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La promoción turística de Canarias, de escándalo en escándalo

Stand de Canarias en Fitur. Foto: Cabildo de Lanzarote

Salvador Lachica

Santa Cruz de Tenerife —

La Audiencia de Cuentas ha desvelado recientemente el penúltimo escándalo de la empresa pública Promotur (Promoción Turística de Canarias): siete contratos troceados con la Universidad Complutense de Madrid sin una justificación más allá de que se hizo para no sacar a concurso público los 126.000 euros destinados a no se sabe muy bien qué asesoramiento sobre una serie de campañas promocionales. Eran los tiempos en los que la consejera popular Rita Martín hacía y deshacía a su antojo, bendecida por el entonces todopoderoso vicepresidente y consejero de Economía y Hacienda, amén de líder del PP, José Manuel Soria. Pero no fue la única en usar de manera poco edificante la empresa encargada de promocionar el turismo. Antes que Promotur existió Saturno (Sociedad Anónima de Promoción del Turismo, Naturaleza y Ocio), que también funcionó de forma extraterrestre.

Corría el año 2005 cuando el entonces consejero de Turismo, Manuel Fajardo Feo, anunció que Iba a crear Promotur porque quería dotar de mayor eficacia a la promoción de Canarias isla por isla y en conjunto, toda vez que Saturno se había convertido en un cúmulo de despropósitos, aunque ésta no fue estrictamente disuelta hasta el año 2013. Y dos años después de su disolución oficial, continuaba generando pérdidas en el Ejecutivo que presidía Paulino Rivero con los socialistas como socios.

Ese agujero llamado Tindaya 

Para el año, 2014 la Consejería de Economía y Hacienda había previsto una saturnina cifra de números rojos de 160.000 euros que, mediante una ampliación de crédito aprobada por el Consejo de Gobierno celebrado el 29 de diciembre de ese mismo año se incrementó hasta casi 4 millones de euros. ¿El motivo? Pues el coste derivado de la ejecución de “sentencias de varios procedimientos jurídicos relacionados con su participación en la entidad Proyecto Monumental Montaña de Tindaya, SA, y que han resultado contrarias a la entidad, condenándola en costas”.

Un litigio que se inició, curiosamente, con un informe de la Audiencia de Cuentas (más concretamente del exviceconsejero de Presidencia y ahora diputado nacional del PSOE, Francisco Hernández Spínola, en su etapa en ese organismo) y que se remonta a las distintas decisiones que tomó en los años noventa el Gobierno de Canarias desde que decidió declarar de interés general para Canarias y Fuerteventura el proyecto de Eduardo Chillida para vaciar la montaña de Tindaya y convertirla en una monumental escultura. Además, deberá contener, precisan, un apartado específico de “fiscalización de su actividad contractual vinculada a su objeto promocional”. Mayormente, solicita que se estudie el periodo en el que el PP controlaba la empresa pública.

Para llevar a cabo ese proyecto, el Gobierno canario constituyó a través de la empresa pública Saturno una empresa instrumental para que sacara a concurso los trabajos y los impulsara: la sociedad Proyecto Monumental Montaña de Tindaya (PMMT).

Por medio de PMMT, el Gobierno canario adjudicó la obra en febrero de 1999 a la unión de empresas formada por FCC y Necso Entrecanales y le adelantó 11,77 millones de euros para comprar a la empresa Cabo Verde los derechos mineros que esta decía tener sobre Tindaya y 405.683 euros para contratar a la sociedad que Chillida había designado para dirigir los trabajos, el estudio Guadiana.

Pero como se sabe, la obra nunca se llevó a cabo y el Gobierno canario (con distintos presidentes a su frente) culpó a las empresas FCC y Necso Entrecanales de los incumplimientos que habían impedido realizar la obra y les demandaba la devolución del dinero adelantado y el pago de una indemnización por daños y perjuicios. Años y años de litigios se saldaron en 2013, cuando el Tribunal Supremo rechazó la demanda del Ejecutivo que exigía 22,82 millones de euros a las empresas que iban a construir el proyecto de Chillida en Tindaya: 12,73 millones para recuperar el dinero que había adelantado y 10,09 millones por daños y perjuicios.

Pero además de Tindaya, Saturno está detrás de la campaña del primer anuncio comercial que se colgó en 1992 en la Plaza Roja de Moscú, las bodas simultáneas del programa Lo que necesitas es amor, o la que se hizo en 1996 durante los Juegos Olímpicos de Atlanta, cuyo stand costó 400 millones de pesetas (2,4 millones de euros).

Perdidas de 9 millones en tres años

Pero volvamos a Promotur, esa empresa que el presidente Adán Martín aseguró en 2006 que era “la mejor fórmula de promoción que existe en ningún lado”, a pesar de que los cabildos no quisieron incorporarse a ella.

Y sería una buena fórmula, pero para perder dinero. Ya la Audiencia de Cuentas elaboró un informe en 2014 en el que incluyó el balance de pérdidas acumuladas en los años 2009, 2010 y 2011: 2.947.680 euros, 3.304.693 euros y 3.104.693 euros, respectivamente. Además, y en relación a los movimientos de personal, la Audiencia afirmó que se produjeron 232 bajas que ocasionaron indemnizaciones por valor de 70.806,66 euros, así como tres altas laborales, dos de ellas después de realizar pruebas, “sin especificar la publicidad utilizada y la concurrencia habida”.

Todo ello llevó a los socialistas a requerir al presidente del Parlamento, Antonio Castro, que solicitara a la Audiencia de Cuentas la elaboración de un informe de fiscalización de la gestión de Promotur  entre el 1 de enero de 2007 y el 2 de junio de 2011, justo el período en el que el PP controlaba la empresa pública. Ese informe es el que ahora se ha hecho público.

De China a Nueva York pasando por Islandia

Un informe sobre unos años en los que, como luego se supo, Maria del Carmen Hernandez Bento, entonces viceconsejera de Turismo y ahora senadora, viajó en 2008 para visitar la Fahion Week de Nueva York junto dos personas de su confianza de Promotur y en sus tres días de estancia se gasto un total de 18.768,21 euros para firmar un importante acuerdo (que nunca se sucribió) con el diseñador catalán Custo Dalmau para promocionar Canarias en sus camisetas.

La gerente de Promotur en ese año, Yolanda Perdomo, ascendida posteriormente a viceconsejera, la directora de comunicación, Cristina Fariña, y Hernández Bento además de viajar en primera clase gastaron 1.265,67 euros en tres noches de hotel en régimen de alojamiento y utilizaron 361,95 euros en una comida de representación.

Es posible que ese viaje fuera también para ver los progresos de Hernández Bento, y el secretario general técnico de la consejería, Claudio Alberto Rivero Lezcano de las clases particulares de inglés pagadas con 2.817 euros de dinero público bajo el concepto Preparación de intervenciones en inglés para altos cargos de la Consejería de Turismo.

Y no hay que olvidar el viaje “de prospección” a China de la consejera Rita Martín con Perdomo y Bento (ocho días por 54.456,35 euros) o el dispendio de aquella “campaña de comunicación en una cadena de televisión con contenidos económicos con cobertura en la Península y Baleares” que se adjudicó al Grupo Intereconomía por 182.828 euros para que se publicara el reportaje titulado Un GAL sin muertos en Canarias en la revista Época.

Pero volviendo a lo turístico, hay que recordar la campaña de los Estadios de la Felicidad de 4,5 millones de euros que fracasó estrepitosamente  después de volatilizar 1,5 millones de euros en una sola actuación en el Emirates Stadium de Londres; la que se hizo en Islandia con 100 jóvenes embajadores canarios durante un mes justo cuando ese país entró en una importante crisis económica que implicó el colapso de sus tres principales bancos tras sus dificultades en la refinanciación de su deuda a corto plazo y que, comparado con el tamaño de su economía, fue el mayor sufrido por cualquier país en la historia económica mundial o la realizada en 2010 bajo el eslogan Say no to Winter Blues, que  costó casi siete millones de euros.

Como se ve, la actividad promocional en el Archipiélago siempre ha tenido lugar sobre un mar de fondo: las partidas destinadas a publicidad y promoción han sido destinadas para hacer dispendios bastante reprobables.

 

 

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