La lucha de ‘Holes in the Borders': el reencuentro de refugiados atrapados en Atenas con sus familias

Por fin llega. Tras una larga espera sin poder hacer otra cosa, suena la ansiada llamada que les permite iniciar el procedimiento para volver a estar con su familia. Solo hay un último pequeño paso por resolver: comprar el billete de avión… ¿cómo una persona atrapada en un país al que ha llegado tras un largo viaje huyendo de la miseria y de la guerra va a poder pagar, por ejemplo, 800 euros para viajar a Alemania desde Grecia?

Situaciones como esta es contra la que lucha la asociación Holes in the Borders en Atenas, a través del proyecto denominado billetes solidarios. En pleno invierno, el segundo tras la entrada en vigor del acuerdo de la Unión Europea y Turquía, muchas de las personas refugiadas -ya sea de la guerra de Siria o procedentes del África subsahariana- que llegaron al país heleno se encuentran atrapadas, sin libertad de movimiento y a la espera de recibir una llamada para comenzar los trámites de su reubicación en otro país.

Es un proceso lento, “hay gente que lleva esperando ya dos años” explica la abogada Carla Amador, una de las fundadoras de Holes in the Borders. Si consiguen completar el procedimiento y son admitidos, se les exige costearse ellos mismos los billetes que les permitirían empezar una nueva vida, una vida digna.

“Es como una especie de lista en la que si estás te dicen, por ejemplo, el martes tienes que viajar a Alemania y debes pagar 800 euros. Si no los tienes, te ves obligado a empezar otra vez todo el procedimiento. Es un problema grave y, de hecho, en noviembre hicieron una huelga de hambre, sobre todo mujeres, porque veían que, aún teniendo la posibilidad de reunificarse con sus familiares, no lo pueden hacer porque obviamente no tienen dinero” explica Amador.

Desde la asociación tratan de funcionar como una herramienta que ayude a estas personas a poder pagar sus billetes de avión, con fondos propios e independientes a través de su web, donde quien quiera puede aportar su granito de arena haciéndose socio o socia.

Pero la lucha de Holes in the Borders no se limita a los billetes solidarios. Con el tiempo han ido mutando y adaptándose a las necesidades desde el terreno. Las asociación nace en 2016, después de que varias personas viajaran a Atenas, al campo de refugiados de Pireos antes de ser desmantelado. Allí se conocieron, eran nueve: una abogada, una médico, dos enfermeras, una traductora, una bióloga, una actriz, una educadora social y una periodista. Y decidieron hacer algo.

“Cuando volvimos a España dijimos que no se podía quedar así, por lo que decidimos formalizarnos y crear Holes in the borders” recuerda Amador. Ahora son cuatro, dos de las cuales trabajan desde Atenas en un piso que alquilaron para que viviesen sobre todo menores no acompañados. “Habían otras asociaciones que se dedicaban más a los grupos de mujeres y niños y nosotras decidimos centrarnos en jóvenes de 18 a 23 años, que estaban muy desprotegidos, muy vulnerables”.

Empezaron con diez jóvenes. Vieron que estas personas, mientras esperaban la llamada para iniciar el procedimiento de reubicación familiar, no tenían donde vivir. Al principio repartían comida, compartían té caliente o simplemente les escuchaban. Poco a poco fueron descubriendo sus posibles necesidades e intentaron darles respuesta: los acogían y, sin caer en el asistencialismo, trataban de facilitarles su inclusión socio-laboral.

Ahora mismo la asociación tiene dos sedes: una en Madrid y otra en Atenas, donde tienen un piso alquilado en el que por el momento habitan “ocho chicos” pero “pronto vamos a abrir dos más” gracias a “un convenio de colaboración con una asociación que se llama Amigos de Ritsona”, señala Amador.

A pesar de que la llegada de refugiados a Grecia ya no ocupa portadas, la situación “no ha mejorado mucho” según cuenta Amador por lo que le dicen sus compañeras. “Aunque el perfil ha cambiado, antes venía mucha más gente de Siria y ahora suelen llegar más personas procedentes de África. La ayuda sigue siendo totalmente necesaria porque el problema no es ya tanto la crisis humanitaria que había, sino la cooperación, es decir, personas que ayuden a la gente que se han quedado allí atrapadas.

Después del acuerdo UE-Turquía están a la espera en Grecia y, quizá, ellos quieren moverse a otro país de la UE y no pueden, tienen que estar allí aunque sea contra su voluntad. Es verdad que ya no está tan masificado como en el verano de 2016, pero sigue llegando gente y no se está hablando nada de eso“.