En Canarias entre 20 y 30 personas por millón sufren una lesión medular al año, cifras muy superiores a la media nacional de 12 lesionados por millón, aproximadamente. Sin embargo, el jefe de la Unidad de Lesionados Medulares del Hospital Universitario Insular de Gran Canaria, José Luís Méndez, matiza que el número de pacientes no es superior al de la media europea.
En concreto, en el 2007, ingresaron 70 pacientes que sufrieron caídas en un 53%, en su mayoría laborales. “Esta desgracia esconde una buena noticia: por primera vez los accidentes de tráfico no son la primera causa de lesionados medulares”, dice Méndez. “El carnet por puntos y el endurecimiento de las penas por las infracciones en carretera han conseguido más resultados que algunas campañas de concienciación”.
Ahora toca trabajar para volver a reducir las cifras totales, que aumentaron significativamente con respecto al año 2006. Entonces sólo se registraron 45 pacientes con dolencias relacionadas con la medula. En este sentido, Méndez tiene claro que “nunca” viviremos un año con cero lesionados, lo único que cambian son las causas de los accidentes y por eso año tras año la Unidad marca el camino de los sectores donde hay que reforzar la concienciación ciudadana.
Esta es una tarea que tiene como peor enemigo la inherente personalidad humana. Eso lo sabe bien Ricardo Medina, que tras un accidente pasó a continuar el día a día desde una silla de ruedas. Medina sabe que después de su incidente en la obra sus compañeros tomaron precauciones los primeros meses, “luego se olvidaron”. “La mayoría de las personas aprenden a base de golpes y las heridas de los otros no duelen lo mismo, por muchas campañas de televisión que agiten la responsabilidad y el cuidado”, dice.
Hace dos años Medina no utilizó bien las medidas de seguridad para instalar una línea de vida, que serviría, curiosamente, para la seguridad de todos. Después de aquello sufrió un cambio “radical y penoso” que ha sabido sobrellevar con la convicción de que puede hacer lo que quiera, “hasta practicar parapente”. Asegura que mantiene a raya el nivel de dependencia, porque cuanto más depende de los demás, más camina hacia atrás.
Lo mismo cree José Guerra, economista de 29 años; su accidente lo sufrió hace tres meses. Él todavía está aprendiendo a moverse sobre ruedas en una sociedad que todavía no está preparada al 100% para compartir la calle con una silla. El suyo no fue un incidente en una obra, sino una caída de moto. “Todo está dicho, si el mensaje de te puede pasar a ti no llega bien es porque todo nos resbala hasta que nos toca”, concluye.
En cualquier caso, las tareas de concienciación no se acabarán. El doctor afirmó este jueves que gracias a ellas se han disminuido cifras y se consiguió que en el 2007 ningún canario sufriera las temidas lesiones por zambullidas veraniegas. Una suerte que no compartieron con los dos turistas que se golpearon al tirarse de cabeza en zonas poco profundas. Méndez apuntó que sería de gran ayuda que se realizaran campañas de prevención en los hoteles, para acercar la información a los sectores de riesgo.
La Unidad recibe cada día a los pacientes que no sólo realizan ejercicios físicos para fortalecerse y curarse, hasta donde se puede, sino para enseñarles a asumir la nueva situación, acercarles a la independencia y a reinsertarlos socio laboralmente, dentro de sus capacidades. Méndez explica que cada año es un nuevo reto, aunque el perfil del lesionado medular no cambia: hombre con una media de 36 años. “Las mujeres no sufren tantos accidentes de coches y no engrosan las cuadrillas de obra”, justifica el doctor.
Méndez espera reducir las cifras de lesionados medulares en el 2008 y tiene la esperanza de que dentro de veinte años, ningún paciente tendrá que utilizar una silla de ruedas. Cree con optimismo que las líneas de investigación médica y tecnológica están dando pasos importantes.