica y política estar en Madrid. “Me parece contradictorio. Lo principal es la construcción nacional de dentro a fuera” y pone el ejemplo del Partido Nacionalista Vasco. Para el politólogo son muchos los retos del canarismo, que tendrá que resolver muchas contradicciones como, por ejemplo, esa competición férrea de Nueva Canarias y Coalición Canaria, que son componentes mayoritarios en el espacio canarista pero en continua competición. Defiende que el canarismo lo que hace es delimitar bien el espacio, los contornos políticos e irá construyéndose en función de cómo se ejerza la acción política, de manera que se irá poniendo límites. También tiene muy claro que debe ser progresista, es decir, que defienda ideas de progreso, derechos sociales y fundamentales, libertades, todo lo conquistado… 

Para José Miguel Martín, la política “es el arte del acuerdo” y el canarismo no se puede permitir estar como en un búnker permanente, pues debe saber llegar a acuerdos ya que “no queremos vivir en una sociedad fragmentada con unas divisiones absolutamente irreconciliables, hay que entenderse , porque todos vivimos en democracia”. En este punto, Bethencourt añade que Vox sería una línea roja con la que el canarismo no puede entenderse y recuerda el retroceso que supone para las libertades, pero también el hecho de que no crea en las autonomías. 

La canariedad como parte de toda la sociedad

Corujo, Bethencourt y Martín destacan que la canariedad no es patrimonio de ningún partido político y que este concepto debe diferenciarse bien del canarismo. Entre los tres hay consenso en definirla como “la identidad cultural del pueblo canario, igual que existe la catalanidad, valencianidad, gallegida…. Identidad cultural de los canarios que es de todos y todas”. Así, un político del PSOE, PP, Podemos o cualquier otra formación política puede identificarse con la canariedad. “La identidad cultural de los canarios no es una cuestión que dependa de ningún ideario político, de ninguna ideología”, insiste José Miguel Martín, que añade que históricamente el canarismo ha prestado mucha menos atención de la que debía a la canariedad. “Si hubiera sido una columna vertebral del canarismo, entonces a lo mejor sí podríamos hablar más de nacionalismo, porque el nacionalismo siempre tiene una idea de cultura muy potente y sólida”, agrega. Considera que el canarista de ahora en adelante tiene que prestar más atención a esta cuestión. 

José Miguel Martín aboga por mantener la asignatura de Historia y Geografía de Canarias en la escuela y que la educación parta de la realidad del alumnado. Sostiene que el sentimiento de canariedad es fuerte en la sociedad, pero “igual que es fuerte a veces es muy superficial”, por lo que hay que dar herramientas a la ciudadanía ya que si a “los miedos, prejuicios e inseguridades que tenemos los canarios por muchas cuestiones le sumas una carga de ignorancia sobre su entorno, realidad, historia y el cóctel es explosivo”. Para Bethencourth, la canariedad es parte de todos los canarios e incluso “no es solo patrimonio de quien aquí nacimos, la gente que ha venido de fuera y se ha integrado aquí por razones de trabajo y tienen su vida también pueden compartir sin ningún problema los elementos de canariedad”, añade. 

Identidad canaria

Sobre el concepto de identidad canaria también se ha reflexionado en el ámbito académico y desde diversas disciplinas. Entre las reflexiones e investigaciones es necesario resaltar, por ejemplo, la tesis doctoral de Larisa Pérez Flores que lleva por título Islas, cuerpos y desplazamientos. En ella defiende que Canarias es una “cultura compuesta” que lucha contra “el desamparo multidimensional que inflige la colonialidad”. Sostiene que su idiosincrasia ha sido construida “bajo la presión de las necesidades de su liberación, que exige la ardiente certeza de ser ella y no otra” y pone sobre la mesa los procesos de criollización que han marcado la cultura canaria y los que siguen ocurriendo para “proponer un espacio descolonial desde el que edificar la liberación”. Defiende en definitiva cómo la identidad canaria se ha construido en base a diferentes mitologías, científicas o no, sujetas a distintos intereses inherentes a la colonialidad. 

La doctora en Filosofía y catedrática de la ULL María José Guerra Palmero dirigió su tesis y cree que pensar Canarias sin pensar en movimientos es errar y se ha preferido muchas veces esa “visión estática, romantización de lo rural, que luego ni se apoya, ni se potencia que se transforme en la ecología”. Cree una canariedad solidaria con el mundo, con África subsahariana y el Sáhara, sin olvidar las relaciones con América Latina. En su concepto de Canarias y canariedad piensa en la contribución de su compañero Fernando Estévez y recuerda también que es necesario decir “no” un modelo de canariedad “manufacturado por las élites” y vinculado a una idealización falsa. Recuerda la necesidad de avanzar hacia otro modelo económico y en diseñar políticas con esquemas de futuro, no del siglo XX que atiendan a mandatos fundamentales como la emergencia climática o la crisis energética. 

Hacia otro modelo

El territorio de Canarias es limitado y se presentan numerosos retos como la conservación del espacio, los servicios públicos, revertir las tasas de pobreza, atajar el desempleo juvenil o solucionar el problema de la falta de vivienda. Palmero plantea además debates que deben estar en el presente muy ligados al turismo como la ecotasa, pero también defiende una Renta Básica Universal y la lucha contra las desigualdades. Bethencourt señala que “por supuesto” el modelo de desarrollo es revisable y apunta que formó parte del Gobierno 1999-2003 cuando “se hicieron las directrices de ordenación territorial y del turismo, que planteaba un crecimiento turístico modulado donde no se ocupara más territorio, sino que se reformara la planta existente, donde no se creciera sin unos porcentajes determinados anualmente, luego eso se lo cargaron otros gobiernos”, añade. Otro reto que apunta es el demográfico ya que “hemos crecido en los últimos 20 años en más de medio millón de personas”. 

Sobre cómo afecta la globalización a la canariedad, Bethencourt asegura que Canarias siempre fue abierta al mundo, “no existían las conexiones que hay hoy y siempre estuvimos atentos a corrientes culturales que venían de otros lados del mundo, no creo que hayamos sido en eso un pueblo endogámico o cerrado y creo que ahora tampoco tenemos que serlo, creo que es compatible. Pese al elemento de la globalidad, cada vez hay más interés por los productos del país, tener soberanía alimentaria o energética. Digamos que las cosas no son blanco o negro”. Sí admite que se detecta un aumento de personas que utilizan el “vosotros” en el Archipiélago, que cree que está a veces vinculado a “complejos”, a pensar que esa es la manera correcta de hablar el español, “cuando lo mejor que tiene el español o lo más rico es que tiene muchísimas formas distintas”, apunta. Y añade que “es verdad que existe una globalización como no ha existido nunca en la historia, pero cada vez la gente piensa más en lo cercano y eso es algo que enseñó también la pandemia”. 

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