“La familia de Alberto se quejaba incluso de que Saray llevara tacones”
“Era un chico que estaba muy protegido y apenas salía de casa”. Así definen varios vecinos de la calle Pérez del Toro a Alberto Montesdeoca Pérez, autor confeso del asesinato de la universitaria Saray González en su vivienda durante el martes 27 de octubre. Residentes de la zona comentan que las disputas entre la joven y la familia del acusado de homicidio se mantenían especialmente por los supuestos ruidos que venían de su casa. “Se quejaban incluso porque llevara tacones”, ya que se escuchaba en el piso de abajo, comentan.
No obstante, a pesar de que en el vecindario apuntan a que las riñas tenían su origen en que la familia de Alberto se enfadaba por estos ruidos, según fuentes consultadas por este periódico, lo que motivó al joven a cometer el crimen fue una queja de la estudiante precisamente por el bullicio que él estaba realizando ese día con el ordenador, ya que era aficionado a los videojuegos de lucha y a escucharlo con el volumen de la pantalla muy alto.
La joven palmera de 27 años vivía desde hacía tres en el segundo piso del número 47 de esa calle de la capital grancanaria, debajo vivía la familia de sus caseros, afirma Maruca, una vecina que les conoce de toda la vida. Y es que ,el edificio albergaba en el pasado la antigua carpintería del abuelo del joven, que fue heredado por cuatro hermanos. La planta en la que vivía Alberto (de 19 años) con sus padres era propiedad de estos, mientras que la de arriba pertenecía a otros miembros de la familia, unos tíos del joven, según el testimonio de esta mujer. Por este motivo, en este piso había una llave de la casa en la que estaba de alquiler Saray y que el muchacho pudo utilizar para entrar en la casa, ya que la cerradura no estaba forzada.
El padre del asesino confeso se dedicaba a trabajar en el campo y fue concretamente una herramienta de trabajos agrícolas el arma con la que el joven golpeó fuertemente en la cabeza a Saray, tal y como reveló la autopsia y como declaró Alberto este jueves antes el juez, después de derrumbarse durante el interrogatorio de la Policía. Fuentes conocedoras de la investigación han apuntado que no acabó con la vida de la muchacha en un primer momento, sino que, tras golpearla, bajó a su casa dejándola herida y más tarde volvió a subir para terminar por asesinarla.
Además, el chico era estudiante de Ingeniería Informática de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y solía pasar horas en casa con el ordenador y los videojuegos. De hecho, “apenas se le veía por la calle”, aclaran por la zona.
El barrio está bastante consternado por el crimen. Sobre la joven recuerdan que era muy “tranquila, discreta y alegre”, “llena de vida”, puntualiza un joven que vive en este lugar. Los ciudadanos aseguran que durante los últimos 15 días no han dejado de ver coches de la Policía y de hacer hipótesis de lo que pudo suceder, aunque una vecina llegó a decir que “lo tenía claro desde el principio”. Según comenta, Saray había dicho en alguna ocasión que sus vecinos de abajo habían llamado varias veces a la Policía por los supuestos ruidos que la chica hacía en su casa. “Un día se quejaron también de que le cantaron Cumpleaños Feliz muy alto”, señala otro ciudadano.
El día que se produjo el crimen, los padres de Alberto no lo pasaron en el edificio, según comentaron en el vecindario, sino en su casa de Valleseco, por lo que han dicho por la zona que no escucharon nada.
La compañera de piso de Saray, también estudiante universitaria, fue quien se encontró el cuerpo de la joven con una herida en la cabeza y en medio de un charco de sangre. Fuentes que la conocen declaran que acudió en busca de ayuda a casa de sus vecinos de abajo y que desde allí fue el propio Alberto el que llamó a Emergencias, después de dos intentos, ya que en una primera llamada dijo que estaba comunicando.
Distintos ciudadanos de esta calle destacan que la compañera no ha vuelto a aparecer por el piso. El día del asesinato “tenía la cara desencajada”, puntualizan desde un negocio de la calle Pérez del Toro. Además, los días posteriores llegaron a decir en el barrio que la propia compañera podría ser sospechosa, por lo que “debe estar muy desanimada”, indican.
En la localidad también relatan que les ha llamado la atención la “frialdad”con la que la familia de Alberto ha manejado la situación, pues dicen que el mismo día del crimen se les escuchó hablar “tranquilamente” de una venta. Además, el joven llegó a confesar a sus padres estar “impactado” porque vio la escena del crimen, tras el aviso de la compañera de piso de Saray.
No obstante, Maruca, la vecina que insiste en conocerles de toda la vida precisa que especialmente el padre del joven era “muy buena gente” y que jamás hubiera pensado que en su familia pasaría algo así.
En cualquier caso, en la localidad afirman que “están más calmados” desde que se produjo la detención este miércoles del asesino ya confeso. Según explicaron distintos residentes, en los últimos días se ha llegado a tachar al barrio de “peligroso” y mucha gente empezaba a tener miedo, aunque otros precisan que “a veces es peor que se trate de un conocido” puesto que “deja más impactado”.
Cabe recordar que Alberto fue detenido este miércoles y como prueba para acusarle de asesinato, los investigadores encontraron restos de Saray en su vivienda, según destacaron fuentes del caso a este periódico. Asimismo, la Policía ha encontrado una mochila donde el homicida guardó las armas con las que acabó con la vida de Saray y que dejó a cargo de un amigo que ya ha sido localizado por los agentes.
El Juzgado de Instrucción número 7 de Las Palmas decretó este jueves prisión provisional comunicada y sin fianza para el joven imputado de delito de asesinato.