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Bilbao como modelo contra el aislamiento de los riscos de la capital grancanaria

Risco de San Antonio

Natalia G. Vargas

Las Palmas de Gran Canaria —

39 ascensores y cinco rampas mecánicas salvan a los residentes de las laderas de Bilbao de las infinitas escaleras que deben transitar para llegar a sus hogares. Una solución que suena a utopía para los vecinos de los riscos de la capital grancanaria. Más de 200 escalones separan la casa ubicada en el punto más alto del barrio de San Nicolás del centro de Las Palmas de Gran Canaria. Junto a ellos, varios tramos de escaleras mecánicas paralizadas aíslan a una población integrada en gran medida por personas mayores. “La gente del barrio sale cada vez menos de sus casas. Si alguien va al supermercado, pregunta al resto de vecinos qué necesita para aprovechar el viaje”, reconoce el presidente de la Asociación vecinal Cofiris, Israel Medina. En una situación similar se encuentran San Roque, San Antonio, San Juan y San José.

El plan de movilidad vertical desarrollado en Bilbao prueba que existen alternativas. El sociólogo y miembro de la empresa encargada de su instalación, Sergio Barreña, conoce la historia de los cinco barrios grancanarios “olvidados”, pues el año pasado estuvo en la Isla presentando las instalaciones mecánicas del País Vasco en el marco de las jornadas Barrios Pendientes,donde se expusieron propuestas para la ordenación y rehabilitación urbana de los riscos de la ciudad.

Sin embargo, las escaleras de San Antonio y San Nicolás siguen paralizadas, el ascensor que conecta San José con San Juan “está más veces averiado que en funcionamiento” según el vecino Manolo Armas, y en San Roque ni siquiera quieren tenerlas. “¿Para qué, si luego van a estar sin funcionar?”, lamenta Pepa Abrante, presidenta de la asociación vecinal de este barrio. 

Los invisibles de los riscos

Los invisibles de los riscosA pesar de ello, el ejemplo que Barreña trajo desde la Península se ha tenido en cuenta, y el área de Urbanismo de la capital grancanaria se encuentra en fase de estudio y redacción de un Plan General de Movilidad Vertical para la ciudad, tal y como ha reconocido el concejal, Javier Doreste, con el fin de atender las necesidades de los riscos a los que la incomunicación ha vuelto vulnerables. “La principal secuela del difícil acceso a estas zonas es la menor participación social, las personas acaban quedando invisibilizadas y alejadas de las políticas públicas”, señala el sociólogo. La fragmentación social dentro de la propia capital desemboca en estigmas. “No nos rodeamos de esas personas, ni las conocemos, por lo que a veces estos barrios se perciben como zonas hostiles, y no tiene por qué ser real”, indica Barreña.

 “Desde hace tiempo hay escaleras mecánicas y ascensores instalados en la ciudad. Sé que algunos funcionan, pero el resto no. La gran dificultad siempre es el mantenimiento”, señala Doreste. Por ello, la concejalía ya ha puesto en marcha una prueba en la zona de la Cícer, en Las Canteras, instalando una escalera mecánica con un plan de mantenimiento basado en cámaras. “Si hay alguna incidencia, el técnico recibe una notificación en su móvil e incluso, si es leve, puede solventarla a distancia. Ese es el modelo a copiar”, asevera el concejal. 

A casa, en taxi o a pie

A casa, en taxi o a pie “En San Roque hay un chico parapléjico con dificultades para trasladarse y dos personas con las piernas amputadas que solo salen cuando viene a buscarles la ambulancia”, lamenta la presidenta de la asociación vecinal del barrio. Ante esto, Sergio Barreña apela a la Ley 51/2003 de igualdad de oportunidades, no discriminación y accesibilidad universal de las personas con discapacidad. Este último concepto se define en la normativa como la condición que deben cumplir los entornos para ser practicables por todas las personas en condiciones de seguridad y comodidad y de la forma “más autónoma y natural posible”.

Barreña también destaca que, para evitar el abandono de los barrios con estas características, no solo hay que favorecer el desplazamiento vertical, sino también el horizontal. “Es interesante que no sean solo puntos de paso, sino que se fortalezca la vida interna de los barrios a través de comercios, por ejemplo, y que se obtenga un beneficio económico y social”, propone.

Además, el sociólogo plantea que “hay que garantizar la accesibilidad mediante distintos medios, no solo privados. Por ejemplo, a través del transporte público”. Sin embargo, en los barrios olvidados de la capital grancanaria ir a pie, en vehículo privado o en taxi son las únicas opciones. Por ello, los residentes “tienden al sedentarismo”, añade Medina, el vecino de San Nicolás. “En vez de ir para adelante, vamos para atrás”, sentencia Israel Medina, quien afirma que el barrio está conectado con el resto de la ciudad solo por la línea 80. Para llegar a ella, los residentes deben andar un kilómetro y medio. “Además, hay algunas paradas que están inhabilitadas por la construcción del mirador Punta del Diamante”, afirma. La interrupción de esta obra, tal y como explica Doreste, se debe al hallazgo de restos de fortificaciones de los siglos XVI y XVII.

Por otra parte, llegar a San Juan en guagua solo es posible hasta las 21.30 horas, según el vecino Manolo Armas. “Hay personas que salen de trabajar a esa hora y se ven obligadas a asumir el gasto de un taxi porque ya no hay transporte público”, revela el presidente de la Asociación de Festejos.

Pero hasta andar y usar vehículos privados se vuelve un infierno en el caso de San Roque. “La falta de espacio suficiente” hace que los coches estacionen a ambos lados de las estrechas calles, dificultando el paso, señala la presidencia de la asociación vecinal del barrio Pepa Abrante.

El presidente de la asociación vecinal Cofiris coincide y asevera que en Las Palmas de Gran Canaria “hay ciudadanos de primera (que viven en la zona baja de la ciudad) y de segunda”. “El Ayuntamiento no tiene en cuenta a la población de los barrios, siempre se invierte en la zona baja para arreglar las calles, asfaltarlas y tenerlo todo bien. San Nicolás lleva casi 40 años sin asfaltar y está totalmente abandonado”, plantea. “Las dos grandes inversiones que se han hecho en San Nicolás son el mirador de Punta del Diamante y una plaza”, añade Medina. 

El Plan de Reasfaltado 2018-2019 puesto en marcha por el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria cuenta con un presupuesto de 3,2 millones de euros para la repavimentación de 72 calles, entre las que no figura ninguna vía de estos riscos. Los barrios beneficiados por esta partida son Santa Catalina, Guanarteme, Escaleritas, Las Rehoyas, La Milagrosa, Tamaraceite y Lomo Los Frailes.

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