Claves para librarse del “patriarca interior”: cuando las mujeres cuidan, pero no se ponen ellas en el centro

Una mujer pasea con un niño en Gran Canaria. (ALEJANDRO RAMOS)

Jennifer Jiménez

Las Palmas de Gran Canaria —
7 de marzo de 2022 22:57 h

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Todas tenemos un “patriarca interior”, es decir, “esa voz íntima que siempre tiene un inconveniente que plantear, un problema que mostrarte, un motivo para hacerte sentir culpable o criticarte”. Así lo explica María Martín Barranco en la guía de autocuidado del Instituto Canario de Igualdad, Mala de Acostarme, que nace para detectar todas las formas en las que “nos descuidamos”. La experta recuerda a este periódico que muchas mujeres suelen decir que sí que se cuidan, pero “para poder cuidar a los demás”, “para estar fuertes, no parar y seguir atendiendo a nuestras familias”, cuando en realidad habría que ponerse en primer lugar, “no solo cuando estamos completamente exhaustas” sino porque las mujeres lo merecen igual que otros miembros de la familia, es decir, “tenemos derecho también a ser cuidadas”. La socialización, cargada de estereotipos, hace que las mujeres dejen de prestarle atención a su cuerpo y bienestar físico “sobre todo pensando en nuestro cuerpo por dentro”, matiza, ya que lo que sí que llegan son continuos mensajes de que es necesario estar guapas y sonrientes, “estar bien por fuera para agradar a otros”. 

La guía se elaboró tras un estudio del ICI que ponía de manifiesto datos como que las mujeres suelen ir al médico cuando no pueden aguantar más. En este punto, Martín Barranco recalca que las cargas mentales muchas veces no se tienen en cuenta en las familias. Es decir, se habla de corresponsabilidad pero “¿quién hace la lista de la compra?¿Quién saca la comida del descongelador?¿Quién decide qué hacer de comer? ¿Quién se fija que se haya descongelado la comida? ¿Quién sabe las fechas de los cumples de los amigos del cole? ¿Quién se acuerda de que mañana el niño o la niña tiene gimnasia y necesita el chándal limpio?” De toda esta carga y esa doble jornada se habla en la guía, que no pretende ser un documento teórico, sino que plantea una serie de preguntas y ejercicios que nos permiten reflexionar sobre la situación de cada una. 

Se trata de un documento que se ha trabajado en talleres. En Canarias, Dácil Álamo ha sido la encargada de llevarla a la práctica. En estos espacios se trabaja la falta de atención al cuerpo y al bienestar físico, la imagen corporal, el placer, el tiempo de trabajo, ocio y descanso o el bienestar emocional. Las participantes cuentan sus experiencias y toman conciencia de ese patriarca interior. María Martín Barranco señala que en los talleres de autocuidado que ha impartido en la última década las participantes suelen sentir alivio al comprobar que los sentimientos son compartidos y que no es culpa de ellas. En ocasiones, señala, las mujeres aseguran que “podrían decir que no” cuando les piden algo, pero muchas veces añaden que después es “peor el remedio que la enfermedad” porque se sienten culpables. 

Por ello, la guía habla en varios apartados sobre cómo eludir la culpa y “aprender de la vergüenza”. Es cierto que existen muchos sistemas de control y “no es fácil librarse de ellos”, pero sí “podemos localizarlos”, apunta. “Tengo la sensación de que si no hago cosas todo se desmoronará y perderé oportunidades y no tendré vínculos, ni dinero, ni opciones de mejora. Me pierdo, confundo amar con agradar y estar al servicio, dispuesta y disponible siempre porque le amo. Sé lo que quiero, pero muchas veces no soy capaz de ponerme a mí por delante y siempre me acabo dejando llevar”, es uno de los ejemplos que salen en la guía, donde invita a realizar el ejercicio del círculo, un diagrama que suele dejar en evidencia nuestros patrones de autodescuido. “Si estás en modo huida del peligro (eso es el estrés), literalmente, tu cerebro aparca cualquier emoción que te distraiga. Si pasas el tiempo suficiente en modo huida se convertirá en tu piloto automático y disfrutar de cualquier detalle cotidiano te resultará más y más difícil”, expone en la guía la experta. 

¿La libre elección?

Según un estudio de la asociación Acudafe, el 78,9 % de las personas cuidadoras en Canarias es una mujer con una edad media de 54 años. Además, la gran mayoría se siente en la obligación de hacerse cargo del cuidado familiar (78,5%), ya sea por motivos morales, legales o por tradición. A estos datos se suma que en el Archipiélago casi el 90% de las excedencias para cuidar son solicitadas por mujeres y que el 78% de los contratos de jornada parcial son también ocupados por ellas precisamente para cuidar. Los informes de Cáritas y de la red europea de lucha contra la pobreza evidencian constantemente que ellas son las que se encuentran en peores situaciones económicas. 

María Martín Barranco subraya que cuando pregunta a las parejas en las que ellas deciden coger excedencia para cuidados que es una decisión que han tomado ambas personas. Pero, “¿de verdad lo has hecho porque has querido?” se cuestiona. En este punto añade que en familias más desahogadas económicamente y que pueden permitirse determinados gastos ha llegado a plantearles si han valorado la posibilidad de que la mujer cuente con algún seguro por esos años en los que no se encuentra cotizando y que por lo general no se plantean. “Por amor descuidamos nuestro futuro”, apunta. Señala que las nuevas generaciones asumen esos mandatos de manera distinta, por ejemplo, ya se ha desterrado esa idea de que la mujer es como “un ángel del hogar” de los años 50, pero “el sistema siempre busca el discurso adecuado para venderte la moto”, aclara. 

“Todos esos mandatos los tenemos porque cedemos. El sistema nos ha obligado o nos ha enseñado a ceder sistemáticamente en beneficio de otras personas” y “no estoy diciendo que no se dediquen a la crianza pero que se tenga en cuenta todo”, añade. En este sentido, defiende el trabajo del Instituto Canario de Igualdad rompiendo estereotipos y realizando una labor educativa a la que muchas veces no pueden llegar las familias o los centros escolares. “Optar por el autocuidado es uno de los mayores actos de empoderamiento. Tú decides qué es bueno para ti. Qué te cuida. Qué espacio dedicas a ser una mujer más sana, más fuerte, más segura, más alegre y más autónoma”, resume la guía. 

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