Juan Palop-Casado (Valencia, 1967) ofreció la primera de las conferencias con las que el Colegio Oficial de Arquitectos de Tenerife, La Gomera y El Hierro (Coactfe) conmemoró el Día Mundial del Urbanismo 2019. El paisaje como infraestructura. Ensayos para el Sur fue el título de su charla, que estuvo centrada en proyectos recientes como Arrecife Capital de la Reserva de la Biosfera y el de la Ciudad Deportiva de la UD Las Palmas, inaugurada en julio pasado.
Arquitecto, urbanista y fundador y director de la empresa LPA Studio, con más de quince años de experiencia en el desarrollo de proyectos que destacan por su integración paisajística y medioambiental, Palop-Casado reflexiona en esta entrevista sobre el presente y el futuro del urbanismo, con referencias constantes a Canarias. “Las ciudades hay que rehacerlas enteras, rediseñarlas y casi diría que reconstruirlas”, afirma, sin rodeos, respecto de su visión sobre el futuro de los grandes entornos urbanos.
PREGUNTA: Hablemos de disciplina y de escala. Usted ha trabajado arquitectura, paisaje y urbanismo. ¿Cuáles son las claves para intervenir y actuar a estas diferentes escalas?
RESPUESTA: Nosotros hemos decidido trabajar desde lo estratégico, que de alguna manera supera el concepto de escala y cambiaría de dimensión. Creo que no solo debemos trabajar en distintas escalas, sino en distintas dimensiones. En paralelo a los proyectos, debemos construir conceptos, ideas, maneras de mirar, maneras de gestionar esas ideas. Debemos trabajar el urbanismo desde la escala territorial hasta el mobiliario urbano. No es lo mismo, pero lo alimenta el mismo vector. Hemos decidido, como digo, no solo cambiar de escalas físicas, sino también de dimensiones. En ese sentido, la idea de la planificación estratégica cada día nos interesa más. La Unión Europea nos ha dicho que hay financiación para cualquier proyecto urbano, siempre y cuando traiga un plan estratégico.
P: Ligado a la escala, usted ha trabajo en escenarios diferentes, pero desde una misma forma de hacer. ¿Cómo aborda los problemas de lugares tan diversos?
R: Debo decir, en primer lugar, que nos gusta trabajar en Canarias. Somos una oficina canaria, casi una oficina de pueblo. Aunque podemos trabajar en Colombia o el sur de la Península, donde queremos estar centrados es en Canarias para exportar después. Frente a esas prácticas respetables super globalizadas, a nosotros nos interesa tener una práctica super localizada. Y cuando esa práctica se deslocaliza, cuando salimos de Canarias, no deja de estar localizada en el sentido medioambiental porque solo trabajamos en sitios con buen tiempo. No nos movemos de lo que llamamos las geografías del buen tiempo. O sea, no trabajamos en Burgos o en Islandia.
P: Vemos que en su labor juegan un papel importante los procesos de regeneración urbana y, por otro lado, las cooperaciones.
R: Creo que todos entendemos lo que es regeneración urbana, pero creo que con eso estamos limitando la ambición o la tarea. Las ciudades hay que rehacerlas enteras, hay que rediseñarlas y casi diría que reconstruirlas. Hemos construido unos sistemas urbanos tremendamente ineficientes: en lugares áridos como Canarias, el agua de lluvia está considerada un residuo y no un recurso. Por eso me gusta construir conceptos y miradas. Si planteas que el agua de lluvia es un recurso, como lo era en Canarias hasta hace 40 años, como lo era para nuestros abuelos, solo con eso estaremos cambiando radicalmente los modelos de urbanización que estamos empleando. De manera que cuando hablamos de regeneración urbana, me incomoda en el sentido de que no sé si algunos creen que se trata de poner unos bancos de diseños y unas farolas monas. Esto es más serio. Si por regeneración urbana entendemos una especie de reajuste de la manera en la que habitamos el plantea, buscando que las ciudades no generen externalidades indeseables, pues ahí es donde estoy yo.
P: ¿Cómo están trabajando los procesos de participación y cooperación?
R: Esto tiene que ver con los sistemas distribuidos. La participación se puede poner en el plano de la gobernanza, de la democracia avanzada, pero es que yo la pongo en el plano de la eficiencia. Si ese gran organismo que llamamos ciudad, territorio o metrópoli va a tener que ser organizado y gestionado de manera distribuida tendrá que implicar a todos aquellos agentes que intervienen. Veo un problema de eficiencias, no es solo una cuestión moral. No hemos construido modelos espaciales, ni de gestión eficientes.
P: Hoy en día se habla renaturalizar la ciudad y otros hablan de ecología. ¿Cómo deben ser las ciudades del mañana?
R: A lo mejor es mucho preguntarse eso. Yo me levanto todos los días con la pregunta: ¿Cómo vamos a redefinir nuestra disciplina? ¿Cómo la denominaremos para construir esa ciudad del mañana? Puedo vivir perfectamente sin visualizar la ciudad del mañana, lo que sí intento saber es qué tipo de ambiciones debemos tener para que esa ciudad aparezca y no acabemos viviendo en otro lado. Debemos transformar el urbanismo, que pase de ser una ocupación del territorio, ignorando todas las externalidades, a trasformar la disciplina en una especie de biotecnología. En otras palabras, una manera de integrarnos en esas dinámicas naturales que nos toca habitar. Y eso es lo que me hacer ser tremendamente optimista con esta profesión, porque va a ser una profesión de altísimo nivel, porque el reto también es de altísimo nivel y para eso debemos dejar de ser albañiles con buen gusto, y que se me perdona la expresión. Debemos empezar a ser biotecnólogos. Hacia eso vamos, irremediablemente, por un problema de eficiencia y en eso baso mi optimismo. Lo que no sé es si es un optimismo informando o desinformado. Me levanto todas las mañanas, y mi equipo también, viviendo en ese escenario. Vivimos con un pie fuera de la realidad y el otro tremendamente pegado a la realidad, tanto en LPA Studio como en el Instituto20grados. Queremos integrarnos en la naturaleza medioambiental como en la humana. Debemos vivir espacios cultural y humanamente atractivos, no solo humanamente respetuosos.
P: ¿Qué papel juega la geografía en todo esto que plantea? En Canarias tenemos un urbanismo que muchas veces es resultado de la posguerra, donde se construía la casa familiar en la finquita, al borde de un camino, al borde un barranco o en un malpaís. El resultado es un poblamiento muy disperso. No debe faltar en esta descripción las pendientes de nuestras islas. Vivimos en un territorio colmatado, sobre todo en las dos islas capitalinas. Desde su experiencia, ¿qué respuesta le podemos dar a eso?
R: Yo no estoy seguro de que debamos tender a las grandes aglomeraciones. Creo que debemos ir a ciudades compensadas. Esto, en Canarias, tendremos que analizarlo de manera cuidadosa porque a lo mejor esta parte de la dispersión es la que está garantizando cierto cuidado del mundo de lo rural y del mundo de lo natural. Vamos a intentar entrarle a Canarias desde Canarias y no con asunciones continentales. En segundo lugar, todos los problemas de este tipo van a pasar por un cambio radical del modelo de movilidad. En estos momentos estamos trabajando en Guía de Isora, que tiene 17 enclaves urbanos. Y hablamos de un municipio fascinante, donde se mezclan los pequeños enclaves urbanos con parajes más naturales. Debemos ir a un buen sistema de movilidad, que dé prioridad al transporte público, que sea equitativo, que permita un uso cómodo y accesible. El día que tengamos eso probablemente podamos atacar lo que usted dice de una manera más contextualizada. La concentración en grandes metrópolis está dando buenos resultados. Probablemente debemos ir hacia una solución mixta.
P: ¿Tiene una opinión sobre el concepto de bosque urbano?
R: Deberíamos considerar que las ciudades no son una excepción a la naturaleza. En ese caso vale todo. Nosotros también somos naturaleza, estamos dentro. Debemos empezar a considerar las ciudades como parte del continuo. Si lo empezamos a entender así, entonces entraremos en el concepto de naturalización. Pero insisto en que debemos huir de la idea de que la ciudad es una excepción y que la naturaleza es lo que queda más allá. Los planes generales hacen esa raya roja entre lo urbano y no lo urbano, pero la ecología no tiene rayas rojas, entiende de un continuo de información, materia y energía.