Sáhara por petróleo

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“Recordamos a las autoridades españolas la necesidad de respetar las leyes y los usos internacionales que obligan a los países vecinos a no delimitar de manera unilateral las fronteras marítimas” decía el Gobierno marroquí en un comunicado pocos días después de que en diciembre de 2001, el Gobierno de José María Aznar autorizara a Repsol a buscar petróleo frente a las costas de Lanzarote y Fuerteventura.

Casi 12 años más tarde, y después de que el Gobierno de Rodríguez Zapatero bloqueara durante ocho años los sondeos
y que, nada más llegar al poder, Mariano Rajoy y José Manuel Soria volvieran a autorizarlos,
el embajador de Marruecos Ahmed Suilem declaraba hace unos días en Tenerife, tras reunirse con Paulino Rivero en el marco del buen rollito que preside desde hace ya algún tiempo las relaciones entre
las dos orillas que, pese a las protestas que hay en Canarias por las prospecciones, aquello ya no iba mucho con ellos, que los sondeos de Brufau “no son algo que esté ahora sobre la mesa en Marruecos” y que no van a dañar las relaciones de vecindad con España.

Queda bien claro, por tanto, que la actitud de Marruecos 
ha variado. Pero ¿Qué es lo
que ha provocado el cambio si la ubicación de las catas sigue siendo la misma e incluso el Gobierno de España vuelve a ser del PP? Tal vez la respuesta haya que buscarla en el Sáhara Occidental, ese contencioso casi siempre olvidado y del que casi nunca quiere nadie hablar y mojarse. Aunque lo tengamos ahí al lado y, precisamente por eso, su solución de acuerdo con el derecho internacional tiene vital importancia para el futuro de Canarias.

Y es que el Sáhara Occidental era lo que más preocupaba entonces y ha seguido preocupando siempre al stablishment político marroquí y a su Rey -eso que se conoce como Majzen- desde que sus miembros se levantan hasta que se acuestan. Y condicionan en todo momento a ello sus relaciones con España.

El silencio de Marruecos ante las prospecciones de Rajoy y Soria evidencia que los derechos del pueblo saharaui está siendo moneda de cambio

En una sociedad con tan profundas desigualdades económicas como la marroquí, dicho establishment teme tanto por la estabilidad y pervivencia de su poder que está convencido de que aquél depende directamente de la consolidación de la presencia marroquí en el territorio que ocupa irregularmente desde 1975 y de convertir en legal
lo que sigue siendo ilegal y difícilmente puede dejar de serlo sin un referéndum de autodeterminación como el que la ONU viene prescribiendo desde los años 60 como requisito indispensable para su descolonización.

Y cuando en diciembre de 2001 Aznar y Rodrigo Rato -que detentaba en aquel gabinete
las competencias de Industria y Energía- dan luz verde a Repsol lo hacen en respuesta
a los sondeos que a su vez Marruecos ha concedido en aguas del Sáhara Occidental a las empresa francesa Totalfina Elf y la estadounidense Kerr MCGee -que aunque desde entonces han amagado alguna vez con irse, ante las protestas de grupos prosaharauis, nunca han terminado de hacerlo del todo- y después de que a lo largo de 2001 no hubiera acuerdo para crear en las aguas al norte del Sáhara, donde se le concedieron a Repsol los permisos, una sociedad mixta.

Y es que volviendo a 2001 y
a la autorización de Aznar
 a un Repsol que entonces estaba presidido por Alfonso Cortina, también debemos tener en cuenta que el sondeo se autoriza en medio de una gran tormenta diplomática (el embajador marroquí en Madrid había sido retirado en octubre) con el Sáhara como telón de fondo, que culminaría en el no por aparentemente chusco poco grave incidente de Perejil del verano de 2002. Tras la mediación de Estados Unidos, las aguas no terminarían de apaciguarse un poco hasta los primeros meses de 2003.

En 2001, ante las protestas marroquíes, la Zarzuela tardó más de un mes en firmar el decreto de Aznar que las autorizaba

“Aquí pese a la importancia de las prospecciones y del petróleo que pueda haber, lo que ha determinado la crisis por parte de Marruecos y ha provocado que se haya ido el embajador
ha sido el Sáhara y nuestra oposición al plan marroquí” comentaba en aquel entonces informalmente en un almuerzo organizado por la Asociación de Periodistas Europeos en la primavera de 2002 en Madrid el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Josep Piqué.

Paralelo 27 o 40'

Y llegados a este punto conviene recordar dos cuestiones, no sea que nos perdamos: la primera que los sondeos de Repsol respecto de los que Marruecos protestó en tiempos de Aznar, aunque ahora con Rajoy y Soria mantenga la boca cerrada, por entender que podían invadir la mediana entre el continente y las Islas, se encuentran al norte del paralelo 27o 40'. Estas coordenadas son las que marcan la frontera entre la parte sur de Marruecos -que nadie discute internacionalmente que le es propia- y
el Sáhara Occidental, en donde, por el contrario, nadie reconoce formalmente soberanía a Marruecos. Y es que, segunda cuestión, conviene recordar que,al margen de la delimitación pendiente de la dicha mediana en el norte, al sur de ese paralelo España sigue siendo de iure la Potencia Administradora del Sáhara Occidental, aunque se desentendiera del territorio a través de los Acuerdos de Madrid. Y no sólo de sus arenas sino también de lo que constituirían sus aguas jurisdiccionales si se convirtiera en un estado independiente.

Y no es esto ninguna elucubración
que alguien se invente. Lo dijo el departamento de Asuntos Jurídicos de Naciones Unidas en enero de 2002 en
el llamado Informe Corell, al que puede accederse fácilmente desde la red. Dicho informe solicitado en relación con las prospecciones citadas más arriba que se otorgaron a franceses y norteamericanos indicaba que los Acuerdos de Madrid no supusieron ninguna transferencia a Marruecos no ya de la soberanía, sino ni siquiera de la condición de Potencia Administradora del Sáhara Occidental, aunque Marruecos administre el territorio de facto. Además el informe también dejaba claro que la explotación de los recursos naturales del Sáhara Occidental o de sus aguas debe realizarse con el acuerdo de la población originaria del territorio y de modo que se vea beneficiada por dichas actividades. El informe supuso un antes y un después 
en cuestiones como la renovación de los Acuerdos de Pesca Marruecos-UE, que cada vez cuentan con más trabas por parte del Parlamento Europeo y a los que cada vez son más reticientes algunos países del norte de Europa.

España sigue conservando, según la ONU, la condición formal de Potencia administradora del Sáhara aunque se desentendiera del territorio

Pero es que la condición de España como Potencia Administradora del Sáhara y 
de sus aguas está también establecida en los documentos de Naciones Unidas en los que se da cuenta de los informes que las dichas potencias que administran las 16 colonias que aún reconoce la ONU por el mundo (y entre los que, aunque el director de algún diario tinerfeño
se empeñe, no se encuentra Canarias) emiten allí sobre la situación económica
y poblacional de esos territorios antes
de descolonizarlos. Se trata en su mayor parte de pequeñas islas del Caribe o del Pacífico y España sigue figurando en relación con el Sáhara Occidental, aunque como obviamente no puede -ni quiere- informar de esas cuestiones aparece
un espacio en blanco y se recuerda
que España se desligó del territorio a partir de 1976. No está de más hacer notar que Marruecos ni aparece en
dichos documentos ni aporta tampoco información alguna sobre sus actividades. Pero volvamos a finales de 2001 y
al contexto político internacional de entonces: acababa de tener lugar en septiembre el atentado de las Torres Gemelas en Nueva York, lo que supuso que Marruecos pensase que su papel se vería revalorizado como baluarte frente al integrismo islámico. Ello unido a las concesiones petroleras a norteamericanos y franceses llevaría a Mohammed VI a declarar en una entrevista en el diario francés Le Figaro que su problema en el Sáhara ya estaba arreglado. Y coincidiendo con ello se lanzó por primera ves en la ONU la idea de un Plan de Autonomía bajo soberanía marroquí que, por su propia naturaleza iba en contra la doctrina de aquélla, la ONU, que exige cumplir con el requisito del referéndum de autodeterminación.

Aznar hizo frente a Marruecos

Y lo cierto es que el Gobierno del conservador Aznar hizo frente a Marruecos, se opuso a esta idea de
la autonomía para sortear el derecho internacional, incluida en el primer plan del norteamericano James Baker, e impulsó la aprobación en la ONU de un segundo plan en el que, aunque la autonomía fuese una de las opciones, existiera un referéndum con opción a la independencia.

Y esa es la gran diferencia con lo que viene sucediendo ahora con el nuevo Gobierno de Rajoy y Soria. Mientras el primero gobierno del PP se opuso a los planes marroquíes, el que nos rige desde hace un año, recorte va, recorte viene, hace dos semanas frustró junto a Francia una iniciativa de la administración estadounidense para extender el mandato de la Misión de la ONU que hay allí desde 1991 -la Misión de Naciones Unidas para un Referéndum en el Sáhara Occidental (Minurso)- al ámbito de los derechos humanos.

La finalidad de la misión que se estableció en 1991, cuando llegó el
alto el fuego entre Marruecos y el Frente Polisario era la organización del referéndum que la ONU y su doctrina sobre la descolonización prescriben.
De lo primero deja clara constancia la R de sus siglas, y de lo segundo que, pese a haber pasado más de veinte años sin celebrarse la consulta a causa de los sucesivos obstáculos y trampas puestos por Marruecos, la dicha R no se le haya caído.

Es además, curiosamente, la única misión de la ONU sin un mandato sobre derechos humanos y lo que pretendía Estados Unidos era algo tan simple como que los aproximadamente 150 cascos azules cuya presencia allí sigue renovándose de año en año contasen al menos con un mandato para vigilarlos tanto en el territorio que ocupa Marruecos como en los campamentos de Tinduf.

Pero el planteamiento de la administración demócrata de Barak Obama, que contó desde el primer momento con el apoyo de numerosos organismos internacionales como Human Rights Watch o Amnistia Internacional, puso desde el primer momento de los nervios a Marruecos que movilizó con carácter urgente a toda su diplomacia para evitarlo.

Y en ese cometido de mantener a la Minurso recortada, aunque ahora el ministro Margallo quiera arreglarlo diciendo que era necesario el consenso en el sarcásticamente denominado Grupo de Amigos del Sáhara -que conforma España con Gran Bretaña, Francia, Rusia y Estados Unidos-, y que eso está prescrito por la Carta de la ONU -lo que es rigurosamente falso- la diplomacia española también ha tenido bastante que ver. Desde el primer momento Margallo se apresuró a calificar como “inviable” que la Misión de la ONU en el Sáhara pudiera ser como las demás si Marruecos se oponía a esa normalidad.

El descaro de Margallo

El ministro incluso ha tenido el descaro de decir esta semana en el Senado que “lo que no puede ser no puede ser y además es imposible”. Y es que si la actuación
del Gobierno de Rodríguez Zapatero
ya estuvo plagada de concesiones a Marruecos en el dossier sahariano, y condujo al abandono del segundo plan
de Baker y a un solapado apoyo a su pretensión de solventar el lío en el que los alauíes llevan metidos desde hace 38 años anunciando una autonomía, la del Partido Popular ha seguido profundizando en esa la luna de miel. E imagínense lo grande que será la luna y lo dulce que será la miel que, para tranquilizar a Mohammed VI, el Gobierno de Rajoy y Soria ni siquiera cambió al llegar al poder a quien fue el último embajador del PSOE en Rabat, Alberto Navarro.

Eso y no otra cosa es lo que mejor explica que Marruecos ante las renovadas prospecciones de Soria se haya hasta ahora callado, aunque no sería de extrañar que para despistar dentro de algún tiempo alce la voz un poco de acuerdo con Rajoy, que esta gente suele ser así. Y lo pueden hacer bien porque
ya vayan viendo que lo del Sáhara se va resolviendo a su favor y que hay poco que temer de España o porque quieran seguir presionándola ante las dificultades que se les puedan seguir planteando allí.
Porque eso sí, la no implementación
del mandato de los Derechos Humanos ha encendido el Sáhara ocupado por Marruecos estos días de manifestaciones que nunca se habían conocido y aunque Mohammed VI haya podido obtener
 una pírrica victoria en el Consejo
de Seguridad, el Sáhara va a seguir proporcionándole muchos dolores de cabeza y cualquiera que se haya asomado a la red en estos días y haya visionado
 los vídeos que de allí llegan ha podido comprobarlo.

El embajador de España en Marruecos ha propuesto la creación de sociedades mixtas entre ambos países para explotar el crudo

Por otro lado, y volviendo a las prospecciones y a 2001, para tener una idea de las ampollas que podía levantar en Marruecos, baste hacer notar qué pasó más de un mes desde la aprobación por
el Gobierno de Aznar en el Consejo de Ministros del viernes 21 de diciembre del decreto que las autorizaba y su aparición en el Boletín Oficial del Estado el 23 de enero de 2002 con la preceptiva firma del Rey de España. Un lapso de tiempo nada habitual para un trámite que se supone protocolario y obligado, pero respecto del que hay que tener en cuenta el papel que la Corona siempre ha tenido en la política internacional de España y especialmente en las relaciones con Marruecos, con cuya dinastía siempre ha estado Juan Carlos de Borbón unido por una relación muy especial y que data incluso de los tiempos del exilio de su familia bajo el franquismo.

Cuando en 2004 los socialistas llegaron al poder se encontraron con el regalo de que, días antes de la tragedia del 11-M y de las elecciones que les dieron la victoria, el Tribunal Supremo había tumbado las prospecciones, que aún estaban en
la llamada fase sísmica, admitiendo
un recurso del Cabildo de Lanzarote y los socialistas de esa isla al no haberse reclamado expresamente en el decreto de la discordia determinadas medidas de protección medioambiental.

Un asunto “delicado”

Repsol se apresuraría a subsanar dicha carencia y todo pintaba para que los sondeos volvieran a aprobarse en un Consejo de Ministros de febrero de 2011, y el día antes en el ministerio de Industria era algo que ya se daba por hecho. No se sabe exactamente qué es lo que sucedió aquel viernes en
La Moncloa para que a José Montilla le echaran abajo el decreto que llevaba bajo el brazo, pero, aunque la propia vicepresidenta María Teresa Fenández de la Vega negó ante los micrófonos que la paralización fuera por razones de política internacional, no tuvo más remedio que reconocer después en un corrillo a este periodista que, al margen de las protestas de distintas instituciones isleñas y de organizaciones ecologistas, la cuestión era también “delicada” desde ese punto de vista.

Y no es que uno quiera con ello negar
que la decisión del PSOE se viera entonces muy influida por razones relacionadas con el medioambiente y
por las protestas de los ecologistas y de distintas instituciones de Canarias, ni quitar fundamento a las razones que asisten a quienes se oponen a los sondeos. Lo único que trato de dejar claro es la importancia que siempre ha tenido el asunto desde otros puntos de vista -José Carlos Mauricio dijo en su momento, desde la consejería de Economía y Hacienda, que la paralización obedecía a “razones de Estado”- ya que Marruecos consideraba que algunos de los permisos invadían su espacio territorial. Aunque, por el silencio que guarda ahora, parece claro, además de particularmente penoso, que el Gobierno de Rajoy y Soria puede estar utilizando aquello que más preocupa a los alauíes, el Sáhara Occidental, como moneda de cambio para evitar sus reivindicaciones en este otro asunto.


Lo que también pasa es que no hay
día en que no aparezcan nuevas pistas y las últimas, bastante concluyentes,
las ha proporcionado alguien de quien hablábamos más arriba, el embajador Alberto Navarro. Curioso personaje éste, nacido en Santa Cruz de Tenerife e hijo de un prestigioso filólogo abulense que en los años 50 fue rector de la Universidad de La Laguna. Antes de representar a España en Rabat tanto con el PSOE como con el PP, Navarro pasó por la secretaría de Estado de relaciones con la UE y también había sido jefe de gabinete de Javier Solana cuando en Europa ostentaba el cargo de Mister Pesc por lo que información y contactos al hombre no le faltan.
Pues bien, contradiciendo lo que no se cansa de decir nuestro presidente Rivero de que Marruecos le ha asegurado que no hay petróleo al otro lado de esa mediana que sigue pendiente de delimitarse, en
un reciente encuentro en Las Palmas con empresarios de la Asociación del Progreso de la Dirección Navarro no sólo no descartó que el negro líquido apareciera sino que apuntó la posibilidad de crear sociedades mixtas para explotarlo, una solución que como decíamos al principio de este análisis, no prosperó en 2001 durante el Gobierno de Aznar.

Incluso agregó que esto es algo de lo que “se
debe hablar antes de que se sepa si hay petróleo” entre los dos países y agregó
que el asunto de la mediana no es crucial ya que en el Mediterráneo no hay fijada formalmente ninguna frontera marítima
y eso no impide explotar sus recursos.
Lo que no aclaró Navarro es si ese petróleo que se repartiría Repsol con los marroquíes es el que pueda haber frente a las costas de Tarfaya y que los marroquíes dicen que es suyo o el que pueda haber más abajo y pertenece a los saharauis.
Y habrá que estar muy atentos.

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