Archipiélagos del mundo claman por su supervivencia en la Cumbre del Clima
195 países negocian frenéticamente en la Cumbre del Clima de París tratando de alcanzar un acuerdo el próximo viernes 11 de diciembre. Se negocia qué estados y qué contribuciones deben aportar al Green Climate Fund, las cuotas de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), los niveles de control para verificar su cumplimiento efectivo, el grado de obligación sobre los compromisos adquiridos, y se negocia también sobre algo tan surrealista como el hecho de aceptar o no que la temperatura del planeta se incremente durante este siglo en dos grados centígrados o en uno y medio. Mientras los ministros y negociadores continúan eliminando corchetes y consensuando el texto principal de discusión, mientras los técnicos se sumergen en términos como diferenciación, adaptación, vinculación, ambición, entre otros, un cada vez más numeroso grupo de países y organizaciones clama por su supervivencia: los archipiélagos, los territorios rodeados de mares y océanos que, según los expertos, constituyen uno de los primeros espacios amenazados por el cambio climático.
El pasado 30 de noviembre, en un discurso previo al inicio de la Cumbre, el presidente del gobierno de las Islas Marshall, Christopher Loeak, declaraba ante sus homólogos y medios de comunicación internacionales: “En calidad de representante de una nación que se encuentra a 2 metros por encima del nivel del mar, imploro vuestra ayuda para que mi país no desaparezca a causa de la subida de las aguas. Sabemos que lo peor está por llegar. Para nosotros, la Cumbre del Clima en París ha de ser un punto de inflexión en la historia, una conferencia que nos dé esperanza”. Pero el presidente de estas islas situadas en el Océano Pacífico no está solo en su clamor para salvar su espacio territorial. En los últimos años se han conformado alianzas de multitud de archipiélagos de los cinco continentes, presentes hoy en París para tratar de ganar peso y representación en la negociaciones.
Una de estas alianzas, OCEANIA, representa a las islas de Oceanía en el Pacífico y cuenta con 15 estados y territorios miembros anexos, incluyendo los archipiélagos de las Islas Marshall, las Islas Cook, la Polinesia Francesa o Nueva Caledonia. Otra importante alianza es AOSIS (Alliance of Small Islands Status), que aglutina a 39 estados incluyendo Cuba, la República Dominicana o Cabo Verde. Gracias a las reclamaciones de estas y otras alianzas archipielágicas, apoyadas por la comunidad científica y por organizaciones medioambientales internacionales, los océanos fueron incluidos por vez primera en París en una Cumbre del Clima, aunque las reticencias son patentes. Sin ir más lejos, los océanos sufrieron restricciones en el texto el lunes para volver a incluirlos el martes.
Maine Sage, diputada del Parlamento de Francia y vicepresidenta de la Comisión de Instituciones de la Polinesia Francesa, participa en la Cumbre de París reclamando una mayor implicación contra el calentamiento global. Como representante de un archipiélago amenazado, aporta sus comentarios para Canarias Ahora:
¿Cuáles son los impactos provocados por el cambio climático en la Polinesia Francesa, y cuales son sus consecuencias sobre la población?
La Polinesia es un territorio muy amplio, compuesto por 118 islas y atolones -una quinta parte de los existentes en el mundo- con geográficas diferentes y repartidas en un territorio tan extenso como Europa. Son cinco archipiélagos, cinco culturas y cinco idiomas con una población que depende del turismo y de su naturaleza. Como en muchos territorios insulares del cinturón intertropical y tropical, observamos que el cambio climático afecta al calentamiento de los océanos acidificando las aguas superficiales, debilitando los arrecifes de coral y amenazando nuestra forma de vida. Sectores primarios como la pesca, el cultivo de perlas, la acuicultura, y el sector terciario con el turismo son los más impactados. Los visitantes de nuestras islas no vienen para conocer solo nuestros museos, monumentos o estatuas, vienen a disfrutar de nuestras playas, a convivir con nuestra población y a conocer nuestra cultura. Si nuestras poblaciones abandonan las islas y nuestras playas se deterioran, ¿seguirán viniendo los turistas? No, nuestra naturaleza es nuestro tesoro, nuestra joya, es lo que otorga sustento a nuestro territorio y mantiene nuestra economía. Para la Polinesia francesa, el turismo es el primer recurso económico.
La segunda consecuencia es la intensificación de los fenómenos meteorológicos adversos. Esto implica que mañana sufriremos ciclones más fuertes y frecuentes en el Pacífico y, si estos fenómenos debilitan los arrecifes de coral, vamos sencillamente a la catástrofe. Los expertos coinciden en que la suma del calentamiento con el carácter insular de nuestro territorio posicionará nuestra islas en primera línea de las víctimas de este cambio climático.
Se estima que un tercio de estas islas podrían quedar sumergidas en el año 2100. ¿Qué acciones ha emprendido el Gobierno Polinesio para hacer frente a esta situación?
Nos negamos por completo a pensar en esta opción; aunque debamos, es inadmisible. Por supuesto que estamos preocupados, los alcaldes de la islas de menor elevación preguntan dónde podrán desplazarse en el futuro. Seguramente a las islas más altas, los acogeremos y nos adaptaremos, pero pienso en las pérdidas y en la responsabilidad de quienes puedan opinar que, tras perder una tercera parte del territorio, aún tendremos islotes donde sujetarnos a los cocoteros mientras seguimos contaminando. No estamos de acuerdo. ¿Por qué construir carreteras en el polo norte para extraer más combustibles fósiles? ¿Acaso es una carrera para la destrucción de nuestra única nave espacial? Porque la Tierra es la única nave espacial que conocemos. El discurso de que el cambio climático no es tan grave, es para nosotros un desprecio.
Tres cuartas partes de la energía en Polinesia proviene de la quema de combustibles fósiles como el gas, el petróleo y el carbón. Con los impactos que genera para su población y para el planeta, ¿qué medidas adopta el gobierno polinesio para modificar este modelo energético?
Tratamos de ser ejemplares en la reducción de la contaminación. Generamos ya un 30% con energías renovables, sobre todo hidráulica, implementamos la energía solar, una política fiscal para facilitar el acceso a las renovables y a vehículos eléctricos, y nos vamos a centrar en la eco-construcción. Tenemos retraso y sabemos que nuestras emisiones en el Pacífico representan el 0,03% de las emisiones mundiales, pero es nuestra pequeña gota de participación rodeada por un océano de contaminación.
¿Qué recomendaría a la sociedad canaria para hacer frente a la situación de los archipiélagos del mundo?
Más que dar un consejo, quiero animar a las Islas Canarias a no perder de vista el reto del futuro. Vivimos con políticas cotidianas pero debemos adoptar decisiones a lo largo de esta década para mejorar dentro de 50 años. El cambio climático no tiene fronteras y no habrá Arca de Noé. Les animo a crear un comité de islas y archipiélagos, demuestren que están comprometidos. La próxima Cumbre será en Marruecos y se debe actuar con esta perspectiva. También quiero expresar que los isleños no estamos solos, que debemos tener una sola voz para trasladar el mismo mensaje sobre la extrema vulnerabilidad de las islas. A menudo olvidamos que los océanos son los mejores termorreguladores del planeta, absorben el 25% del CO2 y los hemos convertido en una auténtico basurero.
Un nuevo pacto ha sido firmado por todos los representantes políticos de Polinesia para trasladar los problemas del cambio climático a la Cumbre de París. ¿Es usted optimista con respecto a esta Cumbre?
Hace 21 años que los países hablan de este asunto y ya es hora de pasar a la acción, no entiendo siquiera que todavía podamos negociar. Mi grito como isleña que lucha para la supervivencia de su pueblo es hacer entender que no somos lo únicos. Estamos en primera línea, sí, pero detrás viene la segunda, la tercera y la cuarta. He notado en esta Cumbre una toma de conciencia de lo que puede representar la diferencia entre 1,5º y 2º C para las islas, y siento que el mensaje ha sido oído por muchos jefes de estados. Hay mucho trabajo para llegar a 2ºC, pero es importante que al menos se mantenga esta perspectiva. Si todas las islas del mundo tuviesen esta base, seria extraordinario porque significaría que la unidad de voces insulares ha sido oída.